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un giro inesperado

SINOPSIS

En esta fanfic contamos la historia de Smith y el Supremo, que por distintas cuestiones y malos entendidos ambos toman distintos rumbos, pero el deseo, la pasión y el amor que sienten en el uno por el otro es más fuerte que todo... 
¿Podrá más el amor que se tienen o el orgullo?
Comienza  a leer ya esta historia y se el primero en descubrirlo!

un giro inesperado

Esta historia empieza a partir de la escena de la boda de Javier y Reina en la telenovela Reina de Corazones.

Después de la boda de Javier y Reina y de que todos los despidieran en el aeropuerto, Smith y Patricio se van a su departamento.

-          Aish, al fin en casa – Dijo Smith mientras se sacaba los zapatos.

-          Mmmm al fin solitos – Le respondió Patricio mientras la tomaba por detrás.

-          Oye, ¿a ti qué? Que no se olvide que sigo molesta – Le quita los brazos de su cintura y se va a la heladera en busca de un vaso de agua.

-          ¿Es en serio? ¿Sigues enojada porque te dije que no te quedaba bien ese vestido? – Pregunta Patricio con un tono burlón.

-          No, ¡¡sigo enojada porque me arruinaste los zapatos!! – Le dijo Smith algo enojada y tirándole con un repasador.

-          Jajaja, no fue apropósito, no me di cuenta de estaban allí, dime la verdad, ¿quién deja un par de zapatos en el baño? – Responde Patricio riendo.

-          Yo, yo los dejo donde sea, ¿no ves? – Smith señalando a la entrada y mordiéndose los labios para no reír.

-          Si tú, tú eres única mi vida – Patricio la voltea y la besa.

-          No puede ser que todo lo arregles con besos… - Dice Smith – No es justo que me hagas esto.

-                         Te juro que te amo Rubia – Patricio comienza besarle y acariciarle el cuello - ¿Qué pasa? Estás distraída…

-          Estoy pensando en Nicolás y Clara, no quiero que se queden con tu madre todo este tiempo que Reina y Javier están de luna de miel, yo también quiero cuidar a mis nietos – Confiesa Smith.

-          Me encanta verte en el papel de abuela, lo disfruto mucho, ya que no lo pude ni podré hacer como mamá – Patricio mirando a Smith.

-          Sabes, me encanta como te quedan los trajes de gala, te ves guapísimo – Smith tratando de cambiar el tema – y pensar que todo esto es mío.

-          Y de nadie más. – Patricio besa a Smith, la toma entre sus brazos y la lleva hacia la habitación.

Al día siguiente Smith y Patricio van a trabajar (Patricio aceptó volver a trabar al SDI como la mano derecha de Bolívar), Smith comienza a sentirse mal y decide ir al hospital porque no quería que ni Jackie ni nadie supiera de su malestar.

-          Tendremos que hacerle unos estudios señora, por lo que me cuenta no es la primera vez que le sucede esto – Dijo el doctor.

-          Está bien, haré todo lo que usted diga doctor – Respondió Smith algo preocupada.

Después de unos cuantos minutos Smith entra al consultorio…

-          ¿Y doctor? ¿Para cuándo van a estar los resultados? Los necesito con urgencia – Aclaró Smith.

-          No sea impaciente, los resultados van a estar para la tarde, no se preocupe que van a estar a tiempo – Arremetió el doctor.

Smith no quería regresar al trabajo asique se fue a dar una vuelta para despejar sus ideas. Estaba caminando en un parque de allí cerca.

-          Espero que no sea lo que estoy pensando – Susurró Smith, comenzó a recordar algo que ella quería borrar de su memoria.

<< Ella estaba en casa de los de Rosas, estaba atada a la cama, se sentía débil, no podía moverse… De pronto ve a Octavio, estaba observándola y comenzó a acariciarla, ella quería defenderse pero no podía, quería quitárselo de encima pero tenía las manos amarradas al respaldar de la cama.

-          Eres hermosa, por fin vas a ser mía, después de tanto desearte, después de tanto tiempo de soñarte – Le decía Octavio a Smith mientras la besaba.

-          Quítate, aléjate de mí, ya suéltame, no me hagas esto - Le susurraba Smith a Octavio mientras corrían lágrimas por sus mejillas.

Después de esto Smith recuerda haber despertado en un congelador, al lado de un médico y una enfermera, los cuales estaban sin vida.>>

-          Por favor no, que no sea eso... - Smith llorando.

Se hace la hora y Smith regresa al consultorio de su médico, muy nerviosa de lo que este le pudiese decir…

-          Okey doctor ya, dígame que es lo que tengo, porque no tengo todo el día, necesito volver a trabajar – Dijo Smith apresurada, para quitarse de encima esa duda que la atormentaba.

-          ¿Siempre le voy a tener que estar pidiendo que se tranquilice? No tiene todo el día pero a partir de ahora tiene que tener toda una vida… - Le dijo el doctor a Smith, ésta se quedó mirándolo preocupada y con lágrimas en los ojos. – Felicidades Sara, usted está embarazada, va a ser madre.

-          E e e está, ay Dios mío, ¿está seguro de lo que me está diciendo? – Smith muy angustiada.

-          Claro que sí, aquí tiene los resultados, pero cómo, ¿no le da gusto? – El doctor la miró con un gesto de desconcierto.

-          Claro que sí, es mi hijo, es parte de mí, él no tiene la culpa de nada, mucho menos de las acciones de sus padres – Le contestó Smith con un espíritu de guerrera, con una mirada de luchadora y con un tono de voz de madre.

-          No podía esperar menos de usted, le voy a conseguir una cita ahora mismo con su ginecólogo para ahorrar trámites y no perder tiempo, ¿le parece? – Dijo el doctor.

-          Sí, me parece perfecto muchas gracias – Dijo Smith, se despidió y luego salió del consultorio.

Mientras iba en el auto, Smith pensaba y se reprochaba mil cosas…

-          ¿Qué voy a hacer? ¿Qué le voy a decir a Patricio? Y mi hijo, ¿cómo lo va a tomar? ¿Por qué no se lo dije antes? No me va a perdonar, no va a aceptar que yo tenga un hijo de otro, y que ese otro sea Octavio, el primer amor de mi vida, aunque en realidad no sea él, sino su hermano… Por Dios… Ya sé lo que voy a hacer, vamos a sufrir todos, pero es lo mejor, yo no puedo exponer a mi hijo, no puedo permitir que lo lastimen, a fin de cuentas, es MI HIJO, MI HIJO.

Llega a su departamento, pide un vuelo por computadora hacia Argentina, recoge sus cosas, le deja una carta a Patricio, se despide de sus nietos, llama a Javier, y se va. La carta decía…

“Patricio:
                   Lo siento mucho, no soy quien pensabas, lamentablemente no soy la mujer que crees, te engañé, te fui infiel y me arrepiento, ya no puedo mentirte ni verte a los ojos, estoy tan avergonzada que ni siquiera puedo decírtelo a la cara.
  Solo te pido que cuides a mi hijo, que no lo dejes solo, no te mereces tener a tu lado a una mujer como yo, de verdad lo lamento tanto… No olvides que siempre te quise y siempre te voy a querer…

Smith”

Al llegar al departamento Patricio ve la carta, la abre y la lee, no podía creer lo que estaba leyendo, le llama a Javier y éste le dice que no sabía nada, obviamente sabía, pero su madre le había hecho prometerle que no diría nada. Patricio estaba desesperado, no sabía qué hacer, regresó a la oficina, trató de rastrear a Smith y no pudo, quiso llamarla y tampoco consiguió nada con ello, estaba desorientado y atormentado.

Smith está bajando de un avión, en el aeropuerto internacional de Buenos Aires, Argentina, ella ya había estado allí de joven, le pareció un buen lugar donde empezar de cero, ya tenía el traspaso allí, un departamento el cual Javier había comprado para ella, sus maletas y a su bebé en el vientre.

Pasaron unos cuatro meses, en los cuales Patricio no había parado de pensar en ella ni un solo segundo, él ya tenía una “amiga”, la cual lo rondaba, él solo la buscaba para tener sexo, para despejarse un poco, pero no podía dejar de pensar en Smith… Smith había encontrado un viejo amigo y compañero en Argentina, con el cual se la pasaba bien y se distraía un poco de tantas obligaciones (le tenía tanta confianza a Saúl, así se llamaba su amigo, que le había contado todo lo que había pasado en su vida en el tiempo que no se vieron, unos diez años, aproximadamente)…

Un día Javier la llama y le dice que Clarita se había puesto mal, estaba en el hospital, era algo del corazón, esto la afectó mucho, tenía miedo de lo que pudiese pasar y de la reacción de Patricio, entonces Saúl decidió acompañarla. Estaban en el avión rumbo a Las Vegas, Smith estaba nerviosa y Saúl hacía todo lo posible por calmarla, pero ella no podía disimular sus nervios.

-          ¿Y qué va a pasar si Patricio me ve? Es lógico que esté allá, es su sobrina – Smith angustiada.

-          Tranquila, todo va a estar bien, yo voy a estar allí para lo que necesites, como siempre – Saúl demostrándole su apoyo incondicional. – Sabes que eres como mi hermanita, la que nunca tuve.

-          Eres un gran gran amigo, te quiero mucho – Reiteró Smith.

-          Jajaja, ¿será que los embarazos te hacen sentimental enana? Voy a disfrutar estos 5 meses que le quedan a este chiquitín allí dentro, tendrías que embarazarte más seguido che JAJA – Saúl logró su cometido, hacer reír a Smith. – Dormite un rato, cuando estemos por llegar te despierto.

-          Okey, te voy a tomar la palabra - Smith.

Llegan a Las Vegas, eran las tres pm, se alojan en un hotel  (en un pent-house, habitaciones separadas, Smith no quería volver a su departamento, temía que estuviese allí Patricio), dejan sus pertenencias y van de inmediato al hospital.

-          Mamá, viniste, - Dijo Javier – pensé que no vendrías.

-          ¿Cómo no iba a venir si es mi nieta quien está internada? – Respondió Smith - ¿Qué pasó? ¿Qué sabes?

-          La maestra de educación física le hizo hacer ejercicios que Clarita no puede hacer, ella le dijo que no podía, pero a la maestra le valió gorro – Dijo Javier molesto.

-          Que estúpida, ¿no vio su historial clínico? – Comentó Smith. – Ojalá todo esté bien hijo, mira deja te presento a Saúl Sánchez, él es mi amigo, el que te comenté.

-          Un placer Saúl, yo soy Javier de Rosas o Bolívar, como quieras llamarme – Javier riendo.

-          Hasta que al fin se me hace conocerte gringo, tu mamá no ha parado de hablarme ni un solo día de vos y de tu familia - Saúl.

-          Ella es mi esposa… - Javier presentando a Reina.

-          Reina Ortiz, un gusto – Se presentó Reina

-          Igualmente Reina - Saúl.

Estaban conversando en la sala de espera, en eso llega el doctor. Todos preguntando por la salud de Clarita.

-          La niña está bien, no fue nada grave, gracias a Dios, pero habrá que cuidar y mimar mucho a esa señorita - Doctor.

-          ¿Podemos pasar a verla? – Reina.

-          Claro que sí, pero solo un momento – Doctor.

Entran a verla y Saúl se queda con Smith…

-          ¿Ya viste enana? Todo va a estar bien, y no sólo porque yo lo digo – Dijo Saúl para animar a Smith.

-          Gracias a Dios… - Smith.

Smith abraza a Saúl y en eso entra Patricio a la sala de espera, lo primero que ve es a la mujer que ama abrazada a otro, y embarazada…

-          Disculpen por interrumpir este emotivo abrazo, pero me gustaría saber cómo está mi sobrina – Patricio con todo el ánimo de molestar y con el seño fruncido.

-          Ah Patricio – Smith nerviosa – Clara está bien ahora está con sus padres.

-          Qué bueno, ¿no me presentas? – Patricio tratando de incomodar a Smith. Smith se queda como shockeada. – Bueno, mejor me presento solito, Patricio Picasso, sub-jefe y mano derecha de Bolívar en el SDI.

-          Hola, un placer, Saúl Sánchez, agente de misiones especiales del SDI de Argentina, yo soy… - Saúl.

-          Mi pareja – Advirtió Smith rápidamente. Saúl se le quedó viendo raro.

-          Ah, ¿con que su pareja agente? Y supongo que también el papá de su bebé – El Supremo bastante dolido.

-          Obvio, ¿qué pensas hermano? Ni modo que fuese de otro – Arremetió Saúl abrasando a Smith.

-          ¿Cuánto tiempo tienes de embarazo? – Patricio dirigiéndose a Smith.

-          Oíme una cosa, ¿esto es un interrogatorio o qué? Estás incomodando a mi mujer – Saúl tratando de que dejase de molestar a Smith.

-          Déjalo, déjalo, tengo cuatro meses y medio - Dijo Smith en voz baja.

-          ¡Ah!, ¿con que cuatro meses y medio? –Dijo Patricio desilusionado, enojado y sarcástico. – Pues no sé si sabías que hace 4 meses su actual mujer se estaba acostando conmigo y usted era su am… - Saúl lo interrumpe.

-          Para un poquito querido, ¿quién te pasas que sos para hablar de esa manera de Sara? Yo sabía perfectamente que Sara estaba con vos, pero fue solo una aventura, para recordar viejos tiempos, nunca pensé que tendría consecuencias grandes – Saúl tocando el vientre de Smith, ella tomó sus manos como gesto de consentimiento.

-          Mira tú, me salió bien liberal el agentucho – Patricio refiriéndose a Saúl, mirando a Smith. – Con el permiso de los tórtolos – Patricio se retira del hospital.

-          Enana, ¿estás bien? – Saúl.

-          Ahh (suspiro), creo que sí, pero igual duele – Smith con lágrimas en los ojos. Saúl la abraza nuevamente y Smith rompe en llanto.

Con la desilusión que Smith le provocó a Patricio, esté quedó muy mal, y para olvidarse de todo lo mal que sentía decide viajar a España con Abril (su amiguita), Smith se quedó junto a Saúl en Las Vegas, sentía feo irse, además su médico le dijo que no le haría bien el estar yendo y viniendo en avión (esta fue una buena excusa para quedarse cerca de su familia). Javier sabía que no iba a poder estar todo el tiempo que deseaba con su madre para cuidarla, por lo cual le pide a Saúl que siguiera viviendo con ella y que le avisase cualquier cosa que pasara. Así lo hicieron y pasaron unos cuatro meses (ocho meses y medio de embarazo).
Smith no tenía tiempo de extrañar al Supremo, estaba tan rodeada de amor y de atenciones que no la dejaban deprimirse ni un segundo, aún así ella no podía evitar el pensar en él. Obviamente que Patricio no podía olvidar al gran amor de su vida, aunque estaba lastimado la amaba y no podía desearle algún mal.

-          Enana – Dijo Saúl. – Necesitamos hablar.

-          Ay negrito, no me asustes ¿qué pasa? (olvidé comentar el aspecto de Saúl… Era un hombre apenas 3 años menor que Smith, moreno, ojos verdes, alto, con un gran porte y pinta de seductor [por eso Patricio desconfiaba de él].) – Preguntó Smith un poco intrigada. Saúl se le queda viendo. - ¿Y ahora? ¿Por qué te quedas así como tonto?

-          Ay es que me da un no sé que verte, estás tan bonita tan radiante con esa pancita que ya quiero tener a mi ahijada en brazos – Confesó Saúl.

-          Reitero, eres un tonto, me ves todos los días aquí y en casa, pero ya, dime que pasa – Dijo Smith ansiosa.

Oh bueno ya, es que no sé cómo vas a tomar esta noticia, pero ahí te va… - Saúl. Hubo silencio por unos segundos. – Picasso tiene que volver, lo necesitamos y antes de que tu hijo lo llame creí prudente venir a decirte.

-          - Smith se quedó como en shock. – Está bien, yo qué más puedo hacer, eso es decisión de mis superiores, osea ustedes, y además no tengo por qué mezclar el trabajo con lo personal, ¿no?

-          Mmmm see, bue, cualquier cosa me llamas, sabes que yo voy a estar siempre aquí para vos – Confirmó Saúl. – Además, me divierte hacer rabiar al gigante, es que se enoja rápido… - Se ríen. – Como se nota que te quiere, y vos boluda (Smith abre los ojos y se ríe) que no le decís la verdad.

-          Ya te dije que él nunca va a saber la verdad sobre el origen de mi hija, nunca – Dijo Smith con los ojos llenos de lágrimas.

-          Bueno bueno, ya pasó, no hay que ponerse mal enanita, mejor hablemos de otra cosa – Saúl siempre animando a Smith. – Che, ¿cómo le vas a poner a la enanita junior?, ¿enanita junior?

-          Jajaja, cómo le voy a poner así (Saúl logró lo que esperaba), pero es verdad, ya van ocho meses, a nada de que nazca y no he elegido un nombre – Apuntó Smith. – ¿Te parece si lo hacemos a la noche, viendo películas y tomando helado?

-          Jah te caché andas de antojos, pero sí, me parece perfecto, nos vemos a la salida enana – Saúl le da un beso en la frente y le acaricia la panza (siempre hacía eso), luego sale de la oficina de Smith.

En España Patricio recibe la llamada de Bolívar y lo primero que hace es pensar en Smith, luego aceptó, le dijo que saldría lo antes posible hacia Las Vegas. Mientras tanto Smith y Saúl están en casa.

-          Oye no, ¿cómo? Si me cumples todos los antojos me vas a mal acostumbrar y a la niña la vas a malcriar – Smith (Saúl le traía un kilo de helado, películas de terror y sangrientas, chocolates, jugo y un libro de nombres con significados).

-          Bueno, todo para las mujercitas de la casa y a las que más quiero – Dijo Saúl mientras dejaba todo en la mesa. – Haber haber, primero lo primero enanita linda de mi corazón (Saúl le decía así mientras pellizcaba sus mejillas, esto a Smith le desagradaba), vamos a elegir el nombre de la niña. – Saúl empezó a leerle nombres mientras Smith comía los chocolates y le hacía caras, él anotaba en una hoja los posibles nombres, estuvieron así por un rato hasta que Smith lo detuvo y se decidió por uno.

-          Ese ese ese… - Dijo Smith.

-          ¿Cuál, este? – Preguntó Saúl.

-          Si ese, es bonito, ¿no te gusta? – Preguntó Smith con cara de a mi sí, es mi hija y yo le pongo como quiero, ¿okey?

-          Mmm see, es lindo (Smith le tiró con un cojín, ambos rieron), si me gusta – Confesó Saúl. – ¿Te lo vuelvo a leer?

-          Por favor, me gusta mucho – Smith.

-          “AZUL: Color del cielo. CARACTERÍSTICAS: Es una mujer de una personalidad atractiva, por su amabilidad, su franqueza y alegría permanentes. Gracias a ello tiene muchos amigos y es muy estimada en su trabajo. Sabe lo que quiere en la vida y lucha incesantemente hasta lograrlo. En el amor necesita a su lado a un hombre inteligente, que le demuestre su amor sin mezquindades” Ojito que traiga novio usted (refiriéndose a la pancita) – Leyó Saúl.

-          Aayyyy me encanta, y para el segundo nombre me gusta Selene (mientras sonreía) – Agregó Smith.

-          ¿Selene? No me acuerdo de ese, a ver… “SELENE: La luna. CARACTERÍSTICAS: Es alegre e inteligente. Cuando se propone una meta suele ser tenaz hasta llegar a cumplirla. Es inquita, activa y entusiasta. Se interesa por todo y es muy observadora. En el amor es confiable y cariñosa” Wow, que nombrecitos elegiste, valla que va a salir brava la enana junior – Comentó Saúl.

Pasaron unos días, Saúl había conocido a alguien interesante con quien estaba saliendo, Smith obviamente lo sabía. Aún trabajaba, a pesar de estar casi a punto de tener a su hija. Javier se fue de viaje con la familia, y llegó el Supremo de España con Abril.
Smith estaba de espaldas en el centro de comunicaciones de SDI, cuando de pronto escuchó la voz del supremo…

-          Buenos días, ¿cómo se encuentra agente? – Le preguntó Patricio.

-          - Smith volteó, no pensaba sorprenderse tato al verlo, pero trató de disimular sus nervios. – Hola jefe, ¿cómo le fue en su viaje?

-          ¿De verdad le interesa agente? (Smith se quedó callada), bueno parece que si verdad, me fue muy bien, con una buena compañía uno se lo puede pasar muy bien (con todo el ánimo de hacer sufrir a Smith), ¿y a usted? – Preguntó Patricio.

-          Muy bien, gracias, aquí bien entretenida (tocándose el vientre) – Dijo Smith tratando de no hacer caso a lo que le decía el Supremo. En lo que ellos hablaban apareció Saúl, al ver que Smith se sentía incómoda, fue hacia ella.

-          Mi amor, ¿vamos a almorzar? – Saúl entró sorpresivamente. – Picasso, ¿cómo está?

-          Muy bien, gracias, la dejo con “su amor”, que disfruten de su almuerzo – Patricio a Smith.

-          Gracias, siempre disfrutamos juntos – Saúl con ánimo de molestar al Supremo.

-          No te rías, no seas así – Smith riendo algo nerviosa.

Fueron a almorzar, al día siguiente llegaron juntos al SDI, ya que Smith no podía conducir, el Supremo los vio bajar y se puso celoso, entran al SDI y se despiden, ya que Saúl debía ir a Washington, porque había recibido un llamado urgente de allá. Patricio buscaba el modo de acercarse a Smith, pero su orgullo lo detenía. Sólo por molestar le dijo que le mandara un informe, la tuvo todo el día con ello.
Eran las 20hs y Patricio pasó por la oficina de Smith para ver cómo iba con el informe, cuando estaba por entrar la escuchó quejarse, entonces entró y la vio sentada, con dolores y agarrándose el vientre.

-          Rubia, ¿estás bien? ¿qué te duele? ¿qué hago? – Patricio desesperado.

-          Ayayay, ayúdame, por favor ayúdame – Smith con mucho dolor y respirando para calmarse.

-          Ven ven, vamos al hospital –Patricio.

Patricio la cargó en sus brazos y la llevo hacia el auto, la deja en la parte trasera, estaba muy nervioso y hacía preguntas estúpidas y todas al mismo tiempo…

-          ¿Estás bien? ¿Qué te duele? ¿Y el argentino? ¿Duele mucho? ¿Vamos a qué hospital? ¿Ya tiene los nueve meses? – Patricio.

-          Ay no ay no ay no – Smith.

-          ¿Qué? ¿Y ahora qué pasa? – Patricio.

-          No creo llegar al hospital… me duele, no puedo más, ay ya no – Smith. Patricio paró el auto y se fue hacia atrás.

-          Dime que hago, ¿qué hago? – Patricio.

-          YO NO PIENSO TENER A MI HIJA EN UN AUTO, ¿qué te pasa? ¿Estás loco o el cambio de horario te afectó el cerebro? – Smith.

-          Tú te callas y haces lo que yo te diga, ¿okey? – Patricio. - ¿Quieres que tu hija nazca bien?

-          Sí, claro que si, pues bien, no me queda de otra. – Smith. Mientras estaba en labor de parto Patricio seguía haciéndole preguntas, para calmar un poco el habiente…

-          ¿Entonces es niña? ¿Cómo se va a llamar? ¿Va a llevar tu apellido? ¿Cuál de todos? – Patricio.

Finalmente la niña nació. Patricio la observaba con amor, admiración, se perdió en sus ojos azules, la veía muy parecida a Smith, y se emocionó…

-          Es hermosa, es igualita a ti, tiene tus ojos, a ver, toma – Patricio se la entrega a Smith.

-          Hola mi amor, mi chiquita, que grande estás hermosa de mamá – Smith acariciando a su preciosa bebé.

-          ¿Y cómo se va a llamar? Está hermosísima la Rubiecita – Patricio emocionado y nostálgico.

-          Azul, Azul Selene, así se llama – Smith.

-          Ahora sí, vamos al hospital para que las revisen, tú quédate aquí, tranquilita, ¿okey? – Patricio.

-          Está bien, pero apúrate, no quiero que se enferme o que algo malo le pase – Smith tapando a su nena con un mantillón que Patricio le había dado.

Llegaron al hospital, las revisaron, a Azul y a Smith, luego Patricio le avisó a Javier y a Saúl, después entró a ver a Smith. Ella estaba durmiendo y cuando entró el Supremo, ella despertó.

-          Hola, ¿cómo estás? – Patricio.

-          Hola, yo bien, ¿y mi hija? ¿cómo está? – Smith.

-          Azul está muy bien, está en los cuneros, acabo de venir de allá – Patricio. – Enseguida la traen, no te preocupes. En lo que el Supremo trataba de acercarse a ella, entra Saúl a la habitación con globos, chocolates, peluches y susurrando.

-          Enana ya llegué – Saúl entró de espaldas y cuando volteó vio a Patricio. – Hola jefe, ¿cómo está? (Patricio lo saludó) ¿Dónde está Sele?

-          En los cuneros – Contestó Patricio. – Es muy linda su hija, es igual a su mamá.

-          Muchas gracias por todo lo que hiciste por mi hija y mi mujer, de verdad gracias, los dejo, me voy a conocerla – Saúl se acerca a Smith y le da un beso en la frente.

-          Felicitaciones por tu hija – Patricio. (Saúl le agradeció y se fue a los cuneros)

Patricio y Sara se quedaron conversando por un rato, hablaban de la experiencia que habían vivido y se reían de ello. En eso entra Saúl con la bebé, Smith los ve e inmediatamente se sienta para recibirla.

-          Hola hola, aquí vengo yo, la bebé más hermosa del mundo entero, en busca de mi mamita jajaja – Saúl haciendo la voz de Azul.

-          Jajaja que linda mi vida, ven con mamá, ven – Smith.

Patricio al ver esta escena se puso incómodo y decidió irse. Pasaron varios días, Javier y su familia regresaron de su viaje, fueron a conocer a la nueva integrante de la familia a la casa de Smith (en el pent-house), Patricio buscaba escusas para visitar a Smith, pero luego se arrepentía y ya no iba…
Smith estaba de licencia por maternidad, por lo que no iría a trabajar por unos meses. Saúl seguía su relación con la chica que había conocido. Un día salen a dar un paseo y se encuentran con Patricio, él esperó que se fuera Soledad (la pareja de Saúl), para acercarse.

-          Así que muy de paseo no – Patricio por detrás de Saúl, éste se da vuelta y apenas voltea el Supremo le da un golpe en la cara. – Maldito desgraciado, y así dices que amas a Smith.

-          Uh uh uh, para loco, deja que te explique, ¡Para! – Saúl tratando de quitarse a Patricio de encima.

-          ¿Qué me vas a explicar si te vi perfecto? Eres un desgraciado – Patricio vuelve a golpear a Saúl, éste se cae.

-          Mierda, lo que tengo que aguantar por la enana – Saúl sobándose la cara – Para, dejame hablar. – Se para y le cuenta todo.

-          Eso no puede ser, si es verdad, ¿por qué ella no me dijo nada? – Patricio muy desconcertado.

-          ¿Es en serio? ¿Vos sos bruto?, no, si bruto sos – Saúl mirando a Patricio con cara de a mi no me engañas. - ¿Por qué crees? Precisamente por esto, por tus reacciones estúpidas y sin pensar.

-          Entonces, ¿si me estás diciendo la verdad? No lo puedo creer, ¿y ahora qué voy a hacer? – Patricio.

-          ¿Qué más? Reconciliarte con ella – Saúl.

-          ¿Pero cómo? – Patricio muy interesado en el consejo de Saúl.

-          De verdad que sos boludo. A ver, mirá, Sara tiene que ir hoy al pediatra para ver cómo está Azul, estoy seguro de que ni Javier ni nadie de su familia puede hoy, todos están ocupados. Lo que yo puedo hacer es decirle que me surgió un imprevisto y no puedo ir, en eso vos vas a la casa, le dicis que yo te mandé, para que no valla sola por cualquier cosa y ya – Saúl animando la reconciliación de estos dos.

-          ¿Harías eso por mí? – Patricio un poco desconfiado.

-          Grandote, la verdad que la primera vez que te conocí me caíste como patada al hígado, pero con el tiempo llegué a apreciarte – Confesó Saúl. – Lo único que yo quiero es ver a la enana feliz, y su felicidad es a tu lado, yo la quiero mucho, ella ha hecho cosas por mí que nunca nadie antes hizo, es la hermana que la vida me negó y es por eso que la quiero y procuro tanto, ya viste, hasta tus golpes soporto y eso que no son nada suavecitos.

-          Gracias, en serio gracias por todo Saúl – Agradeció Patricio.

-          Ya andate, vas a llegar cuando Sara haya vuelto, yo te prometo no molestar, hoy duermo fuera y cualquier cosa me pegas una llamadita, ¿si? – Saúl animando a Patricio.

Patricio aparece en el pent-house de Smith y Saúl, no sabía que decir u hacer, estaba más que nervioso, al final se llena de valor y llama a la puerta, justo Smith estaba de salida, llevaba el bolso (pañalera) de Azul y a ella en brazos, abre la puerta y lo ve.

-          Patricio, ¿qué haces aquí? – Smith sorprendida, Patricio se quedó mudo por unos instantes.

-          Eh hola, vengo porque Saúl me dijo que le había salido un imprevisto y que viniera a acompañarte porque no quería que fueras sola al pediatra – Patricio utilizando la excusa que Saúl le había dicho. Smith se le quedó viendo raro por unos segundos.

-          Pues está bien, no sé, pero si vienes apúrale que llegamos tarde, tengo turno a las cuatro pm y ya son las tres y cuarenta – Dijo Smith. Patricio le pidió el bolso y le dijo que llevasen también la carriola.

Subieron al auto, llegaron al consultorio del doctor, revisó a la pequeña, certificó que todo estaba perfecto, salieron de la clínica y Patricio le ofreció a Smith dar una vuelta para conversar y “aclarar las cosas”, Smith aceptó y fueron a pasear por un parque.

-          No quiero cometer más errores contigo, siento que algo no concuerda y no quiero sacar mis conclusiones porque me lastimo más de lo que acierto, por eso quiero escucharte, que me cuentes toda la verdad – Hablaba Patricio mientras iban en busca de un helado. – Prometo escucharte y no interrumpirte, de veras me hace falta escuchar la verdad.

-          Está bien. Creo que si nos debemos esta charla – Afirmó Sara.

Smith le contó todo, Patricio al escucharlo de sus labios se llenó de impotencia, sobre todo porque ya no podía hacer nada en contra de Octavio, ya que estaba muerto. Hablaron por un buen rato finalmente sucedió lo esperado…

-          Te extraño Rubia, y no me importa si Azul no es mi hija, esta pequeñita me cautivó desde el primer momento en que la vi en el auto. Si me aceptas te prometo cuidarla y quererla como si de veras fuese mía, también prometo celarla igual o peor que a ti, ¿qué dices? ¿podemos intentarlo de nuevo? – Patricio.

-          Sí, sí quiero intentarlo una y mil veces contigo, te amo demasiado y aprecio mucho el que me entiendas y respetes – Dijo Smith mientras se acercaba a patricio, acariciándole el rostro. Él la tomó por la cintura.

-          Te amo Rubia, te juro que nunca amé a nadie como a ti – Patricio besó a Smith apasionadamente y ella lo correspondió.

Eran las diez pm, habían pasado toda la tarde juntos, llegan al pent-house y mientras Smith se bajaba del auto Patricio envió un mensaje, sin que ella se diera cuenta. Bajó las cosas y subieron. Entraron, Smith dejó a Azul en la carriola, en la sala y Patricio la tomó por detrás, comenzó a besarla y en eso escuchan ruidos, era Saúl.

-          Permiso, permiso – Venía “tapándose” los ojos con las manos. – Perdón por interrumpir la apasionada reconciliación, kee jaja, bueno, me llevo una cosita y me voy – Tomó a la niña y su bolso y fue saliendo.

-          Jaja, ¿qué haces? – Smith.

-          Cumpliendo órdenes enana, bye jefe, que les sea leve y que disfruten, vamos chiquita que mamá hoy está muuuuy ocupada con tu ¿papá?, nah ma si, tu papá y hoy tu duermes con tu padrino – Saúl.

-          ¿Entonces tú le contaste? – Smith preguntándole a Saúl con cara de sorprendida.

-          Si señora, pero gracias a que yo, tu mejor amigo, eso espero, me meto en tu vida, es que ahora estás disfrutando lo que extrañabas. Bueno chau, hasta mañana – Saúl escapando de los tórtolos sin darles tiempo a que le dijesen nada o regañaran.

Smith y Patricio se quedaron solos e hicieron suyo el pent-house.

-          No te imaginas cuánto extrañe tus besos, tus caricias, tu piel, tu perfume, tu todo rubia – Patricio.

-          Te amo, te amo, ¡te aaamoooooo! – Patricio la alzó y la llevo hacia la recámara.

Tuvieron una noche apasionada de amor, al otro día Smith se levanta apurada porque hacían horas que no sabía de Azul, eran las once am, cuando sale de la habitación se encuentra con la mesa puesta, con el desayuno y el almuerzo allí (para que ella decidiera que comer), y con Patricio sentado en el sillón y en brazos tenía a Azul durmiendo.

-          Ey, hola, buenos días – Dijo Patricio mientras Smith se acercaba sorprendida y enternecida por la escena que estaba presenciando.

-          Hola – Smith besa a Patricio y acaricia la cabecita de Azul. – ¿Desde qué hora está aquí mi princesa?

-          Desde tempranito, le pedí a Saúl que la trajera – Patricio se levantó y llevó a la niña a su catre.

Pasaron los días y Smith había tenido un llamado en Houston junto con Saúl, Smith le pidió a Patricio que se hiciera cargo de Azul y que cualquier cosa la llamase a ella o a Saúl, lo mismo le pidió a Javier, ya que Reina estaba en la Semana de la Moda en París.
Patricio y Javier fueron a despedirse de ellos, aunque Patricio le había dicho a Abril que ya no quería nada con ella, no se daba por vencida y buscaba cualquier oportunidad para acercarse a él. Lo había seguido hasta el aeropuerto. Aún no era la hora de abordar y Smith quería estar todo el tiempo que le fuese posible con su niña, ya que no se había separado de ella desde que nació. Patricio se dio cuenta de que Abril estaba allí entonces la fue a ver, Smith se dio cuenta de que no estaba Patricio, le dejó la bebé a Saúl y fue a buscarlo.
Patricio estaba de espaldas a Smith, Abril estaba en frente de ella, cuando la vio besó a Patricio y desde donde se encontraba Smith se veía que él correspondió al beso, Smith volvió con los demás decepcionada, pero no demostraba su enojo.

-          ¿Enana estás bien? – Preguntó Saúl al verla, ya que la conocía perfecto.

-          Si, si estoy bien, no te preocupes – Respondió Smith. – ¿Me das a Sele? – Smith llamaba así a su hija cuando estaba con Saúl porque éste le reprochaba el haberle puesto dos nombres y llamarla por uno solo. Saúl se dio cuenta de que algo pasaba, y Javier también.

-          Mamá, ¿qué tienes? – Javier.

-          Nada, pero ven – Smith se aleja con Javier. – Sé que le dije a Patricio que se hiciera cargo de tu hermana, pero cambié de opinión. No me preguntes por qué ni nada, solo dime si tú te puedes hacer cargo de ella.

-          Claro que si ma, no te preocupes, vete tranquila que en unos momentos sale tu avión – Javier.

-          Okey, muchas gracias hijo. – Smith.

-          Enana, como que Sele tiene el pañal sucio – Saúl.

-          Dámela, voy al baño a cambiarla – Smith se va a cambiarla y en eso llega Patricio, después de haberle dicho a Abril que ya no lo buscara, que no le interesaba tener nada con ella.

-          ¿Y Smith? – Patricio.

-          En el baño – Saúl seco en su contestación, se dio vuelta dándole la espalda y mirando el teléfono.

Se escucha de fondo “los pasajeros del vuelo 898 con destino a Houston está a punto de despegar”. Javier va en busca de su madre, se despiden de todos. Y Smith le notifica a Patricio el cambio de planes.

-          Patricio, Javier se va a ser cargo de Azul, él tiene más experiencia en esto y no quiero que tengas problemas por mi culpa – Smith.

-          Está bien rubia, como tú quieras – Patricio le va a dar un beso y ésta le corre la cara, sin decir más suben al avión y se van.

En el avión Smith recibe un mensaje de Abril, era un video. En él se los veía a ella y a Patricio, él sentado en el sofá y ella encima de él, en bra. Smith reconoció la ropa de Patricio, era la misma de hacía dos días, recordó que Patricio se había desaparecido todo el día y no dudó. (En realidad Patricio había ido a aclarar las cosas con Abril, a decirle que ya no quería nada, ella lo intuyó y fue por eso que puso una cámara detrás de unos adornos y cuando llegó Patricio a su casa no le dio tiempo de nada y lo aventó al sofá. Patricio estaba quieto, sin hacer nada, y fue precisamente por eso que desconfió).

-          ¿Qué ves enana? – Preguntó Saúl mientras comía un sándwich.

-          Nada importante, oye, yo quiero – Smith tratando de evitar el tema y comiéndole el sándwich a Saúl mientras la miraba con cara de “nada te costaba pedir uno”, Smith se rió de la cara de Saúl.

Ya en Houston, lo primero que hicieron fue ir dónde sus superiores, los de los cargos más altos. Estaban esperándolos, ambos habían tenido la oportunidad de estar allí en diferentes ocasiones. Cuando llegaron los recibieron con honores por todos sus años de servicios y sus cargos jerárquicos.

-          Buenos días agentes, es un placer tenerlos aquí – Henry, uno de los superiores de los agentes del SDI.

-          Buenos días – Saúl y Smith estrechando las manos con sus jefes.

-          ¿Cómo les fue en el viaje? – Paul otra autoridad.

-          Muy bien, un vuelo tranquilo – Saúl.

-          Bueno, vamos a la sala de juntas que tenemos muchas cosas importantes de las cuales platicar, para eso los hicimos venir ¿no? – Frank (otro de ellos), dirigiéndose a sus semejantes con una gran sonrisa.

Todos entraron a la sala de juntas, comenzaron a hablar de las misiones exitosas y fallidos del último año, Smith no entendía bien por qué no estaba Javier ahí con ellos, luego respondieron a sus dudas. Pasaron horas allí dentro, finalmente llegaron al punto.

-          Smith, debido a todos los años que ha estado a nuestro servicio y dedicación decidimos ascenderla – Frank.

-          Queremos saber si está dispuesta a mudarse a Houston por un tiempo, para tomar este cargo debe realizar una última misión – Henry.

-          Esta misión consistirá en enamorar a Mauricio Cortés (les enseñan fotos), un empresario muy reconocido que también es joyero – Paul. – Él es viudo hace cinco años, tiene dos hijas, Bianca de diecisiete años y Giuliana de quince años (de las niñas también mostraban fotografías). – Smith escuchaba con mucha atención y Saúl estaba algo confuso.

-          Sabemos que ha sido madre hace apenas unas semanas, por eso es que queríamos saber si está dispuesta a hacerlo incluyendo a su hija – Henry.

-          Seguirá sien Sara Smith, una policía que trabaja en el SDI, pero que no tiene antecedentes en misiones especiales, en realidad Mauricio no es un traficante, ni un delincuente, todo lo contrario – Frank. Saúl ahora si estaba desconcertado

-          Disculpen mi intromisión, pero si no es un delincuente ¿por qué el enamorarlo y engañarlo? ¿Dónde entraría yo en esta misión? – Saúl

-          A eso vamos agente – Paul. – Mauricio conoce mucha gente, sabe que delinquen pero él no se mete en esos royos, tampoco delata a nadie, el punto de esta misión es sólo sacarle información, y en eso Smith es una experta. En cuanto a usted entraría como hermano de Smith en el juego, deberá estar con ella y acompañarla por la simple razón que no solo se trata de la vida de una reconocida agente, sino también de una bebé.

-          Entiendo – Saúl. Smith seguía escuchando atentamente.

-          Sabemos que es una decisión difícil, por lo cual les vamos a dar tiempo para pensarlo, eso sí, mañana necesitamos una respuesta definitiva – Henry.

-          Mañana por la mañana estaremos aquí, no se preocupen – Smith.

Saliendo del SDI, vuelven al hotel y comienzan a hablar del tema.

-          No aceptarás, me imagino, ¿no? – Saúl.

-          Claro que voy a aceptar – Smith.

-          ¿¡Qué!? ¿Estás loca o qué? – Saúl. - ¿Qué le vas a decir a Patricio? Él no va a aceptar que hagas eso.

-          Me viene valiendo (Saúl le tapa la boca y ella le quita las manos) tres cacahuates lo que diga Patricio Picasso, yo voy a hacer lo que yo quiera con mi vida – Smith enojada.

-          ¿Qué pasó? – Saúl.

-          Nada, solo me puso los cuernos – Smith. – No preguntes, no quiero hablar del tema. Pero piensa, esto lo he hecho miles de veces, además está en juego un gran puesto para ambos, porque si no escuchaste a ti también te ascienden.

-          Deberías de pensar en él, aunque sea un poco – Saúl.

-          Ya estoy cansada de pensar siempre en los demás, creo que es momento de que piense un poco más en mí, en mi bienestar y en el de mi hija, en los beneficios que ambas podemos obtener, además no sería un sacrificio, el objetivo no está nada mal (refiriéndose a Mauricio), está de muy buen ver. Lo voy a hacer estés de acuerdo o no – Smith se va a su habitación y deja solo a Saúl en la sala.

Al día siguiente Smith y Saúl van al SDI y aceptan la propuesta de sus jefes, éstos les dicen que deberán empezar con su misión precisamente en una semana y que ya tenían todo planeado, esto no les sorprendió ya que generalmente preparaban las misiones y luego preguntaban/ordenaban.
Smith le habló a Javier y le pidió que le trajera a Azul, le explicó todo y le exigió que no le dijera nada  a Patricio, los jefes habían permitido que Smith viera a su familia normalmente, Javier aceptó, pero Patricio se enteró (justo entró en la oficina de Javier cuando escuchó que le llevaría a Azul a primera hora).

-          ¿A dónde vas a llevar a la niña? – Patricio.

-          Con mi mamá. Como sabes acabo de hablar con ella y me pidió que le acercara a la niña porque le surgió un imprevisto y tendrá que quedarse más tiempo – Javier – Sabe qua va a extrañar a su pequeña, entonces prefiere estar con ella en Houston.

-          Qué raro. No me llamó, ni siquiera para decirme que había llegado – Patricio desconcertado.

-          No te preocupes, me dijo que está muy ocupada, debe ser por eso – Javier sabiendo el “engaño” de Patricio hacia su madre.

-          ¿Y así quiere tener a la niña consigo? – Patricio sarcástico.

-          Ya sabes cómo son las madres, siempre se las arreglan – Javier.

Javier le lleva la niña, ya tenían todo organizado para el encuentro y dos días antes Patricio va a hablar con Smith, más bien, discutir, estaba furioso porque Smith no se comunicaba con él, no atendía sus llamadas y le clavaba el visto en WhatsApp  Patricio llama a la puerta y Smith abre, éste entró sin permiso.

-          Me puedes decir qué demonios te pasa – Patricio muy alterado. - ¿Por qué diablos te comportas así?

-          Te quieres callar, Azul está durmiendo – Smith enojada.

-          ¡No me voy a callar hasta que no me digas que te pasa Smith! – Patricio a los gritos. Smith se descolocó y también comenzó a alzar la voz.

-          Pasa que me cansé, me tienes harta Patricio, ya no quiero saber más nada de ti – Smith.

-          ¿Pero por qué? ¿Qué te he hecho ahora? – Patricio completamente desconcertado.

-          Nada, no me hiciste nada – Smith un poco más calmada. – Es que tu y yo ya…. Ya no nos llevamos como antes, ya no confío en ti y no me siento segura de querer seguir con esto.

-          ¿Quieres terminar conmigo? – Patricio dolido.

-          Sí – Smith seca en su respuesta.

-          ¿Por qué? – Patricio.

-          Porque hay alguien más, y esta vez es en serio, no es ningún amigo – Smith.

-          ¿¡Qué!? ¿Quién? No te creo – Patricio enojado, decepcionado, herido.

-          Ya no quiero hablar, vete, entiende que ya no formas parte de mi vida y no quiero que te acerques a mí, ni a mi hija, ¿quedó claro? – Smith.

-          No te reconozco, haz lo que quieras – Patricio se va. Smith da un portazo y descarga todo en llanto y palabras de auto-consuelo.

-          Ya, toda está bien tienes que volver a ser la de siempre, sin que te importe nada.

Finalmente llegó el gran día, estaba todo preparado, Smith traía un vestido rosa, por hasta encima de las rodillas, llevaba a Azul en su cochecito, estaban en un parque al que Mauricio solía ir a correr ya que quedaba cerca de su casa.
Smith ve a un hombre que venía con vestimenta deportiva y por las fotos supo que ere él. Era un hombre apuesto, alto, ojos claros (celestes), moreno y con una gran espalda (por lo que había investigado Smith por su cuenta, Mauricio toda su juventud había sido deportista, jugó rugby y fútbol americano, por eso el lomazo). Inmediatamente Smith tomó su teléfono y hacía como que hablaba con alguien, antes de que éste pasara por su lado, dejó caer su bolsa y se puso de espaldas hacia él. Mauricio notó lo de la bolsa y se detuvo a recogerla y entregársela.

-          Disculpe, – Mauricio, Smith volteó.- se le cayó su bolsa – Smith hizo una seña como para que esperara.

-          Okey, así quedamos, bye – Smith “colgó” el teléfono. – Perdone, ¿qué decía? – Mauricio se quedó callado unos segundos observando a Smith. - ¿Señor?

-          Ah sí, emm, sí, se le cayó su bolsa – Mauricio dándole la bolsa a Smith.

-          Ay muchas gracias, me salvó la vida – Smith tomando su bolsa y sonriéndole a Mauricio. Este correspondió la sonrisa y volteó su mirada hacia Azul, la cual estaba jugando con las llaves de su mamá.

-          ¿Es su hija? – Preguntó Mauricio.

-          Sí, es mi niña – Smith viendo a su pequeña. – Es la única manera que tengo para entretenerla.

-          Jaja, le entiendo ya pasé por esto, ¿y cómo se llama? – Mauricio.

-          Selene – Smith.

-          Qué lindo nombre, es igualita a usted, y dígame ¿vive por aquí o sólo está de casualidad por estos rumbos? – Mauricio tocando la carita de Azul. Ya había notado con Smith no tenía ningún anillo, ni de casamiento ni de compromiso.

-          Jaja, vivo cerca aquí, de hecho acabo de mudarme a un departamento a dos calles de aquí – Smith tratando de informar a Mauricio.

-          Genial, entonces te veré seguido – Mauricio tomando confianza. – Perdón, que malos modales tengo, Mauricio Cortés.

-          Un placer Mauricio, Sara, Sara Smith – Smith presentándose. – me disculparás pero debo de irme, ya es hora de el biberón de Sele.

-          Sí claro, espero verlas pronto, me dio mucho gusto conocerlas – Mauricio.

-          A nosotras también, ¿verdad Sele? – La nona sonrió a su madre y ambos rieron – Hasta pronto – Smith pasó con el cochecito por al lado de Mauricio y este suspiró.

-          Wow, qué mujer, que belleza, la voy a volver a ver, de eso me encargo yo – Mauricio.

Al llegar a casa Smith se encuentra con sus jefes y Saúl en la sala, le pidieron que les contara lo que había pasado, así lo hizo y le dieron su aprobación para seguir adelante con sus planes, la felicitaron por su hija y se fueron. Saúl andaba tras de ella como perrito asustado atosigándola de preguntas:

-          ¿Qué pasó? ¿Cómo te cayó? ¿Qué te dijo? ¿Cómo es? Osea de personalidad. ¿Cómo te trato? – Saúl persiguiendo a Smith por toda la casa.

-          Aish, ¿te quieres callar? Ya me mareaste – Smith regañando a Saúl. – Me pareció un hombre muy agradable, a decir verdad, es muy amigable, me cayó muy bien.

Pasaron los días y Smith se “encontró” a Mauricio un par de veces, hablaban, comentaban cosas de sus vidas. Todos los días a las ocho am ambos estaban en el parque, pero un día le pareció raro a Mauricio que ella no había ido al parque a pasear a Azul, al día siguiente (habían pasado dos semanas del primer encuentro), Mauricio estaba corriendo como todas las mañanas y vio el cochecito de Azul, se acercó pensando que se iba a encontrar con ella, pero no, estaba Saúl con la pequeña.

-          Hola hermosa, ¿y mamá? ¿dónde está? – Mauricio hablándole a Azul. Saúl estaba de espaldas al carrito, al escuchar a Mauricio volteó.

-          ¿Se le ofrece algo? – Saúl viendo raro apropósito a Mauricio. – ¿Vos sos Mauricio Cortés?

-          Sí soy yo, ¿y tú eres? – Mauricio desconcertado.

-          Yo soy Saúl, el hermano de Sara, ella me ha hablado mucho de vos – Saúl.

-          Ah sí, Sara también me habló de ti, oye, ¿y por qué no vino? Hacen dos días que no la veo – Mauricio.

-          Es que está enferma, se puso a tomar helado, que le encanta a la enana y bue, le dio gripe – Saúl.

-          Ah ya, bueno, me la saludas. – Mauricio.

Tres días después Smith va al parque, Mauricio la vio de espaldas, ella estaba distraída, éste vino y la asustó clavándole los dedos en las costillas, Smith saltó y tiró el teléfono. Mauricio moría de risa.

-          Qué tarado, me asustaste – Smith pegándole cariñosamente a Mauricio. Éste aún riendo le alzó el celular – ¿Cómo me haces eso?

-          No lo pude evitar jaja. Ey, te extrañaba belleza, ¿verdad que te lo comentaba Sele? – Mauricio hablándole a la bebé.

-          Sí, estaba enferma, pero prometo recompensarte por la ausencia jaja – Smith.

-          ¿Recompensarme? – Mauricio.

-          Sí, pídeme lo que quieras – Smith tratando de conquistar a Mauricio, lo cual funcionó.

-          Okey, mañana a las nueve pm, cena, tú y yo. ¿Te paso a buscar o nos encontramos en el restaurant? – Mauricio aprovechando la oportunidad.

-          Eemmm, nos encontramos. Dame la dirección y yo llego puntual. – Smith.

-          Me gustan las mujeres puntuales – Mauricio conquistando a Smith.

Cuando llega a casa Mauricio, les comenta a sus hijas que saldrá con la mujer del parque…

-          ¿¡Qué!? ¿Cómo que vas a salir con esa señora? ¿En plan de qué? – Bianca, la hija mayor de Mauricio.

-          En plan de amigos, por ahora, bueno espero – Contestó Mauricio mientras Bianca lo veía desconcertada, como enfadada.

-          ¿Cómo que por ahora? ¿Quieres que sea tu novia? – Giuliana, la hija menor de Mauricio.

-          Eso, espero, pero aún es pronto para saber – Mauricio.

-          Yo quiero conocerla, si va a ser tu novia quiero saber cómo es – Giuliana.

-          Por el momento no se puede corazón, quiero ver hasta adonde avanzan las cosas, porque si se la presento ahora y luego no funciona, ¿qué caso tiene? – Mauricio.

-          No es justo. Ella tiene una hija y tú la conoces – Giuliana mientras su hermana estaba sentada en el sofá enojada.

-          Sí, pero es pequeña, es una bebé. Cuando sea mi novia les prometo que lo primero que voy a hacer es traerla a casa para que la conozcan – Mauricio.

Llega el día de la cita y Mauricio se está terminando de arreglar, en eso golpea la puerta de su habitación Bianca, pide permiso y entra.

-          Te esmeraste – Bianca observando detenidamente a su padre. – Debe de valer la pena para que te pongas así de guapo. – Mauricio le sonríe por el espejo.

-          ¿Ya se te pasó el enojo? – Mauricio, Bianca se sienta en la orilla de la cama y observa y acariciaba una foto de su madre.

-          Sí, perdón – Bianca con un tono de voz triste, Mauricio nota esto y voltea hacia ella. – Pasa que es la primera vez desde la muerte de mamá que te esfuerzas tanto por caerle bien a una mujer… Osea sí, tenías novias, pero como que te daba igual, no sé, es como que no te importaba demasiado y ahora sí. – Mauricio se para y abraza a su hija.

-          Mi ángel, tu mamá siempre va a ser el amor de mi vida, pero ahora por fin conocí a una mujer que me hizo sentir lo que hace mucho tiempo no siento. Nunca la voy a olvidar, pero hay que seguir adelante, ¿o prefieres que me quede solito, viejito y cuando ustedes tengan sus novios le haga de chaperón? – Mauricio tratando de animar a Bianca.

-          Ay no, suficiente así, mejor cásate ya – Bianca riendo. – Pero ya en serio, voy a esforzarme para llevarme bien con Sara, ¿no? ¿así se llama?

-          Sí, así se llama, gracias mi niña- Mauricio abraza a su hija y la aplasta, ella se quejaba. – Bueno, me voy porque se me hace tarde, no te duermas muy tarde, ¿okey? Te encargo a tu hermana…

-          ¡Ya vete! Luego se quejan de las mujeres – Bianca corriendo a su padre de la habitación.

Mauricio llega, se dirige hacia la mesa que tenía reservada cuando de pronto ve a Smith, se queda boquiabierto y la observa de pies a cabeza. Traía un vestido azul Francia, cerrado adelante, con escote en “V” atrás, el cual resaltaba mucho sus ojos. Mauricio se acercó a ella y le besó la mejilla.

-          Te dije que era puntal – Smith.

-          Estás hermosa – Mauricio. – Hueles rico.

-          Oye ya, para de alagarme tanto – Smith “sonrojada”. – Cumplí con mi promesa. – Mauricio le sonríe.

-          Sólo digo la verdad, pero ya vamos a sentarnos que estás captando la atención de todos los hombres – Mauricio llevando a Smith hasta la mesa.

Conversan con más profundidad de sus vidas, de sus familias, de sus hijos, de sus gustos, de sus paciones y de algunas relaciones fallidas. Mauricio aprovechaba cada oportunidad que tenía para insinuársele a Smith, siempre con respeto y prudencia, Smith correspondía y a la vez se alejaba, estrategia.
En el restaurant de fondo había música, Smith le había comentado que no le gustaban las cursilerías, ni mucho menos pasar vergüenza. Mauricio se aprovechó de esto.

-          Ah, ¿con que no te gusta? Pues déjame decirte que yo soy un romántico por naturaleza – Mauricio.

-          No hay problema con que seas romántico, al contrario, me gusta – Smith.

-          Creo que voy a hacer algo que te va a molestar, pero va a valer la pena – Mauricio.

-          ¿Qué vas a hacer? – Smith.

-          Ya verás – Mauricio se levanta y comienza a cantar al ritmo de la música de fondo.

Smith no sabía qué hacer. Miraba para todos lados, se tapaba la cara, reía, se mordía los labios, jugaba con un anillo que tenía mientras regañaba a Mauricio.

-          ¡No! Cállate. Siéntate por favor. Ya para. Me voy a ir – Smith avergonzada, nerviosa y a la vez alagada.

-          Paro si me das algo a cambio – Mauricio.

-          ¿Qué? Pídeme lo que sea, pero ya para – Smith.

-          Un beso – Mauricio.

-          ¿Qué? – Smith sorprendida. Al no decir u hacer nada, Mauricio comenzó a cantar de nuevo. Smith se levantó y le dio un beso (y qué beso). - ¿Ya? – Mauricio se quedó como tonto.

-          Ya – Mauricio sentándose.

-          Eres un aprovechado, te pasas eh – Smith.

Mauricio acompaña a Smith hasta la salida del restaurant, esperaban a que trajeran su coche (el de Smith) y mientras lo hacían seguían riendo, se llevaban muy bien. Cuando le entregan su auto, al despedirse Mauricio toma a Smith por la cintura y la besa.

-          Hasta pronto belleza, tus besos saben rico – Sin decir más Mauricio se va, sin darle tiempo a Smith a que le dijera algo.

Mientras iba de camino a casa, Smith pensaba en lo que acababa de vivir, reía sola, también pensó en el beso, le gustó. Cuando llegó a casa, vio a Saúl durmiendo con Azul, alzó a la niña y se la llevó a dormir con ella.
Pasaron los días, Mauricio y Smith salían como algo más que amigos, hasta que un día llega Patricio al departamento de Smith. Entra sorpresivamente.

-          De verdad que eres de lo peor, eres una fácil, un cualquiera – Patricio completamente enojado.

-          ¿Qué te pasa? ¿Quién te crees que eres para venir a hablarme así a mi casa? – Smith también enojada.

-          Un idiota, eso es lo que soy. Ya sé todo, ya me encargué de averiguar que hacías – Patricio.

-          ¿De qué hablas? ¿A qué te refieres? – Smith.

-          De que me pusiste los cuernos, por eso te viniste sin decir nada. Viniste por un respiro, para descansar, ¿no?, y después te acordaste que tenías hija – Patricio completamente enojado.

Smith le pega una bofetada. Patricio la toma por la cintura, Smith se resiste, Patricio la besa (la puerta estaba entreabierta y justo venía Mauricio).

-          Belle…  – Se cada callado al ver esta situación (Smith se estaba resistiendo al beso). Patricio al escucharlo la suelta y voltea.

-          ¿Es él? – Mirando a Smith.

-          Sí – Smith.

-          ¿Qué está pasando aquí Sara? – Mauricio.

-          Yo te voy a decir lo que pasa – Patricio golpea a Mauricio. Éste le devuelve el golpe, y se agarran a pelear.

-          ¡Basta! Ya paren. Basta por favor ya – Smith tratando de separarlos, finalmente lo logró. – ¡Vete! ¿Cuántas veces te tengo que decir que no te quiero en mi vida? ¡Lárgate! – Dirigiéndose a Patricio.

-          Cuídate, y no precisamente de mí. Tarde o temprano te va a lastimar – Patricio dirigiéndose a Mauricio. Después de que finalmente se fue Mauricio quiso aclarar sus dudas.

-          ¿Ese es el tal Patricio? ¿El que te lastimó tanto? – Mauricio.

-          Sí, pero no quiero hablar de eso, por favor no – Smith.

-          Sara… Yo quiero cuidarte, quiero estar a tu lado, quiero ser parte de tu vida y que tú seas parte de mi vida. ¿Qué dices? ¿Me permites estar a tu lado? – Mauricio acariciando la cara de Smith. Ella se quedó un poco en shock. La besó y Smith correspondió al beso. En algún sentido estaba comparando los besos, con Patricio sentía un profundo amor y temblaba como hoja de papel y con Mauricio se sentía cómoda, tranquila y protegida.

-          ¿Eso es un sí? – Mauricio.

-          Sí. Sí quiero algo serio contigo – Smith.

Fueron pasando los días y Mauricio tenía que cumplir con lo que les había prometido a sus hijas. Era de noche, un día después de que Azul cumpliera 4 meses. Mauricio va al departamento de Smith, toca el timbre, ésta abre con su bebé en brazos y se dan un beso.

-          Hola belleza – Mauricio.

-          Hola guapo – Smith. Mauricio toma a Azul en brazos.

-          Hola hermosura – Mauricio saludando a Azul. – Oye, yo pienso que ya es hora de que te presente a mis hijas – Smith se le queda viendo algo sorprendida.

-          ¿En serio? ¿Tú crees? – Smith un poco angustiada.

-          ¿Qué pasa? ¿No quieres conocerlas? – Mauricio sentado en el sofá.

-          Claro que sí, no es eso guapo – Smith sentándose en el brazo del sofá. – Es que no sé como vallan a reaccionar tus hijas. Sé que es difícil hacerse a la idea de que tu padre tenga una relación con una mujer que no sea tu madre…

-          Lo sé, pero mis hijas entienden. Al principio Bianca se comportó un tanto inmadura, pero luego reconoció su error y pidió disculpas –Mauricio tomándole la mano a Smith.

-          Está bien, ya me convenciste, ¿y cuándo sería la gran presentación? – Smith sarcástica.

-          Pasado mañana, en mí casa – Mauricio. Smith lo ve sorprendida.

-          ¿Y por qué no mañana? – Smith aún más sarcástica.

-          Porque tengo que organizar las cosas – Mauricio, también sarcástico.

Llega el día. Era por la mañana temprano y Smith estaba con Saúl y Azul viendo lo que iba a poner a la noche, cuando suena su teléfono.

-          Hola guapo – Smith.

-          Hola belleza – Mauricio.

-          Ay sí como no, esto ya se puso empalagoso, vámonos a la sala… – Saúl dirigiéndose a Azul. Smith lo mira y le sonríe.

-          Oye, hubo cambios de planes – Mauricio notificándole a Smith.

-          ¿Qué? ¿Cómo? – Smith.

-          Las niñas quieren conocer a Azul también – Mauricio. De fondo se escuchan las voces de sus hijas y de una amiga de Bianca.

-          Ah, está bien, me habías asustado – Smith. – Al parecer estás muy entretenido.

-          Sí, no te imaginas, prácticamente las niñas organizaron toda la cena. Mauricio. De atrás se escucha…

-          ¡Papá! Que no se te olvide. Pregúntale que si pescado o pollo – Bianca.

-          Shh no grites. Que si quieres cenar pescado o pollo. – Mauricio.

-          Emm, mejor pollo – Smith.

-          Qué pollo – Mauricio.

-          ¿¡Qué!? – Bianca.

-          ¡Que quiere pollo! – Mauricio. – Perdón están en la cocina y yo en la sala.

-          Está bien, no te preocupes – Smith.

Vuelve Saúl a la habitación, Smith sigue hablando con Mauricio y arreglando los últimos detalles. Cuelga y conversa con Saúl. Se hace de noche y ya era hora de ir a la cena.

-          Ya para de dar vueltas, me mareas – Saúl.

-          Es que estoy nerviosa. Y no encuentro los malditos zapatos – Smith.

-          ¿Cuáles? ¿Los cerrados? – Saúl.

-          Sí esos, ¿los viste? – Smith.

-          Sí, aquí –Saúl le da los zapatos a Smith.

-          Okey, ya es hora de irme, deséame suerte – Smith.

Smith llega a la “casa” de Mauricio y se queda sorprendida (era una mansión, ella ya la había visto pero se sorprendió al verla en vivo). Se baja, toca la puerta y sale Mauricio. Estaba elegante, no de traje, pero si muy elegante, al igual que Smith que llevaba una pollera “tubo” y una camisa.

-          Hola, ven, pasen – Mauricio.

-          Hola – Smith. Se besan. – Aish estoy muy nerviosa.

-          Tranquila, se van a caer bien, son un amor, como tú – Mauricio. Smith lo ve como diciendo “si son como yo, no va bien la cosa”. – Niñas, bajen, ya llegaron Sara y Sele (sabía que se llamaba Azul, pero le gustaba más Selene) – Las hijas bajaron.

-          Hola, yo soy Giuliana – Dándole un beso a Smith. – Aww que linda bebé, es hermosa – Acariciándole la carita a Azul. Giuliana llevaba un pantalón blanco y una remera celeste.

-          Hola, Giuliana, yo soy Sara y ella es mi hijita, Selene – Smith viendo a su pequeña. – Qué bonita blusa, hace juego con tus ojos.

-          Jaja, gracias, es nueva. La eligió Bi por mi – Giuliana señalando a su hermana.

-          Yo soy Bianca, ¿qué tal? Hasta que al fin te conocemos, mi papá nos ha hablado tanto de ti – Mirando a su papá y riendo – No me mires así, es la verdad – A su padre.

-          Jaja, él también me ha hablado mucho de ustedes. Es un placer Bianca – Smith. – Son muy lindas tus hojas, tienen unos ojos hermosos (Bianca los tenía verdes) – Hablándole a Mauricio.

-          Tú también eres muy hermosa, la verdad pensé que papá exageraba, pero no, sólo dijo la pura verdad – Bianca.

-          Bueno, vamos a cenar, no sabes, las niñas prepararon un menú exquisito – Mauricio comentándole a Smith.

-          No se hubieran molestado, no era necesario – Smith a las niñas.

-          Nos gusta cocinar, además, es una ocasión especial – Giuliana.

-          Eso sí – Mauricio.

Se sientan a comer y conversan toda la cena. Llega un momento de la velada en que Azul cae rendida y Smith la alza, las niñas insistían en que la dejasen en su cuarto, pero Smith no quería por miedo a que despertara y se asustara.
Termina la cena y Mauricio decide acompañar a Smith a su casa. Giuliana ya se había ido a acostar, pero Bianca aún estaba despierta.

-          Yo te llevo, es tarde – Mauricio.

-          No hace falta, quédate con tus hijas – Smith.

-          No Sara, papá tiene razón, no vaya a ser que algo te pase – Bianca.

-          Está bien, me convencieron – Smith se despide y sale. Abre la puerta trasera del auto para acostar en su butaca a Azul.

-          Princesa llego tarde, o no llego por… - Mauricio.

-          No cállate, demasiados detalles. Bye y disfruten – Bianca. Mauricio ríe y trata de decirle algo. – Ya, sí, no te preocupes por Giu.

-          Okey, te amo – Mauricio.

En el camino Mauricio y Smith platicaron de la cena, de las niñas, de los chistes de Giuliana, de las historias de Mauricio y de los comentarios tan graciosos de Bianca. Ambos quedaron satisfechos con los resultados.
Cuando llegan al apartamento, Mauricio sube con ellas.

-          Bueno hermosura mía, me voy – Mauricio.

-          ¿Cómo que te vas? ¿En qué? – Smith.

-          Caminando, no vivimos tan lejos – Mauricio.

-          ¿Estás loco? Eso sí que no – Smith. – Pasa, voy a acostar a la niña, por lo visto Saúl no está. – Mauricio se sienta y al ratito vuelve Smith.

-          ¿Y entonces? ¿Qué hacemos? – Mauricio.

-          Y si no te molesta te puedes quedar aquí – Smith sentándose a su lado.

-          ¿En el sillón? – Mauricio.

-          No, en mi cuarto y yo en el sofá – Smith.

-          Tengo una idea mejor – Mauricio con voz de seductor.

-          ¿Así? ¿Cuál? – Smith siguiéndole el juego.

-          Ésta – Mauricio la besa y la toma por la cintura. Ella corresponde a sus besos. – Eres hermosa, muy hermosa. Smith lo besa.

Smith le quita la camisa y Mauricio le bajó el cierre de la pollera. Ambos se acariciaban. Mauricio se paró. Smith se desconcertó un poco.

-          ¿Qué pasó? – Smith.

-          ¿Y tu habitación? – Mauricio.

-          Es la puerta del final del pasillo, ¿por qué? – Smith.

-          Porque allá vamos – Mauricio la besa nuevamente y Smith lo abraza del cuello. Él la alza y la lleva hasta la habitación.

Smith le desprende la hebilla del cinturón y Mauricio le quita la camisa, la acuesta en la cama y hacen el amor. Al día siguiente Smith se despierta abrazada a Mauricio. Lo acaricia y ve que a su lado estaba Azul.

-          ¿Qué haces tú aquí? ¿Eh? – Smith. Mauricio estaba despierto y ella no lo notó.

-          Lloró en medio de la noche, me fije y decidí traerla – Mauricio.

-          Eres un amor – Smith.

-          Y tú te vez hermosa hasta cuando duermes – Mauricio.

-          Ya cállate, estoy recién despierta, soy un horror – Smith sonrojada (de verdad, no era actuación).

-          El horror más lindo que haya visto en toda mi vida – Mauricio.

-          Eres de lo mejor – Smith besa a Mauricio.

Van pasando los días, Smith y Mauricio tienen una relación muy bonita, estable y se llevan muy bien. Mauricio insistía en conocer a Javier y a su familia, Smith le daba largas.

-          ¿Por qué no quieres conozca a tu hijo? – Mauricio serio.

-          No es que no quiera, pasa que Javier es muy celoso, tiene mucho trabajo, pero en cuanto pueda yo te aviso – Smith. – No te enojes… mírame, nada me haría más feliz que tú y Javier se conozcan – Smith acariciándole el rostro a Mauricio.

-          Aaaayy Dios – Mauricio tomando por la cintura a Smith. - ¿Por qué te amo tanto? Te aprovechas de mí y haces lo que quieres conmigo.

-          ¿Cómo? Jaja, si yo hiciera lo que quisiera mm… - Smith mirando a Mauricio con cara de pícara.

-          Mmm, yo me dejo – Dijo Mauricio mientras ambos reían. Smith lo besó.

Esa misma noche Smith le llamó a Javier y le preguntó cuándo podría venir, él le contestó que en unos dos días tendría días libres, que allí iría con su familia. Smith le agradeció. Cuelga el teléfono y se dirige hacia la sala, allí estaba Saúl viendo la tele.

-          Oye, ¿y tú qué? – Smith.

-          ¿Qué de qué? – Saúl.

-          ¿Qué pasó con Soledad? – Smith.

-          Mi vida, sabes que yo no puedo tener una pareja por más de dos meses, me aburro – Saúl.

-          Eres un caso irremediable – Smith. Llaman a la puerta, era Mauricio.

-          Hola belleza – Mauricio, besó a Smith. Saúl se levantó del sofá.

-          Me disculparán tortolitos pero como que estoy haciendo mal tercio, por lo que me fui a dar una vuelva – Saúl. – Recordá que hay menores – Le susurró a Smith. Ésta rió.

-          ¿Qué pasó? ¿Hablaste? – Mauricio.

-          Sí, dice que como mucho en tres días estará aquí – Smith sentando a Mauricio en el sofá.

-          ¿Crees que le caiga bien? – Mauricio.

-          ¿De verdad es tan importante para ti? – Smith.

-          Sí, porque es tu hijo, es parte de ti y siento la necesidad de que sepa que yo te quiero bien – Mauricio.

-          Ay eres todo un dulce, lo contrario de mí – Smith riendo.

-          Por eso congeniamos, yo te doy la dulzura que te falta y tú me das la seriedad que necesito – Mauricio tocándole la pierna a Smith. Ésta le sacó la mano y lo beso.

-          Yo soy muy seria señor – Smith sentada sobre la falda de Mauricio.

-          Se nota señora, usted es a seriedad personificada – Mauricio mientras su mano pasaba por la espalda de Smith.

Smith se para, cierra la puerta de fuera con llave, y mientras está de espaldas Mauricio la toma por detrás, comienza a besarle el cuello. Smith se voltea y lo besa, van caminando mientras se besan y hasta llegar al sofá donde caen, Smith cae sobre él.

-          Eres adictiva – Mauricio.

-          Shh, calla y bésame – Smith.

Pasan tres días y Javier llega de visita, era de mañana, por la noche conocería a Mauricio y su familia.

-          Te va a caer bien, ya verás – Smith a Javier.

-          Me da igual, mientras te trate bien – Javier.

Llega la noche y habían quedado de encontrarse en un restaurant. Toda la familia de Smith (Azul, Javier, Reina, sus nietos, Asunción y Saúl) ya estaba allí. De pronto Smith ve por la ventana a Mauricio con sus hijas y se para de la mesa para recibirlos.

-          Allí vienen – Comentó Smith. Todos observaban. – Hola hermosas, hola guapo – Smith besa a Mauricio.

-          Hola. Oye, no me beses, no vaya a ser que termine con un ojo morado – Susurró Mauricio a Smith. Ésta rió.

-          Bueno los presento… él es Mauricio, mi pareja, y ellas sus hijas, Bianca y Giuliana – Smith señalándolos. – Y ellos son mi familia. Javier; mi hijo mayor, Reina; su esposa, mis nietos; Clara y Nicolás; Asunción, la madre de Reina y una gran amiga y Saúl mi hermano – También señalando a sus familiares.

-          Hola es un placer, ¿qué tal? – Todos presentándose.

Piden de cenar y conversan de todo, Mauricio se esforzaba por caerle bien a Javier, él lo notaba y trataba de dale algo de confianza.

-          Está muy serio – Le susurró Mauricio a Smith.

-          Es muy serio, es como yo, no te preocupes – Smith tratando de tranquilizar a Mauricio.

Acaba la cena y todos se despiden.

-          Fue un gusto conocerte, y quédate tranquilo, me caíste bien y todo va a estar bien en tanto no lastimes a mi madre – Javier sonriendo y de pronto se puso serio al hablar de su madre. Mauricio se quedó mudo. – Jaja, tranquilo es broma, pero sólo no la hagas sufrir, es una gran mujer y no se lo merece.

-          Yo nunca haría algo que la lastimara – Mauricio viendo a Smith que estaba con Azul y Nicolás, los tenía en la falda.

Cada uno se va por su parte y sólo quedan Smith y Mauricio.

-          ¿y qué tal? ¿Contento con los resultados? – Smith.

-          Sí, muy – Mauricio. Se besan. Reina se había olvidado el bolso, entonces Javier se bajó del coche a buscarlo. Inmediatamente Mauricio suelta a Smith.

-          Ay por favor, no te hagas, bien que te vi… – Javier riendo y con cara de “ajá”. – Bien que tu manito se estaba yendo de su cintura. Mauricio se puso rojo.

-          ¡Javier! – Smith con cara de “cállate”.

-          ¿Qué a poco no? – Javier. Inmediatamente entró para buscar el bolso antes de que su madre le dijera algo.

-          ¿Nos vemos más tarde? – Mauricio.

-          Ya es tarde – Smith.

-          Ay sí, pero tú sabes – Mauricio tocándole una nalga (disimuladamente).

-          Oiga, ¿qué le pasa? No sea lanzado usted – Smith quitándole los brazos de alrededor de su cintura. - ¿Cómo crees? Hoy no puedo, mi hijo se queda en casa, es imposible…

-          Aaaiishh, es que no aguantoo, no sé que me diste que no puedo vivir sin ti – Mauricio. Smith lo toma del cuello y nuevamente lo besa. En eso sale Javier.

-          Jm jm – Javier tosiendo apropósito. Nuevamente se separan. – Que pasen linda noche, y a ti te espero DESPIERTO en casa (señalando a su madre).  Tú no abuses de mi confianza (señalando a Mauricio). – Riendo.

-           Okey, ¿te voy a tener que dejar ir? – Mauricio.

-          Seep – Smith.

-          Bueno, ni modo – Mauricio la besa. – Hasta mañana.

Pasaron tres meses (Azul tenía siete meses y medio), ultimadamente Mauricio andaba raro, inquieto, hasta nervioso. Esto llamaba mucho la atención de Smith, pensaba mil cosas y como siempre se las comentaba a Saúl.

-          ¿Vos crees? – Saúl.

-          No sé, no sé qué creer… pero piensa es lógico, o se enteró de que somos agentes o tiene otra, es así de simple – Smith yendo y viniendo por la sala.

-          Para mí no, debe de ser otra cosa, yo lo veo igual que siempre – Saúl. – Ya sentate que me mareas.

-          Sí, pero lo que pasa es que tú no te acuestas con él – Smith algo enojada, se sienta.

-          Bueno bueno, bajale dos rayitas a tu histeria... – Saúl calmando a Smith. – Bueno ahora yo también me calmé… Mirá, no te preocupes, de seguro no es nada, debe de andar con mil cosas en la cabeza, no sé algo con las hijas, que se yo.

-          Tienes razón, perdón… - Smith parándose nuevamente y dando mil vueltas. – Pero es que me molesta mucho su actitud, ¿de verdad no crees que tenga otra?

-          Aaaaaiishhh, que noooo – Saúl parándose y sentando a Smith en el sofá. – Y en todo caso, ¿a vos que más te da si está con otra o no?

-          Lo mato. Si me llega a hacer eso lo decapito. Mira le arranco los ojos con mis propias uñas – Smith completamente enojada. Saúl se le queda viendo con cara de “¿qué te pasa?”.

-          Ajam. Mirame… - Saúl se le para enfrente y le agarra la cabeza, Smith lo ve raro. - ¿Vos te enamoraste de él? – Smith automáticamente se lo quita de encima.

-          ¿¡Qué!? ¿Cómo piensas que YO? Osea que YO, ay por Dios. Claro que no – Smith muy nerviosa. Saúl la toma del cuello con ambas manos.

-          A ver, a ver. Siii, jaja siii. Estás enamoraadaa – Saúl haciéndole burla a Smith.

-          Ya cállate – Smith disimulando la risa. – ¡Ya basta!..... Oye… ¿tanto se me nota?

-          JAJAJA ¡¡¡Yo lo sabía!!! – Saúl.

Al rato Smith se estaba bañando y suena el teléfono fijo. Atiende Saúl, era Mauricio y le pidió que no le dijera nada a Smith sobre la llamada que le iba a llegar un paquete y sólo tenía que dárselo. Así fue era una caja grande.
Cuando Smith sale del baño se lo da.

-          ¿Y esto? – Smith.

-          Te lo mandó Mauricio. Saúl. Smith no lo duda y abre. Había una carta.

“BELLEZA:
                  Aquí en el paquete encontrarás un vestido, unos zapatos, joyería, en fin, cosas para que te veas hermosa (más de lo que eres).
  Quiero que estés lista a las diez pm, un coche te va a estar esperando en la puerta de tu casa, EN LA ENTRADA, es negro. Te subes sin preguntar nada y cuando llegues a destino sigues el camino (notarás cual es).
  Te espero ansioso Sara. No me falles, no desconfíes, no hagas preguntas, no dudes de mí.

                                                                                                                                                    MAURICIO.”

Esto confundió aún más a Smith, no sabía si era una trampa, si la iba a entregar, o si sólo era una cena romántica. El caso es que hace todo lo que él le indicó en la carta.
Smith se asombró al ver que el coche se detuvo en un hangar. Mauricio la estaba esperando de traje, combinaba perfecto con el vestido que Smith traía puesto (un vestido dorado con brillos, largo y escote). Se acerca hasta él.

-          Oye, me quieres explicar qué está pasando – Smith.

-          Sí, nos vamos a dar una vuelta por Houston, en avioneta – Mauricio.

-          ¿Qué? – Smith se quedó sorprendida. Tenía miedo de lo que pudiese pasar, pero no lo demostraba, ella se veía contenta.

-          ¿Vamos? – Mauricio. Smith asentó y ambos subieron a un jet.

Mauricio estaba nervioso, Smith asustada, pero ambos charlaban como si nada… disfrutaban de la vista, tomaban vino, cenaron, todo en el jet de Mauricio.
Llega un momento en el que el clima se puso muy tenso y pesado.

-          Mau, ¿estás bien? ¿Pasa algo? – Smith preocupada.

-          Sí, sólo que esto es difícil… - Mauricio.

-          ¿Qué es difícil? – Smith.

-          El proponerte matrimonio – Mauricio. Smith se quedó shockeada, con los ojos grandes y la boca abierta, mirando a Mauricio. Éste se arrodilla ante ella y saca de su bolcillo una cajita, dentro de ella había un anillo con diamantes. – Sara… ¿Quieres casarte conmigo?

-          No – Smith aún shockeada y tapándose.

-          ¿¡No!? – Mauricio asustado.

-          No, sí – Asentó Smith.

-          ¿Qué? – Mauricio confundido.

-          Aish tú, que no lo puedo creer y que sí, sí quiero casarme contigo, obvio que sí – Smith toma el rostro de Mauricio y lo besa.

-          El anillo – Dijo Mauricio mientras seguía besando a Smith.

-          ¿Qué? – Smith desorbitada.

-          Que me dejes ponerte el anillo – Dijo Mauricio mientas lo sacaba de la cajita.

-          Está hermoso mi amor, gracias – Smith.

-          Te amo… no te das una idea de cuánto te amo – Mauricio. Smith le acaricia el rostro y nuevamente lo besa.

Cuando regresan al hangar, los estaba esperando un auto, el cual los lleva a un hotel.
Smith y Mauricio entran a una habitación, él comienza a besarla, luego besa su cuello, mientras Smith muerde su labio inferior.

-          Me has hecho el hombre más feliz sobre la tierra, y el cielo – Mauricio quitándole el vestido a Smith.

-          Jaja, eres un bobo, pero te amo bobo y todo – Smith mientras se dirigían a la cama.

Luego de la noche tan romántica que habían pasado, Mauricio acompañó a Smith a su departamento, no paraba de admirarla, de acariciarla, de besarla…
Cuando Smith entra a su casa, con los zapatos en la mano, la estaba esperando Saúl, despierto y alterado.

-          ¿Qué te pasa, eh? ¿Por qué no me contestabas? ¿Qué excusa vas a poner? – Saúl enojado mientras Smith estaba apoyada en la puerta observándolo con una gran sonrisa. - ¿De qué te reis? ¿No te das cuenta que me traías con el alma en un hilo? ¿Y qué? ¿No me vas a contar que pasó?

-          Mmmm… no pasó la gran cosa, solooo…. – Smith haciéndose la interesante.

-          ¿Quéeeee? Ya dime – Saúl completamente intrigado.

-          Mmmm… mira – Smith le pone la mano cerca de la cara mostrándole el anillo y comenzó a caminar por la sala así.

-          ¿¡Qué!? ¿Es en serio? Noooo, a ver – Saúl.

-          Lo estás viendo – Smith.

-          Ya payasa, quiero ver esas perlas – Saúl. Corretea a Smith, ve el anillo, la alza y comienza a darle vueltas. – Te me vas a casar, ¿en qué momento? Pensé que te me ibas a morir sin pisar un altar.

-          Ay ya, no seas baboso – Smith.

Mientras tanto, en la casa de Mauricio…

-          ¿¡Cómo!? ¿De verdad? – Bianca.

-          Ay pa, ¿en serio? Qué gran noticia – Giuliana.

-          Ay sí, soy muy feliz – Mauricio abrazando a sus hijas, más bien apretujándolas.

Luego de contarle a todo mundo de la gran noticia, Mauricio y Smith hicieron todos los preparativos de la boda. Ambos estaban muy emocionados.
Pasaron casi dos meses (Azul tenía, prácticamente, nueve meses). Un día antes de la boda, Smith estaba en la sala de su casa con la modista, viendo los últimos detalles de su vestido. De repente tocan la puerta, era Patricio.

-          Tenemos que hablar. Inmediatamente. No acepto un no como respuesta. AHORA – Patricio completamente enojado.

-          Eeeh Sonia, te importaría si seguimos más tarde, tengo que hablar con el señor – Smith. Sonia (la modista) se fue, Patricio entró a los gritos, Smith lo veía con cara de “a ti qué”.

-          ¿Qué diablos es eso de que te vas a casar? ¿Por qué? – Patricio.

-          Tú lo dijiste. Me caso. Y por la simple razón de que se me pega la gana – Smith.

-          No te entiendo, te juro que no te entiendo – Patricio.

-          ¿Qué no entiendes? A ver, no hay mucho que entender Patricio… - Smith cansada, mientras que Patricio estaba conteniendo el coraje y el llanto. – Mauricio es un gran hombre, me ofrece una vida maravillosa para mi hija y para mí. Me ofrece un anillo, una boda, hijos, una familia, estabilidad, Mauricio me ofrece todo eso que tú un día me dijiste que no me darías…

-          En ese momento no te importaba, no lo querías – Patricio mientras cae una lágrima por su mejilla.

-          Tú lo dijiste, en ese momento… pero mira, nada es igual que antes, tú y yo no somos los mismos… tengo una hija, ¿okey? Tengo que ver lo que es mejor para ella – Smith.

-          Está bien… solo una pregunta más y te juro que no te vuelvo a molestar, nunca más – Patricio.

-          A ver, ¿y ahora que vas a preguntarme Patricio? – Smith.

-          ¿Lo amas? – Patricio. Hubo un silencio y esto le dio esperanzas a Patricio.

-          Sí, sí lo amo – Smith. Patricio observaba su mirada, para ver si mentía, pero se dio cuenta de que era verdad.

-          Bien… muy bonito tu vestido, espero que seas muy feliz Rubia – Patricio mientras se acercaba a ella, la toma del cuello, le da un beso en la frente y toma rumbo hacia la salida.

-          ¡Patricio! – Smith. Éste voltea, algo esperanzado. – Yo también espero que seas feliz, Con Abril o con quien sea… solo espero que esa mujer te haga enormemente feliz – Smith despidiéndose del gran amor de su vida.

-          Lo veo muy difícil, porque esa mujer eres tú – Al decir esto, Patricio sale y a Smith comenzaron a caérsele las lágrimas.

Llegó el día de la boda, era por la mañana. Smith estaba muy nerviosa y todos estaban muy atareados, con muchas cosas por terminar para la noche.
Llega la noche y todos se habían ido a la iglesia, hasta Azul. Smith estaba en camino junto con Saúl. Cuando llegaron a la iglesia vieron a t6odos sus familiares en la puerta.

-          ¿Estás feliz? – Saúl.

-          Mucho – Smith.

-          ¿Así lo soñaste? – Saúl.

-          Ay por Dios, yo nunca soñé con esto, ¿qué dices? – Smith.

Bajaron del auto, Mauricio se quedó flechado con la belleza de Smith. Su vestido era realmente hermoso, era strapless, pegado al cuerpo (el famoso vestido sirena), con una gran cola y un velo largo.

Entran a la iglesia y Javier le entrega a Mauricio su madre.

-          Cuídala mucho – Javier.

-          No te preocupes, así lo haré – Mauricio. – Estás hermosa – Le susurró a Smith.

-          Gracias, tú estás muy guapo – Respondió Smith. (Mauricio traía el famoso traje pingüino) – Me gusta el traje.
Están en la misa, el padre preguntó si alguien se oponía a la boda, nadie contesto.

-          Mauricio Cortés, ¿aceptas como esposa a Sara Smith? – Padre.

-          Sí padre, acepto – Mauricio.

-          Sara Smith, ¿aceptas como esposo a Mauricio Cortés? – Padre.

-          Sí, claro que acepto – Smith.

-          Bien, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia – Padre.

Mauricio toma a Smith por la cintura, Smith acaricia el rostro de Mauricio y se besan. Todos aplauden. Smith mira hacia un costado y ve a Patricio aplaudiendo…. Se quedaron mirándose por unos segundos, Smith llegó a leer los labios de Patricio que le decían “estás hermosa”, ella sonrió. Mauricio la tocó, ella se dio vuelta y volvieron a besarse.
Luego de la misa, todos se dirigieron a la recepción. Fue una noche grandiosa para Smith. Apenas terminaron de cenar, Mauricio le dedicó unas bellas palabras.

-          Sara… gracias por aparecer en mi vida, nunca voy a olvidar ese día, tú hiciste que volviera a creer en el amor. Te amo, y aquí, frente a nuestras familias y amigos, te juro que voy a hacer de todo para que seas feliz a mi lado, que no te faltará nada y prometo encargarme de que te enamores todos los días de mí, para no perder esta bonita conexión que tenemos – Mauricio. Smith se para y le da un beso.

-          Te amo – Smith.

Ambos van al centro de la pista y bailan, luego se arma el festejo. Al finalizar el revuelo ambos se dirigieron al aeropuerto (ya cambiados de ropa), se despidieron de todos y subieron al avión con destino a Cancún.
Allí pasaron una semana y media juntos, Smith sabía que cuando volvieran ya nada sería igual. Así fue. Cuando llegaron Smith se mudó con Mauricio, la ascendieron, por lo tanto tenía que ir a trabajar a la oficina. Estaba algo expectante al cómo sería su nueva vida, tendría que acostumbrarse a otro ritmo de vida, a otra rutina, a otro ambiente en sí.
Las hijas de Mauricio le habían tomado mucho cariño, y le tenían confianza, eran bien correspondidas por Smith. Poco a poco se fue acostumbrando, al igual que todos, ya que para todos era algo nuevo.
A dos meses de la boda (Azul tenía once meses), Smith estaba de camino a su habitación, tenía que pasar por la habitación de Bianca para llegar allá, Bianca tenía la puerta abierta, estaba de espaldas a la puerta y hablando con una amiga por tweetcam. La conversación le llamó la atención a Smith y se quedó oyendo.

-          ¿Cómo crees? Eso ya es demasiado – Bianca.

-          Bueno, esos son mis concejos jaja, no sé que más decirte – Katia, la amiga de Bianca.

-          Aish, es que yo sé que le gusto, pero no sé cómo hacerle para que se fije en mí de de una vez – Bianca.

-          Pregúntale a Lulú, a ver que te dice – Katia.

-          ¿¡Qué!? Katia, yo quiero que él se fije en mí, no que doscientos cincuenta hombres me chiflen por la calle – Bianca. Ambas rieron.

-          Bueno, ya me quedé sin ideas, que sé yo… de última pregúntale a la esposa de tu papá, es buena onda contigo, ¿no? – Katia.

-          Sí, eso sí puede ser. Sara es una gran persona, pero no sé si le gustará hablar de eso conmigo… - Bianca.

-          Si no te arriesgas, no sabrás… - Katia.

-          Okey, voy a buscarla… - Bianca se despidió de su amiga y fue en busca de Smith. Ella al ver la reacción de Bianca simuló venir de fuera y hacer como que no había escuchado nada.  – Ah, Sara, ¿puedo hablar contigo?

-          Claro princesa, ¿qué pasa? – Smith.

-          Ven – Bianca metiendo a Smith a su cuarto. - Ay un chico –Smith la mira sonriendo. – No me mires así jaja.

-          Okey, y quieres saber cómo conquistar a ese chico, ¿no? – Smith. Bianca se le queda viendo y luego sonríe.

-          Siii jaja, ¿qué debo hacer? Pasa que no puedo hablar de esto con nadie más, no creo Giu sea de gran ayuda en esto, mis amigas me dan consejos que realmente no haría y ni modo hablar sobre esto con mi papá, osea me muero de vergüenza – Bianca. Smith se sienta en la cama de Bianca.

-          Bueno… lo que tú debes hacer es arreglarte un poco más, no cambies tu forma de ser, sólo… no sé – Smith se para y sienta a Bianca en la cama. – tal vez si te peinaras así, – Smith arreglando el cabello de Bianca. – si te pusieras la ropa que compramos el otro día, te que hermosa yyyyy, por último… - Smith revolviendo los maquillajes de Binca, mientras ésta la miraba. – si pones un poco más de color a tu labios y delineas tus hermosos ojos verdes, eso ya es un cambio notable… no cambias tu forma de ser pero te ves más hermosa – Bianca se para y se ve en el espejo.

-          Wow, sí que me veo algo diferente… Gracias – Bianca abrazando a Smith.

Pasó el tiempo y desde ese momento Smith se convirtió en una persona indispensable para Bianca y para todos en la casa… Había pasado un año desde que Smith se casó con Mauricio. En ese tiempo pudieron desenmascarar a varios traficantes, obviamente sin que Mauricio sospechara…
Un día Smith tenía que entregar unos papeles de investigación al SDI, torpemente se los olvidó en su cuarto (estaba vistiendo a Azul, la cual tenía dos años, no se dio cuenta y se cayó la carpeta bajo la cama). Bianca, que en ocasiones tomaba su ropa (Smith la consentía. Era, de alguna manera, su niña, ya que sus caracteres eran muy parecidos y pensaban más o menos igual) estaba buscando una camisa de Smith, cuando estaba saliendo del guardarropa vio la carpeta… se puso a observarla y se desconcertó.  No dijo nada, guardó la carpeta en un cajón de su mesita de noche y esperó a que llegase Smith para hablar.
Más tarde llegó Smith a la casa, y como siempre, lo primero que hizo fue preguntar por sus niñas (ella ya consideraba a las hijas de Mauricio como suyas).

-          Hola Rosita, ¿y mis niñas? – Smith cargando a Azul en brazos.

-          ¿Cómo le va señora?, Giuliana está haciendo la tarea en el jardín y Bianca la está esperando en el estudio – Rosita, la nana de la casa.

-          ¿A mí? ¿No te dijo para qué? – Smith.

-          No señora, sólo que le avisara… - Rosita mientras Smith se dirigía al estudio con Azul. Smith entra al despacho.

-          Hola muñequita, me dijo Rosita que querías hablar conmigo, ¿qué pasó? – Smith. Bianca se paró y arrojó sobre el escritorio la carpeta.

-          Quiero que me expliques qué demonios significa esto… - Bianca. Smith tomó la carpeta, la abrió, dejó a Azul en el suelo y se quedó callada. - ¿No vas a decir nada? Pues fíjate que yo sí te voy a decir muuchas cosas mi querida hipócrita.

-          No me hables así, yo soy… - Bianca interrumpe a Smith.

-          ¡Tú eres una mentirosa! Nos engañaste, te burlaste de nosotros – Bianca completamente enojada y a los gritos. – Dime una cosa, ¿cuánto te pagan por vender a las personas que te quieren?

-          Yo no he vendido a nadie… yo los estoy protegiendo – Smith angustiada, tratando de tranquilizar a Bianca.

-          Ay si no, ahora resulta… ni quien te crea agente Smith, no me trates como una estúpida o como una niña de cinco años… tengo dieciséis y sé perfectamente que eres lo peor que le ha pasado a esta familia… ¿no te das cuenta que nos orillaste a vivir en una mentira? – Bianca llorando de dolor y coraje.

-          Está bien, te voy a decir toda la verdad y te voy a tratar como una señorita, siempre y cuando te comportes como tal… siéntate por favor – Smith cruzada de brazos. Bianca se calmó un poco e hizo lo que Smith le decía.

-          Bien, ¿y ahora? – Bianca.

-          Ahora a contarte todo lo que ha pasado en mi vida, claro, lo que sea de tu incumbencia – Smith le cuenta todo a Bianca, ésta la escuchó atentamente sin hacer preguntas, la historia de Smith le dio mucho sentimiento. Hasta que Smith no terminó, Bianca no la interrumpió.

-          ¿Terminaste? – Bianca seria.

-          Sí, si terminé y estoy dispuesta a asumir las consecuencias de mis actos – Smith erguida y seria.

-          Tengo muchas preguntas que hacerte, pero creo que son dos las más importantes… ¿sigues amando al tal Patricio? ¿Alguna vez amaste o quisiste a mi papá? – Bianca muy interesada en la respuesta de Smith.

-          No te voy a mentir… Patricio fue el amor de mi vida, pero me lastimó profundamente… lo voy a amar siempre, él va a ser parte de mí hasta mi último día de vida, pero todo eso que yo siento por él está enterrado en lo más profundo de mi ser, él es sólo un recuerdo. Además, me enteré que pidió un pase, se fue a vivir a España, conoció a una chica y se casó, me alegro por él… Yo nunca traicionaría a tu padre… sí, aunque no lo creas o te sea difícil de entender, yo amo a tu padre. No sé en qué momento, ni como, pero él se ganó una parte de mi corazón. Yo lo amo y es por eso que yo hago esto, para protegerlos, para cuidarlos de cerca, porque ustedes son mi familia Bianca, yo daría mi vida por ustedes – Le confesaba Smith a Bianca mientras caían lágrimas por sus mejillas. Bianca también lloraba.

-          ¿Me lo juras? ¿Me juras que nos vas a cuidar y que nunca nos vas a dejar? Por favor júralo – Bianca tratando de que Smith siguiera a su lado. – No soportaría perder a otra madre, porque eso eres para mí, mi segunda madre.

-          Ay mi niña – Smith se paró y abrazó a Bianca. Ésta hizo lo mismo. – Claro que siempre voy a estar a tu lado, nunca los dejaría, ¿me oyes? Nunca – acariciando el cabello de Bianca.

-          Te quiero mucho, no sabes lo que me dolió pensar que nos habías traicionado – Bianca.

-          Óyeme, nunca los lastimaría – Smith secando las lágrimas de Bianca. – Y yo también te quiero mi muñequita hermosa.

Luego de esto salen del despacho secándose las lágrimas y justo se encuentran con Mauricio.

-          Hola mis amores… ¿qué pasó? ¿Por qué lloran? – Mauricio preocupado y cargando a Azul.

-          No te preocupes pa, cosas de mujeres, nada importante – Bianca mirando a Smith. – Bueno los dejo, voy a ver si ya se descargó la información que dejé pendiente.

-          Okey – Mauricio. Ve irse a sus hijas (había reconocido a Azul como su hija ante la ley), voltea, ve a Smith secándose las lágrimas - ¿Ahora sí me vas a decir que pasó?

-           ¿Y si mejor hago otra cosa? – Smith besa a Mauricio y éste la toma por la cintura. Entran al despacho y Mauricio pone el seguro.

-          Mmmm chantajista, pero ya dime qué pasó – Mauricio sentado en el sofá del estudio y Smith sobre él.

-          Nada, no pasó nada… ya calla y bésame – Smith quitándose la blusa que traía puesta.

Pasa otro año, ahora sí las cosas son muy distintas, pasaron muchas cosas y hubieron muchas transformaciones. Javier y Reina seguían juntos, felices con sus dos hijos Clara y Nicolás (habían decidido no tener más hijos). Asunción visitaba de vez en cuando a Smith y se ponía mejor, había comenzado una relación estable con Saúl. Patricio seguía viviendo en España con su esposa, Micaela. Mauricio y Smith seguían juntos, enamorados y con algo que los uniría más, aunque ellos aún no lo sabían. Bianca estaba terminando la escuela y pronto se graduaría (tenía diecisiete años), Giuliana tenía muy buenas notas en la escuela, al igual que las tuvo su hermana, ella había ingresado a un club de vóley y la pequeña Azul ya tenía tres años, estaba hermosa.
Todos habían cambiado mucho físicamente también, comenzando por Smith y terminando con Azul. Smith se había dejado el cabello largo y se lo aclaró un poco (seguía igual de hermosa), Mauricio estaba más canoso (eso le gustaba a Smith, le resultaba atractivo ya que tenía canas pero para nada se veía viejo), Saúl se había dejado bigote y rasurado la cabeza, Asunción se veía más grande, Reina se encontraba igual, Javier también traía bigote y el cabello con rulos (el bigote no le gustaba para nada a Smith), Clara se había convertido en una señorita, Nicolás había crecido hasta convertirse en un niño travieso, bueno y cariñoso. En cuanto a las hijas de Smith y Mauricio, Bianca era toda una jovencita, muy bella, se había pintado el cabello en dos partes (castaño/rubio), a Giuliana Mauricio la quería matar porque se había pintado el cabello morado cuando él estaba de viaje, Smith la había dejado, también tenía un piercing en el ombligo (ese sí sabía Mauricio que lo tenía, se lo había dicho Smith, pero le pidió que no le dijera nada) y Azul tenía rulitos rubios como su hermano y Smith le dejó el pelo largo.
En la mansión Cortés solo estaban las mujeres, ya que Mauricio se tuvo que ir de viaje de negociosos. Smith había ido al pediatra de Azul con Bianca, se sintió mal y le mandaron a hacer unos estudios.

-          ¿Pero para qué estudios? – Bianca. – ¿Te sientes muy mal?

-          No muñequita, pero mejor hacer los famosos estudios ahora, porque yo no pienso volver al hospital por unos tontos análisis – Smith cargando a Azul.

-          Okey, espero que no sea nada y que ya nos los entreguen – Bianca.

-          La señora Sara Cortés – Enfermera.

-          De Cortés… soy yo – Smith mientras Bianca la miraba riendo. - ¿tú qué?

-          ¿Qué? No, nada – Bianca.

-          Por aquí, si es tan amable señora – Enfermera. Entran al consultorio del doctor.

-          ¿Qué pasó Rubén? ¿Qué se supone que tengo? – Smith.

-          Un bebé Sara, un bebé – Rubén. Bianca se tapó la boca con las manos para no gritar de emoción y Smith se quedó helada.

-          ¿De verdad? ¿Rubén voy a tener otro hermanito? Ay qué alegría – Bianca.

-          ¿Qué? Me me perdí, ¿Qué? – Smith.

-          Que felicidades, vas a ser mamá – Rubén.

Smith no se la creía, estaba muy sorprendida y emocionada. No sabía qué hacer, si reír o llorar. Le comentaron la noticia a Giuliana, ella lo tomó con mucha alegría también.

-          Ahora habrá que ver cómo reacciona su padre – Smith.

-          Ay como va a reaccionar, obvio se va a poner a llorar – Giuliana. Smith y Bianca la miran. – Aish, de felicidad, no la dejan terminar de hablar a una.

-          Sss aish, estoy muy nerviosa… - Smith.

-          Tranquila, todo va a estar bien Sara, verdad precioso o preciosa – Bianca hablándole a la barriga de Smith. Mientras ellas hablaban Azul estaba posada en el ventanal que daba a la entrada y de allá gritaba contenta.

-          Papá, papá – Azul. Smith va hacia ella.

-          ¿Viene papá? – Smith.

-          Sí, ahí está su coche – Decía Azul, obviamente con voz de pequeñita.

-          Es verdad ahí viene Mau – Smith. Las chicas salen y Mauricio baja del coche.

-          Hooola mis amoores, las mujeres de mi vida, no se imaginan cuanto las extrañe – Mauricio abrazando a sus hijas (obvio también a Azul, la tenía Giu).

-          ¿Cómo? ¿Y para mí no hay nada? – Smith haciendo pucherito.

-          Claro que si belleza, aquí hay espacio – Mauricio abriendo los brazos. Smith se acerca y le da un beso.

Luego de eso cenan, Smith estaba buscando el momento preciso para comentarle a Mauricio la gran noticia. Terminan de cenar y como era sábado Bianca salió con sus amigas y Giuliana se había ido a la casa de una amiga.

-          ¿Qué pasa Sara? Ya es tarde, ven a acostarte – Mauricio acostado.

-          Ya sabes que cuando sale Bianca y dice que llega tarde, no puedo estar tranquila, me preocupo – Smith dando vueltas.

-          Okey ya, estate preocupada pero en la cama – Mauricio.

-          Eres tremendo eh – Smith se acuesta. – Tenemos que hablar.

-          Ay ay ay, cuando dices “tenemos que hablar” se me pone la piel chinita – Mauricio. - ¿Qué pasó?

-          ¿Estás muy cansado? – Smith dándole largas al asunto (nunca le había dado la noticia a alguien de que sería padre, estaba nerviosa).

-          Ay sí estoy muerto, pero dime amor – Mauricio.

-          No, deja, no importa, mañana hablamos – Smith tapándose. Mauricio abraza a Smith, ésta le acaricia el brazo y se queda despierta hasta que llegó Bianca pensando.

Al día siguiente Smith se despierta y Mauricio la tenía abrazada por detrás, se levanta y lo habla. Smith traía un camisón.

-          Mau, arriba, ya es tarde amor – Smith sentada en la orilla de la cama y moviendo suavemente a Mauricio.

-          No me quiero levantar, tengo mucho sueño y me duele la cabeza – Mauricio agarrando la mano de Smith. Ella se acerca más a él.

-          ¿Qué pasa? Estás bien – Smith acariciándole el pelo, le tocó la frente y se dio cuenta de que tenía fiebre. – Amor estás ardiendo, voy a llamarte al médico – Smith agarra el teléfono y llama al médico, mientras espera a que llegue se viste.

Llega el médico y examina a Mauricio.

-          Al parecer el señor presenta un cuadro de infección pulmonar, puede haberse producido por inhalar algún tipo de tóxico en el aire o alguna cosa producto… ¿Estuvo de viaje últimamente? – Le preguntaba el docto a Mauricio mientras Smith los observaba muy seria.

-          Sí, de viaje de negocios a Japón, me fui por una semana y media - Relataba Mauricio, mientras veía a Smith.

-          Eso debe de ser, por ahora tómese éstos medicamentos, si presenta alguna anormalidad me llama sin dudarlo. Estese en reposo por unas setenta y dos hs y luego valla a hacerse estos estudios – El doctor anotó todo en una receta y se la dio a Smith.

-          Gracias por venir doctor, a ver qué hago con este niño – Mirando a Mauricio, el doctor y éste ríen. – Lo acompaño hasta la puerta.

-          No, no hace falta, quédese con su niño – Doctor riendo.

-          ¿Y ahora? – Mauricio.

-          Ahora te quedas ahí acostado y te dejas consentir – Smith.

-          Mmmm, así da gusto estar enfermo – Mauricio.

Pasaron las setenta y dos horas, Mauricio fue al médico mientras Smith estaba en la oficina y las chicas en la escuela, no quería que se preocuparan. Smith no le había comentado nada de su embarazo porque estaba muy preocupada por su salud (le pidió a “sus niñas” que tampoco dijeran nada).

-          Bien, en tres días tendrás los resultados Mauricio – Michael, doctor y gran amigo de Mauricio.

-          ¿No me puedes dar un adelanto? Estoy un poco asustado con el resultado de los análisis, ya sabes los riesgos que hay – Mauricio.

-          Voy a tratar de apurarlos, pero el que le haya pasado a tu padre y abuelo no quiere decir que también te dé a ti – Michael.

-          Pero existe esa posibilidad – Mauricio angustiado.

-          El cáncer no es hereditario, piensa positivo – Michael parándose y abrazando a su amigo.

Al llegar a casa…

-          ¿Dónde estabas? Sara está tomo loca, no la dejan salir del trabajo y llama cada cinco minutos preguntando por ti – Giuliana. Justo venía entrando Bianca.

-          Hasta que apareces – Bianca. Mauricio sin decir nada abraza a sus hijas y rompe en llanto. – Papá, ¿qué te pasa? ¿Qué tienes? – Bianca asustada.

-          Nada, no pasa nada – Mauricio tratando de contener el llanto.

-          ¿Cómo que nada? Papá estás llorando, es obvio que algo pasa – Giuliana.

-          No es nada, no le hagan caso a este viejo loco – Mauricio, sin decir más subió a su habitación.

A la noche llegó Smith, las chicas le contaron todo y ella se sorprendió. Subió y vio que Mauricio estaba durmiendo, le dio cosa despertarlo, asique decidió dejarlo dormir.
Al día siguiente Smith se levanta temprano y se va a bañar. Suena el celular de Mauricio y se despierta, era Michael.

-          ¿Qué pasó Mich? ¿Te dieron los resultados? – Mauricio hablando despacio para que Smith no se diera cuneta.

-          Sí broh, ya los tengo – Michael con un tono de voz triste.

-          Ya ni me digas… - Mauricio agarrándose la cabeza y llorando. Michael escuchaba sus suspiros.

-          No tendría que haberte dicho esta noticia así, pero no me quedó de otra, me estoy yendo de emergencia a México y sabía que no querrías que te diera esta noticia en tu casa, por tu familia – Michael.

-          Está bien, broh, dime algo… ¿Hay tratamientos? ¿Puedo hacer algo para controlarlo? – Mauricio más calmado.

-          Claro que sí. No hay cura pero se puede controlar – Michael. Mauricio escuchó que Smith cerró la llave de la ducha.

-          Te tengo que dejar. Luego hablamos – Mauricio cuelga el teléfono, se estira en la cama tratando de calmarse, suena el teléfono de Smith y ve que era un tal Frank que le decía que cuando pudiese que la llamara, en eso sale Smith con bata de baño.

-          Oye, ya despertaste buenos días – Smith se acerca a él y lo besa. - ¿Estuviste llorando?

-          No, para nada – Mauricio tratando de engañar a Smith.

-          No sabes mentir, y a mí no me engañas, ¿por qué lloraste? – Smith seria sentada a su lado.

-          Solo respiré y se me saltaron las lágrimas – Mauricio.

-          Mmm, okey… – Smith tocándole la pierna a Mauricio, el cual tenía los brazos cruzados por encima de su cabeza.

-          Te mandó un mensaje un tal Frank, ¿quién es ese? – Mauricio celoso.

-          Ay, ¿cómo que quien es? Es mi jefe, ¿lo olvidaste? – Smith volviéndose un poco más cariñosa.

-          Ajá, okey – Mauricio aún celoso.

-          Ay que celoso eres… tus celos me matan – Smith aproximándose a Mauricio con caricias y besos.

-          Mira quién habla, yo soy celoso con razón… mira lo bella que eres, cualquiera quisiera estar contigo – Mauricio tieso, resistiéndose a las insinuaciones de Smith.

-          Yo soy celosa porque lo mío es mío y no me gusta compartirlo con nadie, ¿quedó claro? – Smith algo enojada y sobre Mauricio. Mientras hablaba lo besaba.

-          Mmmm, no tan claro – Mauricio haciendo enojar a Smith.

-          ¿A sí? – Smith lo tomo por el cuello y lo besó apasionadamente, él le correspondió. - ¿Ahora más claro?

-          Como el agua… Ey, cambiando de tema, no te olvides que mañana tenemos la fiesta en la mansión de los Santacruz, hay que ir – Mauricio entusiasmado.

-          ¿Qué? No vamos a ir a ninguna fiesta, ¿no ves como estás?...Guapo ahora si tenemos que hablar – Smith acostándose al lado de Mauricio.

-          Ay sí, es verdad, ¿qué pasó belleza? Hacen días que me dijiste que querías que habláramos y por una cosa u otra no le hicimos, ¿qué fue? – Mauricio acostado abrazando a Smith, ambos estaban mirando el techo.

-          Okey, ya es hora – dijo Smith en voz baja. - ¿Viste que cuando tú estabas de viaje por Japón yo te dije que iba a llevar a Azul al pediatra? – Smith dándole vueltas al asunto y tratando de comunicárselo a su esposo.

-          Sí, ¿qué con eso? ¿Le pasa algo a Sele? ¿Qué tiene? – Mauricio se sentó en la cama rápidamente.

-          No nada, Azul no tiene nada, está perfecta…. Aish, ¿cómo te lo digo? – Smith nerviosa, también se sienta en la cama.

-          ¿Decirme qué? ¿Qué está pasando? Si no es Selene, ¿es alguna de mis hijas? – Mauricio haciendo muchas preguntas, las cuales alteraban a Smith.

-          No es con ninguna de las niñas, es conmigo, yo me descompuse pero… - Mientras Smith trataba de explicarle lo ocurrido a Mauricio pero éste la interrumpió.

-          ¿De verdad? ¿Qué pasó Sara? ¿Te revisaron? ¿Qué te dijeron? – Mauricio seguía con sus preguntas, Smith no aguantó más y se lo soltó sin amortiguadores.

-          ¡Que estoy embarazada! – Smith cruzándose de brazos.

-          Ah bueno pero…. – Mauricio se quedó mudo, no caía en lo que Smith le había dicho. - ¿Qué? Creo que no escuché bien, ¿qué dijiste? – Smith lo veía y empezó a reír. - ¿Es broma o es en serio?

-          Jaja, es la verdad, vamos a tener un bebé – Smith.

-          ¿Vamos a ser papás? – Mauricio.

-          Siii – Smith riendo, Mauricio se acomodó sobre ella para besar su barriguita.

-          Te amo, los amo, gracias, mil gracias por este regalo maravilloso – Mauricio con su cabeza apoyada en la panza de Smith.

-          No llores que me vas a hacer llorar a mí – Smith.

Ambos se levantan, y van a desayunar con el resto de la familia. En eso suena el teléfono y atiende Giuliana, mientras los demás siguen en la mesa.

-          Oye, ¿ya te entregaron los estudios? – Bianca.

-          Ay sí amor, eso, ¿qué te dijeron? ¿Cuándo los debes retirar? – Smith.

-          Sí, ya me los dio Michael, osea no en papel pero me dijo los resultados y dice que todo está bien, que no debo de preocuparme y que sólo es eso, una pequeña infección que con tratamientos se va a pasar – Mauricio mintiéndole a su familia para no lastimarlas. – ¿Y no saben la buena nueva?

-          Sí ya saben, Bian fue la primera, ¿verdad? – Smith mirando a Bianca.

-          Si, y la carita de Sara cuando Rubén se lo dijo fue para morirse – Bianca riendo. En eso vuelva a la mesa Giuliana. - ¿Qué pasó Giu? ¿Quién era?

-          La abuela – Dijo Giuliana algo desanimada. Al parecer no querían mucho a la madre de su padre. A Smith tampoco le caía bien.

-          ¿Qué te dijo? ¿Qué quería mi madre? – Mauricio acariciando la mano de Smith.

-          Tu madre quiere venir a pasar unos días a la casa – Dijo Giuliana. La noticia no le gustó nada a Smith, quien comenzó a rascarse el cuello, hacer caras y mirar para todos lados. Tampoco a Bianca y Mauricio les agradó.

-          ¿Cuándo te dijo que viene? – Mauricio.

-          En tres días – Dijo Giuliana mientras comía un pedazo de pan.

Después del desayuno Smith y Mauricio se van al estudio a hablar sobre el tema.

-          Ya sé que es metida, que le gusta opinar de todo y criticar, pero es mi madre y a pesar de eso la quiero – Mauricio abrazando por detrás a Smith.

-          Lo sé y te entiendo – Smith se voltea y Mauricio la sigue abrazando. – Sólo te advierto que Rebeca ya tiene colmada mi pobre y escasa paciencia. Nada más que no empiece con sus cosas ni atacarnos a mi hija y a mí, porque esta vez sí que respondo. Viene de nunca en nunca y por unos días, pero cada vez que viene logra desesperarme.

-          Aaaayy, hasta enojada mamá se ve hermosa, ¿no crees? – Mauricio hablándole a su hijo – ¿Ves? Dice que sí – Mirando a Smith. Ésta se derretía con sus tonterías de papá enamorado de su pequeño. – Ooooyeeeee….

-          ¿Queeeeee? – Smith.

-          Yo quiero iiiir – Mauricio.

-          ¿A dónde? – Smith.

-          A la fiesta de los Santacruz – Mauricio.

-          Si te sientes mejor, vamos…. – Smith.

Mauricio se había propuesto que nadie en su familia se daría cuenta de que él padecía cáncer de pulmón, por esa razón se empeñó en aparentar que todo estaba perfecto con él y hacer todo lo que Michael le dijera. Al día siguiente Mauricio sigue con la idea de ir a la dichosa fiesta en casa de los Santacruz.

-          Amor, despierta amor…. Belleza – Mauricio despertando a Smith.

-          Mmhhhh… ¿Qué pasa? – Smith entre-dormida y abrazando a Azul.

-          Ya es tarde flojas, arriba – Mauricio ahora también moviendo a Azul.

-          Pa, papi…. Shh – Azul haciéndole una seña a Mauricio para que se callara y volteando nuevamente hacia su madre.

-          Mírala, mocosa, ¿cómo va a hacer callar a su padre? Aay la juventud de ahora – Mauricio haciéndoles caras y moviendo a Smith.

-          Bueno ya, ya me despertaste, ¿qué pasa? – Smith sentándose en la cama. Azul al notar que su madre se sentó, se arrodilló, levantándose y se tiró sobre ella.

-          ¿Está durmiendo? – Azul apoyando su cabecita en el abdomen de Smith.

-          Sí mi amor, él también tiene sueño – Smith acariciando la cabecita de Azul.

-          Ella – Dijo Azul dándole un beso y durmiéndose de nuevo. Smith rió.

-          ¿Ella? Okey jaja – Mauricio. - ¿Ya sabes que te vas a poner esta noche? – Smith lo mira desconcertada. – Para la fiesta, mira, estoy perfecto, yo voy – Mauricio dando una vuelta para que Smith lo viese.

-          Okey, ya miro que tengo, para la noche falta mucho, ¿nos dejas dormir ahora? – Smith bostezando, Mauricio le señala el reloj como para que viera la hora. – Somos tres contra uno.

Esa misma tarde Smith ya tenía todo, desde su atuendo hasta la vestimenta de Mauricio. Smith había notado que Bianca andaba algo dispersa, distraída y hasta preocupada… estaba al pendiente de su celular, a cada minuto lo observaba, Smith pensó que era algo relacionado con su novio, no se equivocó.

-          ¿Y tú? ¿Qué tienes? – Smith acercándose a Bianca que estaba sentada en el sofá de la sala. Se sienta a su lado y Bianca le acaricia la panza.

-          Nada…. – Smith la mira con cara de “te conozco”. – Okey…. Me pasa de todo.

-          ¿Scott? – Smith. Bianca levanta la mirada y le hace ojitos.

-          No sabes cómo odio que me conozcas tanto – Dijo Bianca. Ambas rieron. – La verdad es que él me preguntó que cuando… - Smith la mira raro, como sorprendida.

-          Cuando… - Smith ya viendo el tema que venía.

-          Ay, tú ya sabes, que cuándo tendríamos relaciones – Bianca. – La verdad es que no supe que decirle y le dije que no estaba lista.

-          ¿Y no lo estás? Osea, ¿tú no quieres tener relaciones con él? – Smith.

-          Sí, pero… no sé, me da cosa – Bianca. – Quisiera estar más preparada, no sé… si tuviéramos esta conversación, quizás yo… - Smith la observaba con cara de “por favor no” – me sentiría preparada.

-          Jaja ay no Dios, no puedo creer que esto esté pasando, ¿en qué momento creciste? – Smith acariciándole el rostro a Bianca. – Yo pensé que hablaríamos de esto a tus… no sé… ¿diecinueve?

-          ¿Qué? Ajá, ay por Dios, no me vengas con que tuviste tu primera vez a los veinticinco cuando Javier tiene treinta y dos y tú vas a cumplir… - Smith la interrumpe.

-          Oye ya, okey, tampoco a los veinticinco – Smith algo preocupada.

-          ¿A los cuántos años tuviste tu primera vez? – Bianca incomodando a Smith. - ¡Dime! A Javier lo tuviste a los dieciocho – Smith la miraba con cara de “ya perdí”.

-          diecisiete – Susurró Smith.

-          ¿Ves? A mi edad – Bianca sintiéndose realizada. – Entonces, ¿tenemos esa charla de madre a hija? – Smith al oír esto se emociono. Tuvieron la bendita charla… Al rato. - ¿Entonces el doctor me explica todo?

-          Sí, si quieres te acompaño, ya qué… cuando valla a revisión, vas conmigo – Smith.

-          Va, gracias Saruchis, te quiero mucho – Bianca abrazando a Smith.

En la noche ambos estaban listos, Smith se iba a poner un vestido azul, pero de repente ya no le entraba (ya estaba creciendo su pancita), entonces se puso uno negro, apretado en la parte del busto  y todo lo demás suelto. Mauricio llevaba un traje gris, camisa negra y corbata gris.

-          Mírame, ¿te das cuenta? – Smith señalándose.

-          ¿De qué? ¿Qué estás hermosa? Siempre lo veo – Dijo Mauricio terminando de ponerse los zapatos.

-          Ya creció, estoy más gorda… - Smith mirándose en el espejo. – Según dijo Rubén más o menos tengo tres meses, me dijo también que esta semana tengo que ir a hacerme la primera ecografía.

-          Pues ya nos organizamos y vamos… ya para de mirarte en el espejo, estás hermosa y él no te puede hacer más – Mauricio mientras abrazaba a Smith. – Mmmm AMO TU PERFUME.

-          Ya vámonos que si no llegamos tarde – Smith agarrando su bolsa. Pasó por el cuarto de Azul le dio un beso y se fue.

Ya en la fiesta comienzan a encontrarse con amigos, a conversar y a Mauricio se le salió decirle a un matrimonio amigo que Smith estaba embarazada. Éste amigo se lo comentó a otro y así sucesivamente.

-          Ya tenías que ir de bocón – Smith un poco molesta. – Eres súper chusmo.

-          ¿Yo qué? Estoy feliz, bueno se me escapó… si por mi fuera se lo diría a todo el mundo – Mauricio tomando a Smith por la cintura.

Estuvieron un buen rato en la fiesta, cuando de pronto Smith ve a Patricio con una mujer, supuso que era su esposa.

-          Amor, vamos a casa, estoy algo cansada – Smith nerviosa, no quería hablar con Patricio.

-          ¿Estás bien? ¿Te duele algo? – Mauricio preocupado.

-          No, no me duele nada… - Smith volteado para ver si veía a Patricio. – Estoy cansada, ¿nos vamos?

-          Sí amor, como tú quieras – Mauricio parándose y despidiéndose.

Al día siguiente Smith tenía que ir a la oficina y Mauricio quería ir a trabajar, entonces ambos se fueron. Al rato llegó Renata (la madre de Mauricio) de sorpresa, las chicas le avisaron a su padre, quien fue a hablar con Smith. Nunca se imaginó lo que allí vería.
Smith estaba sentada frente la computadora, revisando unos documentos, cuando de pronto entró Patricio.

-          Ya lo sé todo – Patricio algo alegre. Mauricio justo estaba por entrar a la oficina de su mujer, cuando vio a Patricio se quedó afuera oyendo todo.

-          ¿Qué es lo que, según tú, sabes? – Smith parándose (llevaba una blusa suelta, por lo cual no se notaba su pancita).

-          Que todo fue parte de una misión, que nunca me engañaste y que me amas – Patricio acercándose a Smith. La tomó por la cintura y notó su embarazo.

-          Sí, estoy embarazada… estoy esperando un hijo de Mauricio – Smith mirando seriamente a Patricio.

-          No importa, te amo, no me molestaría criar a un hijo tuyo – Patricio.

-          ¿Y tu esposa? – Smith probando a Patricio.

-          La dejo, por ti dejo todo – Patricio besó a Smith y ella no lo rechazó. Mauricio se fue furioso y decepcionado. Smith se alejó de Patricio.

-          De verdad que eres un sínico – Smith.

-          ¿Qué te pasa Rubia?- Patricio completamente desconcertado.

-          A mí no me impusieron casarme con Mauricio, yo lo hice porque quise, porque lo quiero – Smith enojada.

-          ¿Qué me estás tratando de decir? ¿Lo amas? – Patricio algo enojado.

-          Sí, sí lo amo y es el padre de mis hijos, porque Azul lo considera su padre aún sabiendo que él no la engendró. Obvio, a su entender – Smith.

-          ¿Lo amas como a mí? – Patricio muy serio. – Dime si él te hace sentir lo mismo que yo en la cama, Rubia – Acercándose a Smith.

-          No comparo, él es él y tú eres tú – Smith quitándoselo de encima. – Como veo que te importa mucho te lo informo, es un muy buen amante.

-          ¿A sí? – Patricio acercándose nuevamente a ella.

-          No te imaginas – Smith poniendo una cara de satisfacción y sonriendo. – Me hace olvidar de todo, nos complementamos muy bien… y si me disculpas, tengo que seguir trabajando y luego pasar por la empresa de MI MARIDO. – Patricio la miró por unos segundos muy enojado y se fue.

Al rato Smith va a la oficina de Mauricio, entró como un día normal, saludó a su secretearía, uno que otro empleado hasta llegar a su oficina.

-          Hola amor – Smith dirigiéndose a darle un beso a su esposo, el cual estaba sentado. Mauricio la detiene sujetando sus brazos. Smith lo ve raro.

-          Quítate – Mauricio se para y se aleja dándole la espalda.

-          ¿Se puede saber qué te pasa? – Smith dejando su bolso en el escritorio. - ¿Por qué me tratas así?

-          ¿Ah no sabes? – Mauricio volteando hacia ella completamente serio. – Escuché todo, me enteré que fui una misión y también vi que Patricio dejaría todo por ti… qué bonitos se ven juntos, besándose. – Smith se quedó helada.

-          No… no… amor déjame explicarte – Smith acercándose a él.

-          No hay nada que explicar, una imagen vale más que mil palabras, la cuestión es que yo no vi una imagen, lo vi en vivo y en directo – Mauricio frenando a Smith.

-          Es que no es lo que tú piensas, es un mal entendido. Amor por favor escúchame por lo menos eso – Smith desesperada.

-          Yo te escucho, a ver qué mentiras me dices. Quiero ver que tan buena mentirosa eres, pero te advierto una cosa, no voy a creer nada de lo que me digas – Mauricio cruzándose de brazos.

-          No son mentiras… es verdad todo comenzó con una misión, pero no sé cómo o en qué momento, pero me fui enamorando de ti – Smith acariciando el rostro de Mauricio, tratando de que le creyera, que reaccionara. – No sé que fue, quizás tu manera tan dulce de tratarme, el cariño que nos brindaste a mi hija y a mí, la relación tan unida que tienes con tus hijas, tu personalidad, tu gran corazón, no sé… pero me enamoré… te amo, te amo y te elijo a ti, una y otra vez – Smith besando a Mauricio, éste no le correspondió, al contrario, estaba tieso. – No me rechaces, por favor, no lo hagas, no me lastimes – Smith llorando.

-          ¿Yo lastimarte? ¿Y lo que me hiciste tú a mí? – Mauricio alejándose nuevamente de Smith. – ¿Sabes qué? Haz lo que quieras… ¿Quieres irte con Patricio o con quien sea? ¡Pues vete! Te firmo el divorcio y te vas, pero mis hijos se quedan conmigo.

-          ¿De qué estás hablando? – Smith comenzando a alterarse también.

-          De que si quieres rehacer tu vida con quien sea hazlo, yo no te lo voy a impedir, es más ya mismo inicio los trámites de divorcio – Mauricio hablándole a Smith normal, sin gritos. –, pero mis hijos se quedan conmigo, Azul y ese niño que llevas dentro, porque Azul lleva mi apellido, ¿okey?

-          Yo no voy a abandonar a mis hijos, ni por Patricio ni por nadie, ¿okey? – Smith ofendida.

-          Ah no, claro… no te quiero volver ver, cuando nazca mi hijo inmediatamente lo quiero conmigo, ¿quedó claro? – Mauricio furioso.

-          Lo que me quedó claro es que se te zafó un tornillo, YO NO VOY A ABANDONAR A MIS HIJOS – Smith aún más furiosa.

-          ¿Por qué no? Si ya lo hiciste una vez, abandonaste a Javier en el altar de una iglesia, sólo, cuando era un recién nacido… ¿por qué no hacer lo mismo con el que estás esperando? Claro, sólo que ahora sería con su padre. Eso, ¿es mi hijo? – Mientras Mauricio hablaba Smith lo miraba muy enojada, finalmente le dio una cachetada.

-          No te permito que me trates como una cualquiera, por supuesto que es tu hijo. Primero porque jamás te fui infiel, y segundo Patricio es estéril – Smith mientras Mauricio se sobaba la cara.

-          Patricio será estéril, pero ¿quién me asegura que no estuviste con otro? – Mauricio seguía ofendiendo a Smith, ésta no lo aguanto más.

-          ¿Sabes qué? Piensa lo que quieras, contigo no se puede hablar, voy por MI hija a TU casa, te aviso por las dudas y no te preocupes que no me voy a llevar nada tuyo – Smith.

-          Ya lo estás haciendo, te llevas lo mejor de mí, mi corazón y a mi hijo, me dejas sin nada – Mauricio llorando. Smith se fue en busca de su hija, estaba muy mal y lágrimas corrían por sus mejillas desconsoladamente.

Smith llega a la casa y Giuliana estaba jugando con Azul en el patio, entra y busca a Bianca, quien estaba en la sala.

-          Bianca… - Smith abrazando a Bianca.

-          ¿Qué pasó? ¿Sara estás bien? – Bianca preocupada.

-          Tu papá… se enteró de todo… - Smith angustiada.

-          Ay, no te preocupes, yo me encargo, ¿pero y tú? ¿qué vas a hacer? – Bianca.

-          Irme con Azul a mi antiguo departamento – Smith. – Voy a esperar a que se le pase un poco el enojo a tu papá, lo conozco y sé que no le va a durar mucho…

-          Si… está la abuela allí arriba – Bianca mirando hacia las escaleras. – ¿No la vas a saludar?

-          Ay no gracias paso… voy por Azul y me voy, ¿luego me llevas un poco de ropa? – Smith.

-          Claro… te quiero, no lo olvides – Bianca abrazando a Smith.

Bianca va furiosa a la oficina de Mauricio a reclamarle.

-          ¿Tú eres o te haces? – Bianca dando un portazo. - ¿No te das cuenta de todo lo que estás perdiendo por no escuchar? – Mauricio se le queda viendo serio.

-          ¿Tú lo sabías? ¿Lo sabías y no me dijiste nada? ¿¡Qué clase de hija le hace eso a su padre!? – Mauricio golpeando con la palma el escritorio.

-          Una hija que escucha, que razona, que comprende y perdona… tú deberías de hacer lo mismo, es tu mujer, es tu hijo… solo piénsalo, ¿sí? – Bianca saliendo de la oficina de su padre. Mauricio se quedó pensando.

Al llegar a casa Bianca se encuentra con las indirectas e intrigas de su abuela.

-          Nena, ¿y la esposa de tu padre? ¿Qué? No me digas que ya se dio cuenta tu papá… - Renata. Bianca la interrumpe.

-          Abuela, si no tienes nada bueno que decir entonces no digas nada, ¿sí? Gracias – Bianca. Renata se le quedó viendo.

-          ¿Ves? Esa mujer ya te pegó lo maleducada e imprudente – Renata.

-          “Esa mujer” como tú la llamas, me pegó el saber cuándo callar, cuando hablar y con quien hacerlo, cosa que creo que a ti nadie te enseñó… buenas noches abuelita querida – Renata se quedó con la boca abierta.

Smith va a su antiguo departamento, donde actualmente estaba viviendo Saúl. Smith le contó todo por lo que estaba pasando, como era de esperarse Saúl le brindó su apoyo incondicional. Al día siguiente Smith va nuevamente a la oficina de Mauricio para tratar de arreglar las cosas o llegar a un acuerdo, iba esperanzada en poder solucionar sus diferencias. Cuando llegó Mauricio estaba con su socia Beatriz (la cual Smith detestaba) muy “amigables”.

-          Mau… - Smith abriendo la puerta y encontrándose con esa escena, puso un gesto de desagrado. Cuando Mauricio (quien tenía una gran sonrisa) la vio se puso inmediatamente serio y Beatriz se alejo con un gran gesto de satisfacción de él. – Perdón, no sabía que estaban ocupados.

-          No se preocupe señora, ya estábamos terminando, ¿verdad licenciado? – Beatriz mirando a Mauricio, como provocándolo. Smith seguía con su cara de enojo.

-          Emm, aún nos quedan cosas por ver, pero sí prefiero que te vayas, necesito hablar con… con la señora – Mauricio actuando de esta manera para hacer enfadar a Smith.

-          Okey… - Beatriz pasa por al lado de Smith. Su perfume le provocaron nauseas a Smith. – Hasta luego. – Ella salió y hubo un silencio incomodo por unos segundos.

-          ¿Me puedes explicar qué demonios estaba pasando aquí? – Smith cruzada de brazos.

-          ¿Qué? ¿Estás ciega? ¿No ves que estábamos trabajando? – Mauricio parándose.

-          ¿Trabajando? Pues si así trabajan… - Smith mirando hacia un costado.

-          Sí, trabajamos, ¿por qué? ¿Hay algún problema? – Mauricio.

-          Sí, sí lo hay… pasa que yo sigo siendo tu esposa, quieras o no tú y yo estamos casados y sabes perfectamente que esa tipa me cae pésimo. Lo estás haciendo a propósito, y me enferma que esa tipa se te acerque, porque tú eres mío, y de nadie más, ¿te queda claro? – Smith furiosa mientras Mauricio se reía. - ¿De qué te ríes imbécil?

-          De ti. ¿Osea cómo? ¿Tú puedes besuquearte en tu oficina con tu ex y yo no puedo trabajar con mi socia? – Mauricio. – En todo caso tú también eres mía y aún así hiciste lo que hiciste.

-          ¿Osea es venganza? ¿Te estás vengando de mí? ¿Es eso? Wow que maduro. – Smith aún más enojada y celosa. – Me puedes decir qué le ves, ¿qué carajo te dio esa tipa? ¿Eh? Contéstame. – Mauricio se pone serio y se acerca a Smith.

-          ¿Qué me diste tú a mí? – Mauricio tomando por la cintura a Smith y mirándole la cara y el cuerpo. Smith también lo miraba y su respiración se aceleró. – Debería odiarte, debería sacarte de mi vida pero no puedo, como quisiera poder alejarme de ti pero te amo demasiado, tanto que te perdonaría cualquier cosa.

-          ¿Me perdonarías? ¿Me perdonas? – Smith tomándolo por el cuello. – Yo te amo y te elijo a ti – Mauricio besa a Smith apasionadamente, ella le corresponde. Mauricio apoya a Smith en el escritorio y comienza a quitarle el bretel del vestido. En eso entra nuevamente Beatriz.

-          Licen… - Beatriz se les queda viendo y se va. Smith se aleja de Mauricio y se acomoda el vestido. Mauricio voltea.

-          Creo que es mejor que te vayas – Mauricio. Smith lo ve nuevamente molesta.

-          ¿Ves? Es por esa, ¿tanto te molestó que nos viera? No es la primera vez que estamos así en tu oficina, ¿te das cuenta de cómo tengo razón? – Smith alterada mientras Mauricio trataba de tranquilizarla. – No, no me toques, déjame ya. Au au – Le dan puntadas en la barriga. Mauricio la sostiene.

-          ¡Sara! ¿Amor estás bien? ¿Qué tienes? – Mauricio muy preocupado por su mujer e hijo.

-          Ay no, no estoy bien me duele mucho – Smith apretando el brazo de Mauricio.

-          Vamos al hospital. Mírame, mírame – Mauricio la toma del rostro. – Tranquila, todo va a estar bien, no te preocupes – A Smith se le corrían las lágrimas. Salen inmediatamente al hospital.

Mientras tanto Bianca y GIuliana estaban de compras por el centro comercial (hacían cualquier cosa para no estar a solas con su abuela), cuando de pronto Bianca ve a su novio Scott con otra chica, se estaban besando. Bianca, muy enojada, va hacia ellos y le toca el brazo a Scott, éste voltea y Bianca le da una bofetada.

-          Eres un idiota, no te quiero volver a ver en mi vida. Y tú – Bianca mirando a esa chica que no entendía nada. – ten cuidado, él lo único que busca es llevarte a la cama.

-          Scott es un buen chico – Chica X.

-          Piensa lo que quieras, es muy tu rollo si me crees o no. Yo solo te aviso porque a mí me hubiese gustado que alguien me lo dijera. Ahí tú con lo decidas hacer – Bianca yendo hacia su hermana, quien la miraba asombrada. Scott fue tras de ella.

-          Bianca, Bi, escúchame – Scott. Bianca no volteaba, estuvo un par de cuadras así y Giuliana se estaba incomodando. Justo había un policía en la esquina.

-          Señor, perdone que lo moleste… pero éste tipo hacen cuadras que nos viene molestando y ya nos cansó – Bianca. Giuliana seguía nerviosa y Scott estaba asustado.

-          ¿Lo conocen? – Policía.

-          Claro que sí, Bianca es mi novia – Scott.

-          ¿Bianca? ¿Quién es Bianca? – Bianca preguntándoselo a su hermana, la cual le hizo un gesto como diciendo “no sé” con los hombros.

-          ¿Ninguna de ustedes es Bianca? – Policía.

-          Es ella – Scott señalando a Bianca. – Claro que se llama Bianca, señor por Dios.

-          ¿Cuáles son sus nombres? – Policía.

-          Milagros – Bianca señalando a su hermana. – Mónica – Señalándose a ella misma.

-          ¿Qué? Esos no son sus nombres, son Bianca y Giuliana – Scott desesperado.

-          Mire, es mejor que las deje de molestar si no quiere ser detenido. Haga el favor de retirarse – Policía a Scott.

-          Pero señor… nah – Scott.

-          Ya pueden irse tranquilas señoritas, ¿quieren que las acompañen? – Policía a las chicas.

-          No gracias, así está bien, disculpe las molestias – Bianca. Se despiden y van camino a casa.

-          Wow, sí que te estás juntando mucho con Sara – Giuliana asombrada de su hermana. Bianca rió y abrazó a su hermana mientras caminaba.

Smith y Mauricio llegaron al hospital, Smith estaba más calmada pero seguían preocupados. Ingresan al consultorio del doctor y estaba allí Rubén.

-          Sara Sara, ¿qué pasó? – Rubén mirándolos.

-          Mauricio él es Rubén – Smith.

-          ¿El pediatra de Azul? – Mauricio.

-          Jajaja sí, soy pediatra, ginecólogo y obstetra, todo lo que tenga que ver con un nuevo ser – Rubén. Mauricio lo mira sorprendido. – Okey señora, vamos a escuchar a este angelito que anda de rebelde para saber cómo está – Rubén colocándose el fonendoscopio (cosa para oír). – A ver, inhala profundo… mantén el aire… exhala… una vez más… bien.

-          ¿Y? ¿Cómo está mi hijo? – Mauricio.

-          Creería que bien – Ambos lo miran preocupados. – Se oye algo extraño, por lo cual vamos a hacerte una ecografía para descartar algún tipo de anormalidad… además ya te tocaba, ¿qué hacías que no venías?

-          Estaba con mil cosas en la cabeza, pero ahora lo principal es mi hijo – Smith tocándose el vientre.

-          Okey, ven por aquí – Rubén.

Rubén le hace la ecografía a Smith, mientras lo hacía iba explicándoles todo y mostrándoselo. De pronto se detiene y se asombra.

-          ¿Qué? ¿Qué pasa? – Smith.

-          Eeemm… pasa que ya sé que tienes – Rubén.

-          ¿Y? ¿Qué es? Por Dios Rubén, díganos algo – Mauricio preocupado.

-          Felicidades. Son dos… van a tener mellizos – Rubén alegre.

-          ¿¡Qué!? ¿Cómo que dos? – Smith.

-          ¿De verdad? Ay mi amor, ¡gracias gracias gracias! Te amo – Mauricio. Smith estaba feliz, angustiada, nerviosa, de todo un poco, y se aprovechó del momento.

-          ¿Estás feliz? – Smith a Mauricio.

-          Claro que sí, ¿cómo no estarlo? – Mauricio.

-          ¿Entonces me perdonas? – Smith poniendo carita de “por favor”, con pucherito y todo.

-          Valla que eres aprovechada… claro que te perdono, te amo, pero lo único que te pido es que no se repita, ¿si? – Mauricio.

-          Claro que si, nunca más. Te amo – Smith y Mauricio se besan. – Los amo a los tres.

A Smith la pasan a una habitación para controlarla por unas horas, Mauricio se quedó conversando un rato con Rubén, luego entró a la habitación con su esposa. Pasaron las horas y le dieron el alta a Smith, inmediatamente Mauricio la llevó a casa, la ayuda a bajar del auto y charlan unos instantes.

-          No quieres ver a mamá, ¿verdad? – Mauricio.

-          No es que no quiera verla, yo no tengo nada en contra de ella, es solo que… es pesada, de carácter fuerte y yo también tengo un carácter muy fuerte – Smith.

-          Ni falta hace que me digas – Mauricio. – Ven, vamos a dar la gran noticia – Smith lo ve algo aterrada.

-          ¡Ay hasta que al fin! – Giuliana va hacia Smith. – No te preocupes, ya sé todo… - Smith la vio con cara de preocupación y Giuliana la abrazó, Smith se tranquilizó. Justo estaba bajando Renata.

-           Hola nena, pensé que ya había divorcio en esta casa, desde ayer que llegué y tú ni tus luces – Renata.

-          Hola Renata, ¿cómo está? – Smith con una sonrisa falsa que se le notaba a kilómetros. – Para que se quede tranquila… estaba en casa de mi hermano, se descompuso y fui a cuidarlo – Renata miraba detalladamente a Smith.

-          ¿Nena tú…? – Renata haciendo un gesto con la mano en forma circular sobre su vientre como sugiriendo el embarazo de Smith. – Osea tú… ¿Voy a ser abuela?

-          Sí mamá, Sara está embarazada… y hablando de eso… - Mauricio mira a Smith, esta asienta. – les tenemos una noticia…

-          ¿De qué trata la noticia? – Bianca ingresando a la sala con Saúl y Azul (quienes acababan de llegar).

-          Qué bueno que están todos… pasa que… pues que… - Mauricio.

-          Aish odio el suspenso, vamos a tener dos bebés – Smith. Todos se quedaron sorprendidos y felices por la noticia. – Ahora nada más queda que se entere mi hijo, así que voy a darle la noticia por teléfono.

Smith habla con Javier, el cual se puso contento de saber que su madre estaba embarazada y  se sorprendió al saber que iban a ser dos. Todos estaban en el comedor (eran las nueve pm) y Bianca estaba seguía en sala. Smith se acerca a ella.

-          Wow, dos a falta de uno – Bianca. – Si es niña yo le escojo el nombre, ¿okey?

-          Jaja okey… oye… con todo esto de que tuvimos que ir al médico de improviso y todo, pues a los controles por los cuales tenía que ir ya me los hicieron, pero cuando quieras te acompaño al ginecólogo – Smith.

-          Ah eso… ya no hace falta, pero igual gracias – Bianca despreocupada.

-          ¿Cómo? – Smith.

-          Osea sí me importa, pero ya no me urge… - Bianca. Smith la ve raro. – Si si, Scott, es un idiota y la verdad prefiero esperar… quiero saber qué medidas preventivas puedo tomar pero ya no hay apuro jaja.

-          Jaja, ya me vas a contar que hiciste… por el momento vamos a cenar que ya tengo hambre… con esto que tengo que comer por tres – Smith parándose mientras Bianca la ayudaba riendo.

Terminan de cenar, Smith lleva a Azul a su habitación donde Mauricio ya estaba acostado.

-          ¿Se lo vas a contar ahora? – Mauricio.

-          Creo que es mejor… - Smith.

-          Okey, yo observo jaja – Mauricio. Smith lo empujó cariñosamente.

-          Amor ven – Smith sentando a Azul en la cama, frente a ella. – Como tú ya sabes, aquí dentro – Smith tocándose el vientre – está tu hermanito.

-          Sip, ¿está bien? ¿Se enfermó? – Azul con su vocecita tierna.

-          No mi amor, no está enfermo… pasa que en vez de haber un bebé, hay dos… - Smith esperando atenta la reacción de Azul.

-          ¿¡Cómo que dos!? ¿Allí dentro? Está muy chiquito para que hayan dos bebés – Azul tocándole la panza a su mamá.

-          Jaja, siii… pero como tú vas creciendo los bebés también y mi barriga igual – Smith.

-          Pero tú eres chiquita, tu panza es muy chiquita, ahí no entran – Azul. Mauricio estaba muerto de la risa y Smith muerta de ternura.

-          Ay mi amor te como, te como – Smith agarrando y besuqueando a Azul.

-          ¡Aaayy! Nooo. ¡Mamá! Ya te comiste dos – Azul. Sus padres la ven raro.

-          ¿Cómo que se comió dos? – Mauricio.

-          Si, los que tiene en su barriga se los comió – Azul. Smith moría de risa, y Mauricio abrazó a su pequeña.

Al día siguiente Smith despierta y escucha a Renata retando a Azul, inmediatamente se para y se queda cerca.

-          Eres una mocosa desagradable, ¿cómo vas a tirar la gaseosa en la alfombra? Eres igual de corriente que tu madre, qué bueno que mi hijo no es tu padre – Renata jaloneando del brazo a Azul, quien estaba llorando mientras su madre oía todo. – Para de llorar, no grites – Alza la mano para golpear a Azul y Smith la detiene.

-          Te atreves a ponerle un solo dedo encima a mi hija y te corto la mano – Smith furiosa.

-          ¿Qué te pasa agentucha de quinta? Ya le voy a decir a mi hijo quien eres en verdad, una zorra barata que se alquila para “misiones en cubierto” – Renata. Smith la suelta.

-          Dile, dile a ver… no creo que a tu hijo le guste saber que la cualquiera aquí es otra, ¿o se te olvidó la fiesta de los Montes en 1998, Julieta? – Smith. Renata se puso pálida.

-          ¿De qué demonios hablas estúpida? – Renata nerviosa.

-          Sabes perfectamente a lo que me refiero, y si no quieres que tu hijo sepa que su abnegada madre es una gata de esquina, no te metas conmigo… te lo advierto, a la próxima que nos hagas a mi hija o a mí, suelto la sopa, ¿quedó claro? – Smith alzó a la niña e ingresaron nuevamente a la habitación.

Smith no fue a la oficina, se quedó todo el día con sus hijas. Ella no quería comentarle nada de lo sucedido a Mauricio, no quería angustiarlo, además de que sabía perfectamente que lo que ella sabía le serviría en algún momento como un arma contra Renata.
Al anochecer Smith y las chicas estaban viendo películas, cuando llegó Mauricio con la cena y helado, se pusieron a cenar en la sala… comiendo pizza, viendo las películas y tomando el helado. Luego cada quien fue a su cuarto, también Mauricio y Smith.

-          Mmmmm estás rica, como para comerte – Mauricio sin remera. Smith estaba saliendo del baño en camisón cuando Mauricio la tomo por detrás y por sorpresa. Smith volteó – estás divina – Mauricio besándole el cuello.

-          Ay no no, Mau me da frío, ¡Mauricio! Ay yaaa – Smith tratando de quitárselo de encima, pero él l tenía con los brazos trabados. – Por favor, ya ya yaa – Mauricio la deja. – Jajaja malvado jaja, amor, no sé si podamos, osea yo nunca… en ningún embarazo…

-          No te preocupes, que en todo embarazo si se puede – Mauricio tocando la espada de Smith, bajando poco a poco.

-          Si, en cualquier embarazo… pero el mío no es como los demás – Smith sacando la mano de Mauricio de su espalda.

-          Que no te preocupes mujer, ya hablé con Rubén y me dijo que no hay ningún problema, al contrario eso los estimularía – Mauricio. Smith lo vio con cara de “te mato” y comenzó a golpearlo con cariño, con una almohada.

-          ¿Cómo? ¿Le preguntaste eso a Rubén? Yo te mato, ¿cómo puedes hacer eso? – Smith Mauricio la sujeta y la tira a la cama (suavemente)-

-          Tenía que preguntar… te amo – Mauricio.

-          Y yo amor – Smith.

-          Eres… eres lo que me recetó el doctor – Mauricio. Smith estaba muerta de risa, él comenzó a besarla y de pronto Renata los interrumpió.

-          Mau… - Renata se quedó avergonzada, inmediatamente ellos se alejaron, Smith estaba atacada de risa. – Perdón, perdón… Sarita.

-          Hola Renata – Smith riendo.

-          Mamá las puertas se tocan, para algo están, para tener PRIVACIDAD – Mauricio molesto.

-          Bueno bueno…  yo venía para que me arregles el aire, esa cosa anda como quiere – Renata. – VEN – Renata se va y Mauricio mira a Smith.

-          Ni me mires… anda ve… no quiero otro pleito con Doña Renata Cortés – Smith sentándose en la cama.

-          Aaaayyyyyyy… no quieeeroooo – Mauricio berrinchando. Smith lo mira. – Sss Mmmm okey. Pero YA VENGO – Mauricio sale corriendo.

Pasa un rato en donde Mauricio y su mamá estaban discutiendo. Finalmente llega a su habitación y se encuentra con Azul durmiendo abrazada a Smith. Se les queda viendo como diciendo “¿y ésta qué?”.

-          Sorry, te tardaste mucho, media hora componiendo un aire… - Smith acariciando a Azul.

-          ¿Y si la llevo a su habitación? – Mauricio intentando “deshacerse de Azul”.

-          ¿Por qué no te vas tú? – Smith. Mauricio se acuesta a su lado insinuándosele.

-          Dale, un ratito – Mauricio. Smith se estaba doblando para no reírse, le estaba haciendo cosquillas.

-           Ya mañana… mañana – Smith alejándose.

-          Oooooh, mañana me tengo que ir temprano… - Mauricio desanimado.

-          Cuando vuelvas – Smith apagando la luz de la veladora.

-          Mjm mjm mjm – Mauricio quejándose.

-          ¡Duérmete ya! No puede ser, a falta de un niño tengo que andar cuidando y regañando a dos y dos de camino – Smith un poco molesta.

Al día siguiente Azul no estaba en la cama (Mauricio la había llevado a su cuarto), eran las seis am, Mauricio ya se había bañado y se arrojó sobre Smith.

-          Belleza, ey, despierta – Mauricio despertando a Smith. Él solo traía el pantalón

-          Aaay, ¿qué? ¿Otra vez tú? Ya deja descansar – Smith sin darle importancia. Mauricio se sienta y la destapa. – Aiiish no molestes.

-          Me la debes, ya no seas vaga – Mauricio. Smith ve el reloj

-          ¡Las seis am! ¿Estás loco? – Smith tratando de quitárselo de encima, pero Mauricio la agarra de las muñecas (con él encima queda inmóvil), así comienza a besarla. – Ay no, si que eres aprovechado, yaaa – Mauricio continuaba, finalmente Smith cede y corresponde a sus besos. El ambiente estaba “a punto”, cuando de repente Smith lo quita de encima y sale corriendo al baño (iba a volver el estómago).

-          ¿De verdad? ¿Esto es enserio? – Mauricio riendo. Al escuchar a Smith en el baño va a verla, se sienta en el piso y le recoge el cabello. - ¿Estás bien?

-          Sí, ya pasó... – Smith limpiándose la boca. Él le da una menta. – perdón.

-          ¿Por qué? Si no es tu culpa – Mauricio apoyando a Smith en su pecho.

-          No cualquiera me aguantaría – Smith acariciando a Mauricio, él la mira. – Sí, embarazada, de dos, con mi carácter y así de vomitona.

-          Jaja, aaay Dios…  - Mauricio le toma la cara a Smith. – Yo te amo, así tal como eres… gruñona, enfadosa, regañadora, mamá, embarazada, de uno o de dos o de cinco… – Smith se reía – te amo te llames Sara, Luisa, Pancracia, Filomena, como sea, pero yo te amo.

-          ¿Aunque no te dé sexo? – Smith riendo. Mauricio la mira y pone una carita como “mmm sss sí”.

-          Jjmmmm sí, aunque no haya nada de nada – Mauricio con carita de puchero. Smith se ríe y lo besa.

-          Te amo, que bueno es tener a dos criaturas que llevan tu sangre dentro mío, me hace sentir muy orgullosa eso – Smith. Mauricio la toma del cuello y la besa.

-          No quiero ir al trabajo – Mauricio besando a Smith.

-          Ah no, te jodes, vas porque vas, y yo voy a seguir durmiendo, porque TUS hijos tienen sueño, ¿verdad cositas hermosas? – Smith parándose mientras acariciaba su pancita.

-          Dulces sueños mis amores – Mauricio aún en el piso.

Más tarde Smith se levantó, se fue a la oficina y se encontró con uno de sus jefes.

-          Sara, ¿cómo va todo? – Frank. - ¿Y esa pancita?

-          Aquí me tiene señor, a la final así terminé – Smith riendo.

-          Wow, quién diría que iba a terminar embarazada de Cortés… pero bueno, espero que su objetivo principal no se le valla de la mira, digo, sabiendo que usted termina embarazada en sus mejores misiones – Frank. Smith lo miraba con cara de odio.

-          Eso no es de su incumbencias señor, al fin y al cabo, las misiones terminan bien – Smith molesta.

-          No lo creo, acuérdese de la misión De Rosas… abandonó todo, se fue embarazada, abandonó a su hijo, casi la matan, y lo principal, NO ARRESTÓ A DE ROSAS, el padre de su hijo – Frank con todo el ánimo de molestar a Smith. - ¿Sigo? Por ir de defensora de su hijito Javier la drogaron, la mantuvieron cautiva, la violaron y casi la matan, la encerraron en un refrigerador, ¿no se acuerda?

-          ¿A qué viene todo esto? – Smith seria y muy enojada.

-          A que usted siempre se termina revolcando con sus blancos en las misiones, entre ellos Picasso, el Supremo – Frank con aires de señor.

-          En parte de eso se trata este trabajo, ¿o no? Y a fin de cuentas, ¿a usted que le interesa quien pasa por mis sábanas? – Smith contestándole arrogante a Frank.

-          La verdad, no me importa, es muy su problema cuan… fácil pueda ser – Frank sacando de sus casillas a Smith.

-          Exactamente eso, muy mi bronca… digo no, ¿por qué no mejor se preocupa de saber cuántas personas pasan por la cama de su mujer y no en la mía? – Smith sacada. Frank la observa enojado.

-          ¿De qué está hablando agente? – Frank cruzándose de brazos.

-          Averígüelo por su cuenta – Smith también cruzándose de brazos. – Si tanto se preocupa por saber de mi vida, ponga el mismo empeño en saber un poco más de la de su mujer. Con permiso – Smith se retiró, se fue del SDI completamente enojada.

Finalmente después de calmarse, decide ir a la oficina de Mauricio.

-          Hola Susana, ¿mi marido? ¿Está en su oficina? – Smith hablándole a la secretaria de Mauricio.

-          Hola señora, ¿cómo está? El jefe está en una reunión, pero no tarda en salir – Susana. – Si gusta lo puede esperar en su oficina.

-          Sí, gracias, lo prefiero – Smith entra a la oficina de Mauricio y espera un rato. Luego él entra.

-          Ey belleza, no sabía que venías – Mauricio acercándose a Smith, ella se paró.

-          Hola amor – Smith besó a Mauricio. – Quise venir a saludarte yyy…

-          ¿Y? ¿Y qué amor? – Mauricio tomando por la cintura a Smith.

-          Y a recompensarte por lo de ayer y esta mañana – Smith pasando su dedo índice por la cara de Mauricio, éste se sorprendió.

-          ¿Enserio? Eeeep – Mauricio le pide a Susana que nadie lo moleste, cierra la puerta con llave y vuelve rapidísimo. – Listo ya está – Comienza a besar a Smith y le quita la blusa.

-          Jajaja, ¿tan urgido estás? – Smith mientras Mauricio se quitaba el saco, la corbata y la camisa.

-          No te das una idea… – Mauricio se sienta en el sofá y Smith sobre él. – Ahora si nadie nos va a interrumpir.

-          Jajaja, estás loco – Smith.

-          Sí pero por ti – Mauricio.

Al rato Smith y Mauricio salen abrazados de la oficina (Mauricio la abrazaba por detrás). Smith volteó para despedirse.

-          Okey, nos vemos luego en la casa, te amo – Smith.

-          Mmm nos vemos – Mauricio besando a Smith. Justo Beatriz los vio y se acercó a ellos.

-          Buenos días, disculpen las molestias, vengo a entregarte estos papeles Mauricio – Beatriz. Mauricio los recibió secamente.

-          Gracias Beatriz, enseguida los reviso – Mauricio. Beatriz se quedó ahí por unos segundos, Smith estaba celosa.

-          Osea vete, bay – Smith sonriendo.

-          Aayy que eres celosa – Mauricio – Pero me gustas celosa – Smith lo besa.

-          Me voy, ya es tarde – Smith se va de la oficina.

Pasaron unos cuantos días y Smith entró en el cuarto mes de embarazo, Giuliana tenía un campeonato de vóley, todos habían ido con ella a acompañarla. Mauricio se había sentido mal últimamente, pero como era de esperarse no decía nada. Smith se estaba dando cuenta de que algo no andaba bien con su marido.

-          Amor, ¿te sientes bien? Estás pálido – Smith tocándole el rostro a Mauricio.

-          No, me duele la cabeza – Mauricio tosiendo. – Creo que es mejor que me vaya a la casa.

-          ¿Quieres que te acompañe? No sé si sea buena idea que te vayas solo – Smith preocupada.

-          No no no, tú quédate, échale porras a Giu por mí y ya en casa nos vemos – Mauricio ordenando sus cosas para irse.

-          Okey, ya en un ratito que termine el partido me voy directo a la casa, llega y acuéstate, descansa – Smith.

-          Como digas amor – Mauricio le da un beso a su esposa y se va.

Al rato acaba el campeonato, las chicas ganan y se van a festejar. Smith estaba hablando con las demás madres y Azul estaba jugando con una de las pelotas, de pronto la pelota se le escapa y va en busca de ella. Un hombre la recogió, Azul lo miraba, era muy alto a su parecer.

-          ¿Me la das? – Azul señalando la pelota.

-          Si me dices cómo te llamas – Patricio poniéndose en cuclillas.

-          Mi mamá no me deja – Azul.

-          ¿Qué no te deja tu mami? – Patricio.

-          Decirle mi nombre a alguien que no conozca – Azul tambaleándose. – ¿Me la das o no?

-          Oye que carácter, bonita y de carácter fuerte, me haces acordar a alguien – Patricio. Azul lo veía confundida.

-          ¿A quién? – Azul.

-          A nadie, no importa… oye hermosa, ¿y tu mamá? ¿Dónde está? – Patricio.

-          Allí – Azul señalando a su madre. Patricio se quedó sorprendido y Azul le quitó la pelota. – Gua gua – Haciéndole burla a Patricio. Éste se reía.

-          Oye… ¿quieres un helado? – Patricio.

-          Eemmm sip – Azul.

-          Okey, yo te compro uno si le dices a tu mamá que venga – Patricio chantajeando a Azul.

-          Sale, pero uno grandototote – Azul haciendo una seña con los brazos.

-          Va, pero anda tráela – Patricio. Azul va por su madre, quien se queda muy sorprendida al verlo.

-          ¿Tú? ¿Qué haces aquí? – Smith. Patricio no podía evitar mirarle la barriga.

-          Vine con Pía, mi esposa, ella es profesora de vóley… bueno, es un hobby que tiene – Patricio y Smith  estaban incómodos, pero aún así seguían charlando.

-          Wow, que bien por ella. ¿Es la morocha?, ¿la que estaba de este lado de la cancha? – Smith señalando a su lado izquierdo.

-          Sí sí, esa misma – Patricio.

-          Entonces es  la profesora de mi hija – Smith. Patricio la ve raro.

-          ¿De tu hija? ¿No querrás decir de tu… marido? – Patricio. Smith lo ve como diciendo “sí, ya sabes a que me refiero”. – Okey… cambiando de tema… ¿esa chiquita es Azul?, ¿enserio? Está muy grande, muy linda, muy parecida a ti… - Patricio se le queda viendo a Smith.

-          Sí, está enorme mi niña – Smith.

-          ¿Y cómo vas? Con tu vida, con tu embarazo… - Patricio muy interesado en esa respuesta.

-          Muy bien, muy contenta y emocionada… imagínate son dos – Smith. Patricio se sorprendió. - ¿Y tú? ¿Cómo te lleva tu vida de casado?

-          Bien, muy tranquila para mi gusto… eso sí lo esencial no falta – Patricio. Smith lo ve como diciendo “ya sé para dónde vas”. – Si, exacto, sexo. Hay muy buen sexo.

-          Okey demasiada información – Smith un poco sacada de onda – Yo ni siquiera tengo que decirte, ¿no? Osea hay dos – Smith tocándose la barriga. Ambos rieron, quizás para ocultar sus celos profundamente escondidos o porque ambos ya estaban dejando en el pasado su historia.

-          Che Rubia, yo le prometí a la Rubiecita que la llevaría a comprar un helado… - Patricio.

-          Ah no… si eso le prometiste tendrás que cumplir, tú no sabes lo que es esta mocosa, es de reprochona y enojona, ni que fuese mi hija – Smith. Patricio estaba muerto de risa.

-          Noooo, pobrecita jaja… ¡Rubiecita! – Patricio hablándole a Azul, ésta lo miró como diciendo “¿yo?”. – Sí ven – Azul va. – Oye ya le dije a tu mamá que vamos a ir a tomar un helado, pero tiene que ser ya ya ya, convéncela – Le susurró Patricio a Azul.

-          Mami quiero tomar el helado ya ya ya – Azul mirando a su mamá con carita de “por fis”.

-          Vaya que son tremendos y chantajistas…  está bien, pero vamos rapidito que tenemos que ir a casa – Smith hablándole a Azul.

-          Oooh… ¿y si le hablas a papá y le dices que vamos tarde? – Azul con su carita de “ándale siii”. Al oír a Azul llamarle papá a Mauricio, Patricio se entristeció un poco, pero no dejó que lo notasen. Smith la mira como diciendo “no”. – Daaale maaa, así no se propupa.

-          Pre-o-cu-pa – Smith.

-          Bueno eso, ándaaaleee – Azul.  

-          Okey, le envío un mensaje, pero igual no nos vamos a demorar, ¿claro? – Smith. Azul le hizo una carita como de “okey”.

Compran helados, Smith no quiso, Patricio insistió pero ella se negó nuevamente. En la heladería había unos juegos para pequeños, a los cuales Azul se fue un rato, Patricio aprovechó la oportunidad para acercarse a Smith.

-          Oye… ¿enserio no quieres? ¿Ni un poquito? – Patricio ofreciéndole helado a Smith.

-          Emm no gracias, pasa que si no me lleno y me hincho… - Smith.

-          Pero un poquito – Patricio poniéndole el helado enfrente a Smith.

-          Okey, pero nada más un poquito – Smith se acerca a tomar el helado y Patricio lo baja, quedando su boca, la cual, sin querer, besó. Patricio se acercó más a ella, mientras la besaba y Smith correspondió. Se dieron ese beso que tanto extrañaban.

Se quedaron por unos segundos así, hasta que Smith reaccionó y se alejó.

-          Para para, por favor para – Smith frenando a Patricio.

-          ¿Qué? ¿Qué pasó Rubia? – Patricio.

-          No me digas Rubia – Smith agitada.

-          ¿Por qué no? Siempre te he dicho así… - Patricio sacado de onda.

-          Pero las cosas no son como siempre… nosotros no podemos estar así – Smith mirando al frente, aún agitada.

-          ¿Por qué no? Yo te amo y quiero estar contigo… ¿tú me amas? – Patricio. Al ver que Smith no volteaba agarró a Smith del rostro para que lo viera. – ¿Me amas?

-          Sí… - Smith. Patricio se alegró. – Pero también amo a Mauricio.

-          ¿Cómo? No nos puedes amar a ambos, o es él o soy yo… ¿a quién amas? – Patricio algo molesto.

-          Ya te dije… a los dos… es distinto, no sé cómo explicarte – Smith nerviosa, Patricio mira hacia un costado. – Contigo tiemblo cada vez que te acercas a mí, me haces sentir libre, vulnerable, desatas mi pasión, mi locura y me encanta… con Mauricio… no sé, me siento protegida, segura, estable, me siento mimada, consentida, él desata toda mi ternura, mi protección y también me encanta…

-          Bien… - Patricio. – Nos amas a los dos…

-          Sé que es complicado de entender, pero así me siento, dividida entre dos amores, entre ustedes dos – Confesó Smith.

-          Pero eso quiere decir que tenemos un chance, ¿no? – Patricio ilusionado.

-          No sé… no Patricio. Es mejor dejar las cosas como están, ambos estamos bien, ni tú ni yo somos los mismos de antes… - Smith. Patricio estaba afectado.

-          ¿Un último beso? – Patricio tocando la pierna de Smith. Ella aceptó  se besaron apasionados nuevamente. A Smith se le caían las lágrimas.

Terminan de besarse se abrazan. Azul los estaba observando, pero sólo vio que él la abrazó. Esto no le hizo mucha gracia a la pequeña asique fue hacia ellos.

-          Mamá… – Azul ve a su madre secándose las lágrimas. - ¿Por qué lloras? ¿Qué te duele?

-          Jah nada mi amor, no me duele nada, es solo que me entró una basurita en el ojo – Smith. Patricio estaba conteniéndose y Azul la miró seria.

-          ¿Y por eso te abraza? – Azul. Smith no supo que decir. – Me quiero ir. Quiero ir a la casa con papá, nos está esperando.

-          ¿No te quieres quedar un ratito más? – Smith. - ¿No quieres jugar con Patricio?

-          No, ya te dije que me quiero ir a la casa con mi papá, ¿nos podemos ir? – Azul molesta. Estaba celosa.

-          Okey, está bien, despídete, agradécele el helado a Patricio y nos vamos – Smith tomando su bolso. Azul puso cara de berrinchuda, pero con la mirada que le hizo Smith inmediatamente se comportó.

-          Chao, gracias por el helado… - Azul, Patricio le dio un beso pero ella se lo limpió de la mejilla. – Ya, ¿nos vamos?

-          Está bien, ya voy ya voy…  hasta luego Patricio – Smith se acercó para saludar a Patricio, pero Azul se puso en medio y la empujó. - ¿Qué te traes? Deja despedirme.

-          No. Nos estamos tardando mucho. Me quiero ir ya con mi papá, YA – Azul completamente molesta.

-          Está enojada la Rubiecita – Patricio. Smith lo miró e hizo una seña con la cabeza como diciendo “es terrible”.

-          No me llamo Rubiecita, mi nombre es Azul, Azul Selene Cortés Smith, ¿okey? – Azul.

-          Está bien Azul Selene, nos vemos – Patricio. Ambas salen y se van camino a casa, Smith regañó a Azul la cual se enojó más, no le dirigió la palabra a su madre en todo el camino, lo cual le molestaba muchísimo a Smith.

Al llegar a casa Azul se fue directo con su nana, Rosita. Smith subió a su cuarto a ver a Mauricio. Cuando ella iba entrando a la habitación lo escuchó tosiendo fuerte y secamente en el baño. Ella quería entrar pero la puerta estaba cerrada con llave por dentro.

-          ¿Mau? ¡Mauricio! – Smith golpeando la puerta. – Amor ábreme, Mauricio por favor dime algo, ¿estás bien? ¡Mauricio! – Smith desesperada. Se escucha un estruendo, un golpe seco en el piso. - ¡¡MAURICIO!! ¡Alberto! ¡Beto! – Smith llamando a un empleado de la casa.

-          Señora, ¿qué se le ofrece? ¿Está bien? – Alberto.

-          Veto por favor abra la puerta, no importa si tiene que derribarla, pero ábrala… - Smith completamente nerviosa y angustiada. Alberto abre la puerta  Smith ve a Mauricio en el piso.

-          Voy a llamar a una ambulancia – Alberto. Smith va corriendo hasta Mauricio.

-          Mau, Mau mírame, por favor mi vida. Mauricio reacciona no me hagas esto por favor te lo suplico – Smith llorando desesperada mientras acariciaba la cabeza de su esposo.

Al momento llega la ambulancia y se llevan a Mauricio a una clínica, Smith le llama a Bianca para contarle lo que estaba pasando.
Todos estaban en la clínica esperando noticias.

-          ¿Pero qué pasó? ¿Por qué se descompuso? ¿Cómo lo viste cuando estaba en el baño? – Renata. Smith la miraba como echándole lanzas con los ojos.

-          Abuela, este no es el lugar ni el momento de hacer tus preguntas ridículas, si no te importa después las haces – Giuliana.

Aparece Michael y le dice a Smith que Mauricio quería verla. En el camino le comenta que todo era parte del virus que se había agarrado en el viaje a Japón y todo ese rollo que Mauricio le había dicho.
Cuando Smith entra a ver a su esposo, se encuentra a Mauricio con respirador artificial, suero y electrocardiograma. Éste afectó a Smith.

-          Mauricio… - Smith acercándose a él, estaba despierto y le estira la mano. - ¿Mi amor estás bien? Nunca imaginé verte así… - Smith llorando mientras miraba todo lo que tenía Mauricio a su alrededor.

-          Todo está bien – Dijo Mauricio. Hablaba muy despacio ya que estaba cansado y con la mascarilla por la cual respiraba.

-          No, no te agites, no hables amor – Smith preocupada. Mauricio le seca las lágrimas. En eso entro Michael.

-          ¿Cómo está todo por aquí? – Michael tocándole el hombro a Smith. – No llores, eso lo pone peor.

-          Está bien – Smith.

Al rato entran las hijas y la madre de Mauricio. Ya de noche Michael les dice que tendrá que quedarse unos días en observación.

-          Okey, yo me quedo contigo esta noche – Smith hablándole a Mauricio.

-          No señora, usted se va a casa y descansa – Mauricio un poco más recuperado.

-          Sí, mi Mau tiene razón. Tú ve a la casa y cuida de mis nietos, ya luego vienes mañana – Renata. Las hijas de Mauricio coincidieron con ella.

-          Está bien, pero mañana temprano vengo a ver como sigues – Smith.

Pasan unos días y le dieron en alta a Mauricio. Michael le pidió que no se agitara y mantuviera reposo, cuando estuvieron solos le dijo que tendrían que empezar otro tratamiento.
Patricio y Smith se habían comunicado últimamente, Azul medio se había dado cuenta de esto y se lo comentó a su papá.

-          Papi… - Azul subiendo a la cama y acostándose al lado de su padre.

-          ¿Qué pasó mi amor? – Mauricio, sin respirador ni nada por el estilo.

-          ¿Te acuerdas del día del campeonato de vóley de Giuli? – Azul.

-          Sí… ¿Y qué con eso? – Mauricio intrigado.

-          Que allí nos encontramos con un señor que nos invitó a tomar un helado, él se quedó hablando con mamá un rato y luego la abrazó, cuando pasó eso yo le dije a mamá que me quería venir a casa contigo y nos vinimos. Y mamá ha estado hablando con él por teléfono – Azul contándole todo a su padre quien se quedó sorprendido, algo desilusionado y dolido.

-          ¿Ese señor es alto, con barba y se llama Patricio? – Mauricio deduciendo.

-          Sí pa, ¿lo conoces? – Azul.

-          Sí mi amor, pero no importa, es amigo de mamá – Mauricio.

Al rato Smith entra al cuarto y Mauricio estaba como deprimido.

-          ¿Amor estás bien? – Smith un poco preocupada. - ¿Te duele algo?

-          No, yo estoy bien… pero creo que tenemos que hablar – Mauricio tranquilo.

-          ¿De qué? ¿Pasa algo? – Smith sentándose en la cama.

-          Respóndeme algo… solo si o no… no quiero explicaciones, ni excusas, ni preguntas, ni respuestas, si es que hago alguna pregunta sin darme cuenta… - Mauricio aún calmado.

-          Okey… ya me intrigaste… - Smith acercándose un poco.

-          Bien… ¿aún amas a Patricio? – Mauricio un poco serio. Smith se quedó sorprendida.

-          Eh… ¿Azul te dijo algo? ¿Qué te dijo? Dime algo por favor – Smith intranquila.

-          Sólo sí o no… te dije que no me interesaba lo demás – Mauricio mirando a Smith.

-          Okey… - Smith mira a Mauricio un poco seria también. – Sí, sí lo amo… él es el amor de mi vida y por más que no quiera amarlo más no puedo… él es parte de mí, de mi vida… no lo puedo evitar… - Mauricio estaba viendo una carpeta que tenía. – Pero también te amo a ti, nunca te mentí al decirte mi amor o que te amaba, pero es distinto.

-          Ya claro, no es lo mismo… sabes, esto ya me pasó un vez con Cynthia – Mauricio un poco triste, tenía ganas de llorar pero no lo iba a hacer.

-          Cynthia… ¿la mamá de las chicas? – Smith un poco sorprendida.

-          Sí ella… le dije que eligiera, que no me enojaría… que prefería que se marchara y fuera feliz a que se quedara y se arrepintiera más adelante, pero quería a mis hijas conmigo…- Mauricio más afectado. – Era joven, se había enamorado… yo la amaba, pero lo que más quería era que ella estuviera bien. Nos casamos cuando ella quedó embarazada de Bianca, tenía veintidós años.

-          Era muy joven, ¿y qué pasó? Osea… ¿qué decidió? – Smith atenta, estaba un poco intrigada ya que a eso nadie se lo había comentado.

-          No quiso irse por las niñas, yo le dije que podría venir a verlas cuando quisiera… finalmente aceptó, se fue con él… - A Mauricio se le caían las lágrimas. – en la carretera, camino a Dallas, tuvieron un accidente y murió, él también falleció – Smith estaba shockeada con la noticia. – Mis hijas no saben esta verdad… solo les dijimos que Cynthia tuvo un accidente en carro con un compañero de trabajo, ella trabajaba conmigo.

-          Wow… - Smith. – Nunca me imaginé esto.

-          Si… es complicado – Mauricio le da la carpeta a Smith.

-          ¿Qué es esto? – Smith comienza a ojear la carpeta.

-          El divorcio ya firmado… lo que hice con ella quiero hacerlo contigo – Mauricio. Smith se sorprendió y puso un gesto de desagrado. – Es tú decisión, sólo te pido que me dejes conocer a mis hijos, pasar algún tiempo con ellos, solo eso – Mauricio casi llorando.

-          No, ¡no! Yo no pienso hacer eso, yo no me quiero ir – Smith dejando la carpeta en la mesita de noche.

-          Sara... – Mauricio. Smith estaba en negación. – Sara escúchame, ey, cálmate – Mauricio agarrando a Smith del cuello, ella estaba llorando. – tranquilízate… yo no quiero forzarte, me negué a aceptarlo, te quise retener conmigo a toda costa, pero no vale la pena… tengo que aceptar que estoy destinado a perder, siempre a perder – Mauricio llorando.

-          Yo te amo – Smith también llorando. – No quiero iiirmeee – Un poco desesperada. En eso entran las chicas y Azul, contentas por tener a su padre mejor y en casa. Smith volteó y secó sus lágrimas.

-          Uuuuy que alegría que ya estamos todos juntos, ¿qué no? – Giuliana.

-          Siii, ya extrañaba esto – Bianca.

-          Ay mis niñas, las amooo – Mauricio.

-          Y nosotras a ti – Azul arrojándose sobre su padre.

-          Mi amor ten cuidado, acuérdate que papá está enfermo – Smith que estaba observando todo. Por su cabeza pasaban mil cosas, tenía la oportunidad de irse con Patricio sin ningún problema, pero quería quedarse con Mauricio y sus hijas a la espera de los bebés. Estaba muy confundida.

Smith no durmió en toda la noche, estaba angustiada porque no sabía qué decisión tomar. Sabía que de esto no sólo dependía su futuro, sino el de toda su familia, principalmente el de sus hijos. Realmente su corazón, sus pensamientos y su vida estaban divididos en dos hombres, los hombres que ella más había amado.
Se aseguró de que nadie la estuviese oyendo y le habló a Patricio, necesitaba aclara un poco sus ideas. Él le dijo que se encontraran en un bar, un poco alejado de la ciudad para poder hablar tranquilos, sin interrupciones.
Cuando llegó al bar Patricio la estaba esperando todo ilusionado, esperando que su respuesta fuese que se iría con él… no podía destrozarle el corazón diciéndole que se quedaría con su esposo, por más que en parte eso también quería.

-          Hola Rubia, ven, siéntate – Patricio con una gran sonrisa, Smith estaba un poco seria, mostraba su angustia. - ¿Estás bien? ¿Qué tienes? ¿Tus bebés?

-          No te preocupes, mis hijos y yo estamos bien – Smith mirando la mesa, el vaso, todo para no ver a Patricio a los ojos. – Necesitamos hablar.

-          ¿Qué pasó? Ya me preocupaste – Patricio serio.

-          No es justo… - Smith llorando.

-          ¿Qué no es justo Rubia? – Patricio preocupado.

-          Que te haga esto… - Smith secando sus lágrimas. – Perdón, perdóname, pero no puedo irme contigo… no puedo abandonar a mi familia por algo que no sé si valla a funcionar…

-          ¿Cómo que no sabes si va a funcionar? – Patricio algo enojado. – Claro que va a funcionar Rubia, tú y yo funcionamos perfectamente bien, somos tú y yo.        

-          Ya sé, me expresé mal, perdón… – Smith estaba nerviosa, no sabía cómo explicarle a Patricio lo que pasaba por su cabeza, él no la ayudaba con su actitud. – A lo que me refiero es que yo no puedo ni quiero abandonar todo lo que tengo… no puedo separar a mis hijos de su padre, no sería justo para ellos – Patricio miró a Smith como diciendo “ni quien te crea eso”. – Te conozco y sé que si yo me voy contigo no permitirías que me quedara a solas con Mauricio, ni siquiera para llevarle a los niños.

-          Quizá y tengas razón en lo último, pero entiende que yo te amo y me hierve la sangre de solo saber que otro te pueda tocar, acariciar, besar, que otro que no sea yo te haga el amor – Patricio acercándose a Smith. Atinó a darle un beso y ella lo frenó.

-          Te pediría que esperes a que nazcan mis hijos, a que las cosas se acomoden, que tomen un nuevo rumbo… pero eso no sería justo – Smith acariciando el rostro de Patricio. – No sería justo que esperes a que me decida mientras que yo estoy con mi familia, mimada y amada por Mauricio… él no es malo, al contrario, es un gran hombre, un excelente padre y un maravilloso ser humano.

-          No me importa como sea él, con el simple hecho de que tú estés en su cama ya me cae como patada al hígado – Patricio. – Y por eso no te preocupes, yo te esperaría toda la vida si fuese necesario. Te amo, y no te imaginas cuánto.

-          Lo sé, y yo te amo a ti… - Smith abrazando a Patricio.

-          Ya sé que también lo amas, o eso crees… pero también sé que tarde o temprano vas a terminar en mis brazos, en mi vida nuevamente… vamos a terminar amándonos apasionadamente como antes, como siempre Rubia – Patricio mientras Smith lo veía con unos ojos de amor. Finalmente Patricio la besó. – Te amo, que eso nunca se te olvide – Patricio se paró y se fue.

Smith llegó a su casa, tomó un baño y se acostó. Por un lado estaba algo triste porque sí quería irse con Patricio, pero por otro lado estaba sumamente tranquila porque iba a vivir su matrimonio sin miedos, sin preocupaciones, solo ellos… amándose.
Y así fue… pasaron cuatro meses (Smith tenía ocho meses de embarazo) los cuales ellos los pasaron felices, llenos de ilusiones y esperanzas por la llegada de sus bebés. Azul había cumplido cuatro años, hacía tres meses de ello. Se había vuelto una niña un poco caprichosa, testaruda, algo celosa. Tenía que comenzar pre-escolar y no quería ir a la escuela, el único que la “controlaba” era Mauricio. Patricio siguió adelante con su matrimonio con Pía como si nada hubiese pasado.

-          Azul, tienes que ir a la escuela, ponte la chaqueta, ven – Smith sentada en la cama con su gran barriga. Azul estaba en la cómoda de su madre frente al espejo con el celular de su padre.

-          No quiero – Azul ignorando a Smith.

-          ¿Cómo que no quieres? VEN – Smith cansada de “discutir” con su hija.

-          No quiero ir, no quiero ponerme la chaqueta y no quiero ir a esa tonta escuela – Azul mirando a su madre por el espejo.

-          ¿Ah no? Pues fíjate que si vas a hacer todo lo que no quieres – Smith se para y le pone la chaqueta a Azul. La mocosa luchaba para que su mamá no se la lograra colocar. Finalmente Smith se la colocó y comenzó a peinarla. – Tienes un carácter niñita, hija mía tenías que ser…

-          No quiero cola de caballo, no me gusta – Azul enojada.

-          Aish… ¿Y entonces qué quieres? – Smith con el cepillo en la mano y molesta.

-          El cabello suelto – Azul.

-          No, ¿trenzas? – Smith.

-          No, suelto – Azul. Smith la miró como diciendo “aquí mando yo” y le hizo la cola de caballo. Azul se paró. – Te dije que suelto – Se quitó la coleta.

-          Te mato, ven a acá, VEN ACÁ – Smith furiosa. Azul al ver a su mamá así se fue corriendo hasta donde estaba Renata, su abuela.

-          Ay, ¿qué pasa corazón? – Renata. En este tiempo Renta estuvo manipulando a Azul, diciéndole que su madre no la quería, que iba a querer más a los bebés que a ella, que Smith no quería a Mauricio y muchas cosas más que Azul creyó. Mauricio se había enterado de esto porque él mismo la escuchó una vez y ya le había exigido a su madre no llenarle la cabeza a la niña de estupideces.

-          Mi mamá me quiere pegar – Azul. En eso aparece Smith con el cepillo.

-          Eso no es cierto, te quiero peinar y no te dejas – Smith enojada.

-          Quiero que me peine mi abuela – Azul abrazando a Renata.

Esto a Smith le dolió un poco, finalmente le dio el cepillo a Renata y volvió a su cuarto. Estaba afectada y dolida, en eso llegó Mauricio y abrazó a Smith por detrás, notó que estaba llorando.

-          ¿Qué pasó belleza? ¿Qué tienes? – Mauricio volteándola hacia él.

-          Que ya estoy cansada de que tu madre ponga en mi contra a Azul… - Smith con lágrimas en los ojos y molesta. - ¿O qué? ¿Pensabas que no me doy cuenta? Tu madre es una víbora venenosa, no la quiero cerca de mi hija, de ninguno de mis hijos.

-          Te entiendo, a mí también me colmó la paciencia, creo que es mejor que le pida que se valla de una vez… nada de lo que he hecho o de lo que le he pedido a servido para que pare, ya es hora de actúe definitivamente – Mauricio muy molesto.

-          Yo sé que es tu madre y la quieres… pero yo no quiero que mi hija me trate así, no quiero que se comporte como esas niñas fresas insoportables, no no no – Smith.

-          Jaja ni yo… okey, voy a hablar con Azul – Mauricio va al cuarto de Azul, ella estaba jugando con sus muñecas. Smith se quedó en la puerta oyendo.

-          Papii – Azul corriendo hacia Mauricio, éste la alzó.

-          Hermosa tenemos que hablar – Mauricio sentándose con ella en la cama.

-          Aaaayyy… ¿Ya me cas a regañar por lo que hice? – Azul con su carita de “creo que metí la pata”.

-          ¿Te pareció bien? – Mauricio con su cara de “sí, si la metiste”.

-          Pues no… - Azul con carita de “perdón”.

-          ¿Y entonces…? ¿Por qué lo hiciste? – Mauricio.

-          Porque yo no quiero que mi mamá me deje de querer, si me porto bien no va a voltear a verme, en cambio, si me porto mal se enoja, me grita… me ve – Azul con carita triste.

-          Amor… tu mamá nunca, ¿me oyes? NUNCA va a dejar de quererte, eres muy importante para ella, ere su vida, ¿tú dejarías de querer a tu vida? – Mauricio. Smith estaba casi llorando al verlos así.

-          Pues no… yo quiero mucho a mi mamá y a mis hermanitos… - Azul vio a su mamá en la puerta y corrió hacia ella.- ¿Me perdonas ma? Nunca más lo vuelvo hacer.

-          Claro que sí mi amor, yo te perdonaría todo – Smith. Azul besó la panza de su madre.

-          Los quiero a los tres, mucho mucho mucho mucho – Azul. Smith rió y le dio las gracias a Mauricio, él le tiró un beso.

Bianca estaba asistiendo a un cursillo para entrar a la universidad. Había quedado de acuerdo con unas compañeras para encontrarse en la puerta de una biblioteca. Cuando estaba por entrar (ya que sus compañeras no venían) unos chicos salían.

-          ¿Por qué no te fijas? – Bianca. Francisco, unos de esos chicos, la golpeó con la puerta sin querer. Era más alto que Bianca, moreno, ojos verdes, musculoso (lo normal para un chico que hace deporte, no excesivamente), tenía dieciocho años y era muy guapo.

-           Excusez-moi mademoiselle (escusemua madmuasel-discúlpeme señorita) – Francisco disculpándose por lo ocurrido.

-          Défectueux (defectiu-defectuoso/tarado) – Bianca algo molesta.

-          Regardez qui parle (gigagde qui pagla-mira quién habla) – Francisco bajándole los decibeles a Bianca. Sus amigos se fueron a comprar algo que comer.

-          ¿Êtes-vous français? (¿eits vgu fgancé?-¿eres francés?) – Bianca intrigada.

-          No, argentino – Francisco riendo.

-          ¿Y por qué hablas francés? – Bianca no le encontraba sentido a ello.

-          Porque me gusta ese idioma, además el francés, el español y el italiano, son idiomas seductores, eso a las chicas les gusta – Francisco haciéndose el interesante.

-          Pues sí, es verdad… - Bianca. Francisco se le quedó viendo. – Ni creas eh, conmigo eso no te va a funcionar, ¿quedó claro?

-          Pero podemos ser amigos, ¿o no? – Francisco queriendo acercarse a Bianca.

-          Ni siquiera te conozco, ¿cómo vamos a ser amigos? – Bianca riendo.

-          Francisco Sánchez, argentino, dieciocho años, llegué a Houston hace 5 horas con unos amigos, soy soltero y quiero estudiar finanzas. Listo, ya me conoces – Francisco intentando darle confianza a Bianca. Ésta se quedó algo asombrada. - ¿Cuál es tu nombre?

-          Emm ¿Bianca? – Bianca algo desconcertada.

-          Es un gusto emm Bianca. Espero nos volvamos a ver pronto – Bianca rió. Francisco besó su mano cual caballero y se fue. Bianca reía sola, no creía en lo que le había pasado.

A la noche Saúl había ido a la casa de Smith, estaban muy emocionados porque el hijo de Saúl había llegado de viaje. Él vivía con su madre y cada vez que podía visitaba a su padre y a su madrina (Smith), pero esta vez vino más que nada a estudiar su carrera universitaria a Houston.

-          ¿Y a qué hora viene? – Smith emocionada.

-          No sé, me imagino que en un rato, le envié la dirección y todo – Saúl. – Aish estoy muy nervioso por este mocoso. Hace siete meses que no lo veo, ¿cómo estará? ¿Por qué tardará tanto?

-          Oye, tranquilo, ya va a llegar, ¡no seas impaciente hombre! – Mauricio.

-          Creo que ahí viene – Smith viendo por la ventana.

-          ¡Bianca, Giuliana! – Mauricio llamando a sus hijas para que conocieran al hijo de Saúl. En eso entra él.

-          ¡Ehehe campeón! – Saúl extendiendo sus brazos para abrazar a su hijo. Éste lo abraza y comienzan a golpearse las espaldas con las palmas de las manos.

-          Viejo te extrañaba – Francisco despeinando a su padre. - ¡Madrina! – Acercándose a Smith. – Wow, estás linda, que bella panza.

-          ¡Está enorme! – Smith. – Y tú guapísimo – Abrazando a Francisco. – A ver te presento, él es Mauricio Cortés, mi marido.

-          Hola, ¿qué tal? Es un placer, éstos dos me hablaron mucho de ti – Mauricio estrechando la mano de Francisco.

-          Al fin te conozco Mauricio… mi madrina habla muy bien de vos, y papá también – Francisco. En eso bajaron las chicas, cuando Bianca lo vio se sorprendió mucho.

-          ¿Tú? – Bianca mirando a Francisco.

-          Ah no, ¿es un chiste? ¿Es en serio? – Francisco viendo a Bianca y a Smith.

-          ¿Se conocen? – Mauricio.

-          Sí, nos conocimos hoy en la biblioteca que te comenté Sara – Bianca acercándose.

-          Sí, estaba medio enojada la mademoiselle (madmuasel- señorita) – Francisco riendo entre dientes.

-          ¿Vas a empezar? – Bianca. Smith, Mauricio y Saúl se hachaban miraditas.

-          ¿Querés que empiece? Te puedo hablar en francés, italiano, español, inglés yyyy nada más, sólo esos sé hablar – Francisco.

-          En español está bien – Bianca sonriendo.

Cenan y luego de eso Saúl y Francisco salen a caminar alrededor de la casa para poder hablar tranquilos.

-          Qué bueno que estás aquí hijo – Saúl tomando el hombro de Francisco. - ¿Estás seguro que querés entrar en esto? Mira que una vez que entras no podes salir.

-          Papá, siempre te dije que este era mi sueño… ser un gran agente como vos, como Javier – Francisco todo ilusionado.

-          Pero sabes que tenés que arriesgar muchas cosas y… - Saúl. Francisco lo interrumpe.

-          Escuchame, ya basta… ya te dije mil veces que sí quiero esto, ya pará viejo – Francisco. – Mejor vamos a la casa.

En la casa estaban discutiendo Renata y Mauricio, ya que él le había pedido que se fuera, que ya no la quería en la casa, Renata se lo tomó a mal e hizo un escándalo.

-          ¡Claro! Tú quieres que yo me vaya porque esta mustia te lo pidió – Renata refiriéndose a Smith.

-          Mamá, a mí nadie me pidió nada, es mi decisión, yo te escuché cuando le decías a Azul que Sara la iba a dejar de querer cuando nacieran los bebés – Mauricio enojado.

-          ¿Tú hiciste eso? ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes en la cabeza? ¿El cerebro se te pudrió con tanta tintura para el cabello? – Bianca completamente furiosa.

-          ¿Cómo se te ocurre decirle eso a una niña? Tú de verdad que estás mal – Giuliana desilusionada.

-          Claro, claro todos están en mi contra… esta zorra de quinta los puso en mi contra – Renata muy nerviosa.

-          Nadie nos puso en tu contra, tú solita lo lograste abuela – Bianca.

-          Eres una zorra, una cualquiera – Renata refiriéndose a Smith. - ¿Estás seguro que esos niños son tuyos? Mira que viniendo de ésta, esos engendros pueden ser del chofer o del jardinero.

-          Ya colmaste mi paciencia vieja – Smith completamente enojada. - ¿Sabes quién es en verdad tu mamita?

-          No te atrevas – Renata asustada.

-          Si me atrevo – Smith miró a Mauricio. – Tú madre era una “dama de compañía”… se alquilaba con viejos ricos para ser presumida en fiestas privadas, vendía su cuerpo por unos miles de dólares mientras estaba casada con tu padre… y a esto nadie me lo contó, yo la vi con mis propios ojos… ésta sí que es una zorra, pero cara.

-          ¿Eso es verdad? – Mauricio sorprendido.

-          No, obvio no, lo está inventando por ardida – Renata.

-          El león cree que todos son de su condición – Smith.

-          ¡Te voy a matar agentucha de quinta! – Renata se abalanzó sobre Smith, ésta cayó en el sofá. En eso entraban Saúl y Francisco, Saúl y Mauricio sacaron a Renata de encima de Smith y Francisco se quedó con su madrina que tenía dolores muy fuertes en el vientre.

-          ¿Madrina estás bien? ¿Qué te duele? – Francisco preocupado.

-          Mis bebés, creo que ya van a nacer mis hijos… Fran ayúdame – Smith preocupada. Las chicas llamaron a una ambulancia, la cual vino lo más pronto posible y llevaron a Smith a la clínica (Mauricio iba con ella).

Llegan a la clínica e inmediatamente ingresan a Smith a la sala de partos, Mauricio entró con ella. A él lo vistieron adecuadamente y lo dejaron pasar.
Rubén le advirtió a Mauricio que con el mal rato que había pasado Smith los niños corrían peligro. Él se preocupó mucho y decidió no comunicárselo a su esposa para que no se mortificara ni se pusiera más nerviosa de lo que estaba.

-          No voy a poder, Mauricio no puedo – Smith apretando la mano de su esposo. Estaba naciendo uno de sus hijos.

-          Sí que puedes, si puedes, vamos un poco más – Mauricio todo emocionado.

-          Dale Sara, dale un poco más, solo un poco más – Rubén. Finalmente nació (se oyó un llanto), era una niña. – Felicidades papás, tienen una niña hermosa.

-          ¿Ves? ¿Ves que sí pudiste? – Mauricio.

-          ¿Cómo está? ¿Cómo está mi niña Rubén? – Smith preocupada.

-          La están revisando, pero no te angusties, nació en perfectas condiciones de salud – Rubén. – Ahora bien, vamos por el que sigue.

-          Aaayyy ay no no no nooo – Smith con muchos dolores.

-          ¡Espera! Espera Sara, ¡No pujes! – Rubén. El bebé venía con el cordón umbilical enredado en el cuello. – No vayas a pujar Sara, ¿entendiste? No pujes. – Mauricio estaba conociendo a su hija, era una niña hermosa, igual a Azul, igual a Smith.

-          Es que no aguanto, no puedo – Smith pujando.

-          ¿Qué pasa? ¿Qué está pasando Rubén? – Mauricio con la niña en brazos. Finalmente nació el bebé.

-          Es un niño… ¡Enfermera! – Rubén muy angustiado.

-          ¿Qué pasa? ¿Por qué no llora mi hijo Rubén? – Smith muy preocupada. - ¿Mauricio? ¿Por qué nadie me dice nada? – Rubén se quedó callado por unos instantes.

-          Lo siento mucho… el bebé venía con el cordón enrollado y no… no pudimos salvarlo – Rubén muy sentido. Mauricio le dio la niña a una enfermera y alzó a su hijo. Smith se puso muy mal, como loca.

-          Noooo no nohoho, yo quiero a mi hijo, denme a mi hijo. ¿Dónde está mi hijo? – Smith llorando. Mauricio le entrega el niño. – No chiquito no, no me hagas esto por favor, reacciona, respira por favor… Mauricio haz algo, devuélveme a mi niño por favor.

-          Sara escúchame, ¡Ey escúchame! Ponlo en tu pecho, del lado de tu corazón – Mauricio. Smith hace lo que su marido le indicaba. – Él te conoce, conoce tus latidos, tu voz… pídele que respire, pídele que no se vaya, hazlo – Smith lo hace.

-          Respira, por favor respira mi vida… no me dejes, no te vayas por favor, te necesito… tu papi y yo te necesitamos, por favor respira – Smith susurrándole a su bebé. Rubén y Mauricio estaban expectantes. Hubo un silencio, Rubén había perdido las esperanzas, cuando de pronto se sintió un llanto, el bebé reaccionó. – Mau… Mauricio, Mau está vivo, está vivo.

-          Eso campeón, eres todo un luchador, como mamá – Mauricio. Rubén y los enfermeros revisaron al bebé y se sorprendieron al ver que todo estaba perfectamente bien con el bebé.

-          Gracias mi amor, mil gracias – Smith a Mauricio.

-          ¿Por qué? – Mauricio.

-          Por devolverme a mi bebé, te amo – Smith.

Mauricio sale gritando de la sala de parto.

-          ¡Ya nacieron! ¡Ya nacieron! ¡Son una niña y un niño! ¡Tengo un hijo! – Mauricio gritando por el pasillo. Todos lo miraban contentos, Bianca sale corriendo hasta donde estaba él a abrazarlo.

-          ¡¡Felicidades!! – Bianca. Mauricio la cargó y comenzó a darle vueltas.

Al día siguiente Smith estaba en su habitación y los bebés estaban en los cuneros. Mauricio se quedó toda la noche con ella, se había dormido al costado de la cama, Smith le acarició el cabello y él despertó exaltado.

-          ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué? ¿Necesitas algo? – Mauricio casi asustado.

-          No, estoy bien, solo te acaricié – Smith sonriendo. Mauricio se calmó y la besó.

-          Belleza… - Mauricio acariciando el brazo de Smith.

-          ¿Sí? – Smith mordiéndose el labio.

-          Ay no hagas eso, sabes que cada vez que lo haces me dan ganas de comerte la boca – Mauricio mirando la boca y los ojos de Smith.

-          ¿Y qué te lo impide? – Smith provocándolo.

-          Como se nota que ya tuviste a los bebés – Mauricio mirando hacia abajo y riendo. Smith lo golpeó.

-          Oye, ¿por qué dices eso? – Smith sonriendo.

-          Porque antes ni me buscabas, era que yo te tenía que andar insistiendo – Mauricio acariciando nuevamente a Smith.

-          Ya cállate y bésame – Smith. Mauricio se acercó y la besó, ella lo tomo del rostro. De pronto empezaron a reír. – Au au, no me hagas reír que me duele – En eso unas enfermeras traían a los niños y dejaron entrar a los familiares (Javier acababa de llegar).

-          Hola mamá, ¿Y éstas cositas? – Javier.

-          Son muy hermosos, los felicito – Reina.

-          Tienen que decidirse por sus nombres ya – Saúl dándoles el librito de nombres.

-          Sí es verdad – Giuliana.

-          Me gusta Marco – Bianca.

-          ¿Cuál Marco? – Francisco, Bianca lo miró como diciéndole “cierra el pico”.

-          Alma – Azul, que estaba sentada en la falda de Mauricio. Smith la miró.

-          ¿Alma? ¿Te gusta Alma? – Smith.

-          Sí, mi hermanita se llama Alma – Azul.

-          Me gusta – Mauricio. – Corazón Cálido.

-          ¿Y al bebé? – Giuliana.

-          Gian – Smith. – Gian Marco.

-          Gian: El poseedor de la gracia de Dios. Marco: Hombre combativo – Mauricio asentando con la cabeza que le gustaban esos nombres.

-          Él es todo un luchador – Smith.

Pasan tres meses. Smith estaba muy feliz con su familia, con sus hijos. Michael le dijo a Mauricio que probablemente tendría menos de un año de vida, como mucho ocho meses. Esto le dio mucho en que pensar, y decidió hablar con Patricio, quedaron de encontrarse en un bar, por la noche. Mauricio estaba bebiendo una copa, cuando llegó Patricio.

-          Ya estoy aquí, ¿qué quieres? – Patricio serio.

-          Siéntate – Mauricio. Patricio lo miró y siguió parado. – Que te sientes – Patricio se sienta. – Quiero que hablemos de Sara.

-          Yo no tengo nada que hablar contigo, mucho menos de Smith – Patricio arrogante. – Lo que pasó o pase entre… - Mauricio lo interrumpe.

-          Me estoy muriendo – Mauricio. Patricio se quedó impactado. – Tengo cáncer de pulmón y nadie lo sabe… es por eso que quiero hablar contigo…

-          Lo siento mucho Cortés, nunca pensé que… bueno que… - Patricio algo desorientado. – No entiendo, ¿qué tengo que hablar yo contigo sobre Smith?

-          De que yo no quiero que Sara se quede preocupada, dolida con mi muerte – Mauricio serio, pero tranquilo. – Por eso quiero que desde ya vuelvas a hacer tu lucha.

-          ¿Me estás dando permiso? – Patricio nuevamente arrogante.

-          Más o menos… Sara va a seguir siendo mi esposa, mi mujer hasta que yo me muera – Mauricio también un poco arrogante.

-          ¿Quieres que yo sea el amante de “tu mujer”? – Patricio algo sorprendido con esta petición.

-          Eeh… se podría decir que sí… pero ella no debe enterarse, tú por tu lado y yo por el mío – Mauricio.

-          ¿Y si ella no quiere? – Patricio.

-          Ay por favor, como si no supieras como convencerla – Mauricio mirándolo con cara de “dale no te hagas”.

-          Okey, está bien… acepto – Patricio. Mauricio le extendió la mano y él la estrechó.

Mauricio se fue a su casa, subió a la habitación de los niños, Smith estaba allí (ya los había dormido). Él entró los observó, los besó y se llevó a Smith.

-          Vamos a la cama – Mauricio sonriente.

-          ¿Ya cenaste? Hueles a alcohol – Smith abrazada a Mauricio.

-          Sí, bebí un poco – Mauricio la cargó y la llevó hasta la habitación. Cerró la puerta con llave. – Te amo.

-          Yo también – Smith riendo.

-          ¿De qué te ríes? – Mauricio.

-          De tu carita de guapo – Smith besó a Mauricio apasionadamente, le quitó la camisa.

-          ¡Ay carajo! – Mauricio se había pegado con la cama en el pie. Smith estaba muerta de risa. – Ah, con que te ríes de mí, ¿no? – Mauricio tomó una almohada y se la arrojó. Smith quedó toda despeinada y con la boca abierta. Empezaron a pegarse almohadazos hasta que Mauricio tomó a Smith por la cintura y la arrojó a la cama. – Presa atrapada.

-          Ay sí presume, pesas más que yo y tienes el doble de fuerza – Smith quejándose. Mauricio la besó y pasaron una linda noche.

Pasan unos días y Patricio llamó a Smith, le dijo que se vieran en el hotel que se estaba quedando (Pía, su esposa, estaba en España), ella aceptó y fue al encuentro.
Smith llevaba un vestido negro, casual. Lo vio sentado en el bar del hotel y se acercó a él.

-          Ya nacieron tus hijos Rubia, ya es momento de que nos demos una oportunidad – Patricio seduciendo a Smith.

-          Quizá y si sea una cualquiera, pero te juro que si me siento dividida entre ustedes – Smith mirando a Patricio.

-          Ven, vamos – Patricio.

-          No… no, yo me voy a mi casa – Smith se paró, se dio la media vuelta, se estaba yendo. Patricio fue tras de ella y la cargó en su hombro. Smith no quería ir.

-          ¡Suéltame! ¡Bájame Patricio! ¡Sueltameee! – Smith gritando en el ascensor.

-          O te cayas o te tapo la boca – Patricio la llevó hasta su recámara y cerró la puerta con llave.

-          Esto es secuestro y tú lo sabes muy bien – Smith “enojada”. – ¡Déjame ir!

-          Tú no te vas a ir de aquí, no hasta después de hacer el amor… claro, si es que después quieres irte – Patricio.

-          ¿Ves? Es en lo único que piensas, en acostarte con cuanta mujer puedas – Smith realmente furiosa.

-          ¿De qué hablas? – Patricio desconcertado.

-          Ya, ya no puedo seguir guardando esto, ya no más – Smith. – Cuando me llamaron a Houston y tú y yo estábamos bien, yo te vi en el aeropuerto besándote con esa tal Abril y luego ella me envió un video en donde tú estabas sentado y ella encima de ti muy… cariñosita. Tú llevabas la misma ropa de cuando te desapareciste por todo el día.

-          ¿¡Fue por eso!? – Patricio sorprendido y enojado a la vez. – Fui a aclarar las cosas con ella, pero se puso pesada. Sí, disfruté tantito, osea soy hombre, pero no pasó nada, eso te lo juro Rubia.

-          Eres un calentón, una hormona con patas Patricio – Smith. Patricio la tomó por la cintura.

-          Te amo, ¿cómo quieres que te lo diga? Te amo – Patricio muy cerca de la boca de Smith.

-          No necesito que me lo digas, necesito que me lo demuestres – Smith dejándose llevar, también acercándose a la boca de Patricio.

-          Okey, con mucho gusto te lo demuestro – Patricio le quitó el vestido a Smith, se sacó la camisa y la arrojó a la cama. Comenzó a besarle los pies y fue subiendo poco a poco hasta llegar a la boca. Smith tocaba su espalda. Finalmente tuvieron esa reconciliación tan esperada.

Estaban agotados, Patricio se durmió y Smith aprovechó para irse. Mientras iba de camino a casa pensaba en lo que había hecho…

-          Ay Dios, ¿qué hice? Lo disfruté, pero estuvo mal. ¿Qué le voy a decir a Mauricio? Yo sé mentir perfectamente pero cuando hay amor de por medio siempre me descubren, maldito amor. No lo quiero engañar, pero si le digo él y Patricio se van a matar y ahí sí que quedo como el perro de las dos tortas… aaaaaiiishhh en qué momento me fui a enamorar de dos hombres, y qué hombres (Smith mordiéndose el labio)… aayyy los dos igual de celosos y cabeza dura, igual de apasionados y dotados… ¡Ya! ¡Smith ya! ¿Qué te pasa? Pareces de 18, ya.

Llegó a casa, era la una am, Mauricio estaba sentado en leyendo un libro. Cuando Smith lo vio se quedó hela pensó “hasta aquí llegue”. Puso su carita de “hola amor” y se acercó hasta él.

-          Hola guapo, ¿qué lees? – Smith tratando de que Mauricio no sospechara nada.

-          “Emociones Positivas”- Contestó Mauricio. - ¿Y tú? ¿De dónde vienes? – Smith se quedó medio helada.

-          De la casa de Saúl – Smith tranquila.

-          Okey, que descanses amor, buenas noches – Mauricio enterado de la verdad, ya que hacía una hora que Saúl se había ido de allí.

Pasaron tres días, desde que se levantó hasta la tarde Smith no había visto a Mauricio, esto le parecía raro. Va a ver a sus bebés cuando de pronto ve un paquete (ya había estado con los pequeños y no había visto nada raro), desconfió, lo abrió y vio una carta.

“Belleza, ni creas que me olvido de ti…

                                                           En el cuarto hay un vestido, póntelo y a la noche paso por ti.

       Te amo, Mauricio.”

Smith se emocionó, se cambió, se arregló y esperó a Mauricio. Supuestamente él venía de la oficina, pero estaba muy arreglado. A Smith le encantaban esas sorpresas de Mauricio.
Llegaron a un puerto, los estaba esperando un yate, era de Mauricio.

-          Aquí vamos a cenar belleza – Mauricio destapando los ojos de Smith hacia el yate.

-          ¿Es enserio? – Smith impactada.

-          Sí mi amor, ven vamos, el capitán nos espera – Mauricio. ambos subieron al ya te, cenaron allí y se fueron al camarote. - ¿Alguna vez hiciste el amor sobre el agua?

-          ¿Qué? No, lo máximo en la ducha – Smith riendo. Ambos había bebido un poco de mas. – No vayas a vomitarme encima.

-          ¿Yo? La vomitona aquí eres tú – Mauricio sentándose en la cama. Smith se subió sobre él, le quitó la camisa y él le bajó el cierre del vestido. Pasaron toda la noche en el yate.

Al día siguiente despertaron tarde, se vistieron, desayunaron ahí y volvieron a casa.
Mientras tanto Bianca estaba en una plaza con Francisco, se habían hecho amigos. Él le comentó que en realidad su sueño era ser agente del SDI, pero igual iban a la misma universidad.

-          Tengo clases a la una y saliendo de ahí podemos ir… - Bianca se dio cuenta que Francisco le estaba coqueteando a unas chicas que estaban sentadas cerca de ellos – Eres un imbécil, todos los hombres son iguales – Bianca se paró, agarró sus cosas y se fue. Francisco se paró y corrió tras de ella.

-          Bianca, ¡Eu! Te estoy hablando, ¡Bianca! ¿Qué te pasa? – Francisco correteando a Bianca. Finalmente Bianca se da vuelta.

-          ¿Qué? – Bianca molesta.

-          ¿Qué te pasa? ¿Por qué te ponés así? – Francisco algo desconcertado.

-          Porque se supone que estás conmigo, osea hablando conmigo y te pones a hacerle ojitos a cualquier chica que se te cruza – Bianca molesta.

-          ¿Y eso a vos qué? Osea que te importa, somos amigos y yo soy hombre, claro que voy a andar mirando a chicas, ¿o queres que mire hombres? Estoy soltero, dejame ser feliz – Bianca lo miraba como diciendo “ya cállate”.

-          Pues sigue, sigue babeando por cualquier cosa con patas que se te ponga en frente – Bianca aún molesta.

-          Pero no te enojes. Yo no me enojo si a vos te miran otros chicos, o si coqueteas, ya si te andas besando con otros delate mío sí, osea eso ya es de mal gusto – Francisco tratando de bajarle el enojo a Bianca.

-          Ah, ¿te molestaría? – Bianca voltea, ve a un chico lindo sentado escuchando música que le hacía caras, va hacia él. Francisco la observaba desconcertado.

-          ¿Qué carajo? – Francisco vio que Bianca acercaba mucho al chico. – No lo hagas, no te atrevas, noooo – Bianca se besó con el chico. – Yo la mato, a ésta la mato – Bianca regresó hasta donde estaba Francisco. – Yo no me besé con ninguna chica delante de vos, nunca.

-          (Bianca haciéndose la que pensaba) Ay, es verdad… pues yo sí – Bianca sonriendo.

-          ¿Así? – Francisco paró a una chica que estaba pasando por ahí.

-          ¡Que ni se te ocurra! – Bianca enojada. Francisco deja en paz a la chica.

-          ¿Qué? Vos podés besarte con un desconocido y yo no puedo hacer lo mi… - Francisco. Bianca lo toma del cuello y lo besa. - ¿Qué fue eso?

-          (Bianca se quedó tildada) Perdón, perdón no debí… - Bianca alejándose de él. Francisco la jaló del brazo y la besó apasionadamente, ella correspondió. – Los amigos no hacen esto – Bianca sonriendo.

-          Quizás y deberíamos ser algo más que amigos – Francisco. Bianca sonrió y lo besó de nuevo.

Se quedaron en la plaza por un rato. Luego Francisco dejó a Bianca en su casa. Bianca entró y encontró a Smith.

-          Sara Sara Saraaaa, ayayay estoy muy feliz – Bianca saltando. Smith tenía a Gian en brazos y Alma estaba en el cochecito. Mauricio justo estaba saliendo rumbo al trabajo, pero como vio a su hija tan emocionada se quedó allí oyendo.

-          Ay, ¿y ahora qué? – Smith contenta.

-          Ay, pues no sé como lo vallas a tomar… – Bianca. Smith la mira. – okey… emmm jeje.

-          ¿Qué? – Smith seria. Mauricio se acercó un poco más.

-          Francisco y yo nos besamos – Bianca con carita de “¿me mandé una?”. Smith abrió los ojos como ficiendo “¿¡Qué!?”. Mauricio asomó la cabeza.

-          ¿Esto es enserio? ¿Francisco y tú? – Smith desconcertada.

-          Sii – Bianca sonriendo.

-          Ay estos niños me van a matar de un soponcio – Smith agarrándose el pecho y diciendo un montón de boberías. – Aish nooo, mi chiquito, mi bebé hermoso con mi niña, mi princesita, mi muñequita de porcelana, ¿Dios que hago? No sé si reír o llorar, si alegrarme o matarlos… - Bianca se reía. Mauricio también reía (en silencio) y movía la cabeza de derecha a izquierda.

-          Ya no seas exagerada mamá – A Bianca se le salió decirle así a Smith, no se dio cuenta. Smith se sorprendió.

-          ¿Mamá? ¿Me dijiste mamá? – Smith emocionada, shockeada y sorprendida, nunca pesó que Bianca le diría así. Mauricio sonrió y también se emocionó.

-          Creo que sí jaja, ¿te molesta? Si te molesta pues no te vuelvo a decir así y ya, no te preocupes – Bianca un poco incómoda.

-          No no no – Smith tratando de rectificarse. – Si tú quieres decirme así… a mí no me molesta, al contrario, me alaga… sólo que nunca pensé que me dirías así muñequita – Smith mientras se le caía una lágrima por la mejilla.

-          Creo que te lo mereces… cuando mi madre murió yo tenía diez años, no recuerdo muchas cosas de ella, se la pasaba de viaje o en fiestas… pero eso sí, siempre estaba cuando se la necesitaba, dejaba todo para venir –Bianca un poco melancólica. – Y tú estás siempre. Después de cinco años apareciste tú y te convertiste en ese modelo de mujer que Giuli y yo necesitábamos, gracias por eso.

-          Ay mi niña, gracias a ustedes por dejar acercarme, por dejarme convertir en eso que tú dices – Smith aún llorando muy emocionada.

-          Yo no te hacía tan llorona mamacita querida – Bianca riendo.

-          Ah, pasamos de mamá a mamacita jaja – Smith secándose las lágrimas. Bianca la abrazó.

-          Te quiero mil – Bianca. Mauricio sonrió y se fue a trabajar.

Ya que Mauricio había echado de su casa a Renata, ella se estaba quedando en un hotel. Fue al SDI y se dirigió directo a la oficina de Frank, él no estaba, pero decidió esperarlo allí. Miró su computadora que estaba prendida y vio fotos de Smith e información, como si la estuviese espiando. En ello entró Frank.

-          ¿Qué estás haciendo? – Frank serio y desconfiado.

-          Dime que no es lo que estoy pensando, dime que a ti no te gusta esa tipa – Renata molesta.

-          Sí, si me gusta y no solo eso… me encanta, me fascina, ¿por? – Frank aún más serio y acercándose al escritorio.

-          No puede ser que tu hermano y a ti les guste la misma zorra hipócrita, ¿qué les da esa gata a los hombres que todos andan detrás de ella? – Renata furiosa. Frank pegó un golpe en la mesa.

-          ¿Te quieres callar? ¿Cuántas veces te tengo que decir que Mauricio no es mi hermano porque tú no eres mi madre? – Frank alterado. – No sé de qué te admiras, tú no eres mejor que ella…

-          Cállate, a mi no vas a hablar así. No me compares con esa – Renata aún más enojada.

-          Ella abandonó un hijo, tú también, sólo que tú si sabías donde estaba. Ella ha estado con varios hombres por misiones, tú con el doble y por puritito placer e interés. Ella quizá y está con dos hombres a la vez, tú estuviste con tres, cuatro y quién sabe con cuantos hombres más… tienes razón, no hay punto de comparación – Frank.

-          Quiero a esa mujer fuera de la vida de mi hijo. Me tienes que ayudar, es tu medio hermano – Renata angustiada.

-          Está bien, pero no lo hago ni por él ni por ti, sino porque a mí me conviene – Frank pesando lo que podía llegar a hacer.

-          ¿En qué te ayudo? – Renata dispuesta a todo.

-          Quiero que te encargues de ser la madre abnegada que siempre aparentaste ser, que te acerques a Mauricio, que les pidas disculpas y actúes amable hasta que sea hora de ejecutar el movimiento final – Frank muy controlador.

Al llegar la noche Mauricio estaba acostado en su cama, estaba con sus bebés, cuando de pronto suena el celular de Smith. Era Patricio, por lo que alcanzó a leer Mauricio le decía que por la mañana lo llamara. Dejó el celular tal cual lo encontró y siguió mimando a sus hijos, en eso entró Smith a la habitación.

-          ¿Ya se durmió Sele? – Mauricio.

-          Sí, costó pero finalmente se durmió – Smith sentándose en la cama. Tomó a su hijo. – Hola mi amor, uy como me encantan esos ojazos verdes, te amo mi rey.

-          Oye oye oye, Gian es mío, verdad Alma, que Giancito es mío – Mauricio hablándole a su hija. – Azul dos a ver, ¿tiene cosquillas mi gorda? Ay si, si tiene cosquillas mi gorda – Besándole el cuello a la bebé.

-          No le digas Azul dos, es como decir Smith tres y conmigo ya es suficiente. ¿A poco quieres que le diga a Gian Mau dos? – Smith un poco molesta.

-          Sí si quiero – Mauricio. Smith lo ve seria. – Ya no te enojes… ah por cierto, sonó tu cel.

-          ¿A esta hora? ¿Viste quien fue? – Smith un poco nerviosa y angustiada.

-          No, ni idea… fíjate, qué tal si es algo importante – Mauricio. Smith se tranquilizó un poco.

-          Okey, y ya de paso me cambio – Smith entró al baño y leyó el mensaje. Le respondió a Patricio y salió totalmente tranquila.

-          Voy a tratar dormir a estas bestiecitas – Mauricio parándose y haciendo enojar a Smith.

-          No  les digas… - Smith. Mauricio la besa.

-          Te amo – Mauricio.

-          Y yo a ti – Smith. – Te ayudo a dormirlos.

Al día siguiente Smith le llama a Patricio muy temprano. Él le contestó a la segunda llamada y entre dormido.

-          ¿Hola? – Patricio con voz de “recién me despierto”.

-          Hola soy yo, ¿qué querías? – Smith en el patio de su casa.

-          Que nos viéramos – Patricio más despierto.

-          ¿Cuándo? – Smith apurada.

-          Hoy, ya, todo el día – Patricio con voz seductora.

-          Estás loco, no puedo todo el día… ¿no recuerdas que tengo dos bebés a los cuales cuidar? – Smith sorprendida.

-          Okey, toda la tarde… te espero en el hotel a las cinco pm – Patricio arrogante.

-          Ah voy a ver si puedo – Smith haciéndose la interesante.

-          ¿Cómo? Vas a poder o te traigo yo, como quieras – Patricio molesto.

-          Jaja nos vemos – Smith cortó y subió a su cuarto.

Más tarde Smith va al hotel donde se estaba quedando Patricio y subió hasta su habitación, cuando entró Patricio la estaba esperando en calzoncillos.

-          Ah no, ¿y esto? – Smith entrando.

-          Para apurar el trámite – Patricio agarró a Smith por la cintura. Smith lo besó.

-          Así me gusta más – Smith tocando los pectorales del Supremo.

-          Rubia estás más flaca, ¿comes? – Patricio. Smith lo ve con cara de “cállate”.

-          Sí como, como igual que una vaca… pasa que mis hijos me ayudan, no me dejan quieta y entre el ir y venir y que comen, pues así quedo – Smith besando el pecho de Patricio.

-          Pues entonces tengo que agradecerle a los pequeños… ay ya no aguanto – Patricio besó a Smith, la cargó y la arrojó a la cama.

-          ¿Qué haces? – Smith. Patricio había sacado sus esposas. - ¿Patricio que vas a hacer con eso? – Patricio le quitó el vestido.

-          De aquí no te vas a ir – patricio le esposa una mano en el respaldar de la cama. – Así mucho mejor.

-          Estás loco – Smith acariciando a Patricio con la otra mano.

-          Sí, pero por ti – Patricio comienza a besarla y hacen el amor.

A las tres horas Mauricio llega a casa y Giuliana le dijo que Azul estaba arriba con Rosita, que estaba enferma y con mucho dolor de estómago. Él sube a ver a su pequeña, la cual estaba en el baño llorando y volviendo el estómago.

-          ¿Amor estás bien? ¿Rosita ya llamó al médico? – Mauricio preocupado.

-          No señor, ha tenido fiebre y vómito… he estado tratando de bajársela con paños húmedos – Rosita angustiada.

-          Papi me duele, me duele mucho – Azul llorando.

-          Me voy a la clínica, trate de comunicarse con la señora – Mauricio. – Deme un bolso con ropa y esas cosas por favor, cualquier cosa llamo a la casa para comunicarme.

-          Está bien señor – Rosita preparó un bolso con ropa, calzado, toalla, su cepillo de dientes y demás cosas que pudiera necesitar.

-          Quiero a mi mamá, me duele mucho la panza – Azul decaída y abrazando a su papá.

-          Ya la llamamos… ella nos va a encontrar en la clínica… Rosita, le encargo mucho a los niños – Mauricio con Azul en brazos y con el bolso en el hombro.

-          Sí señor, no se preocupe, valla tranquilo – Rosita con el teléfono en la mano.

Mientras tanto en el hotel, Smith estaba aún esposada y Patricio estaba acostado sobre ella (ella le acariciaba la cabeza). Comenzó a sonar su celular, ella quiso atender, pero Patricio no la dejó, le detuvo la mano.

-          No no no – Patricio alejando a Smith del celular.

-          Puede ser importante – Smith un poco apurada.

-          Si es importante van a volver a llamar – Patricio besando el cuello de Smith.

-          Ya estate quieto – Smith sonriendo. – Auch, me vas a sacar la mano.

-          ¿Duele? Pues te aguantas – Patricio acariciando a Smith.

-          Por ti aguanto todo – Smith besando el hombro de Patricio y acariciando su espalda. Estaban a punto de hacer el amor nuevamente, cuando vuelve a sonar el celular. Patricio se detiene.

-          Ya, ten contesta  - Patricio se sienta y Smith atiende la llamada.

-          ¿Sí? Ah Rosita, ¿qué pasó?... ¿Cómo? ¿Está bien?... inmediatamente voy para allá, gracias por avisar – Smith cuelga y se sienta también en la cama.

-          ¿Qué pasó? ¿Quién es esa tal Rosita? – Patricio entre molesto e intrigado.

-          Es la nana de los niños, dice que Azul se descompuso del estómago, que estaba muy adolorida y Mauricio se la llevó a la clínica… perdón, pero me tengo que ir para allá inmediatamente, ¿me puedes quitar las esposas? – Smith angustiada por Azul. Patricio se levanta, busca la llave y le quita las esposas.

-          Listo – Patricio. Smith se para, se viste rápidamente y acerca a él.

-          Te amo, gracias por todo – Smith dándole un beso a Patricio.

-          Yo también te amo Rubia, ahí te encargo me avises qué pasa con la rubiecita – Patricio.

-          Okey, gracias – Smith sale y prácticamente va corriendo hasta su auto.

Mientras iba de camino a la clínica se sobaba la mano, las esposas la habían marcado y en una parte de la muñeca hasta lastimado.
En el estacionamiento le llamó a Mauricio para que le dijera dónde estaban, él le respondió y le dijo donde encontrarlos.

-          Mau… - Smith llegando a recepción. – Mau, ¿cómo está? ¿Qué tiene?

-          Ven, vamos a que la veas, no para de preguntar por ti… - Mauricio tomando el brazo de Smith. – Rubén la está revisando.

Entran a la habitación y Azul estaba acostada, muy pálida. Smith se preocupó mucho y se colocó a su lado.

-          Mi amor, ¿chiquita qué te duele? – Smith muy preocupada y angustiada.

-          La panza, me duele mucho – Azul llorando al ver a su mamá.

-          ¿Qué tiene Rubén? – Smith acariciando a su nena. Ella se sentó en camilla a su lado y Azul la abrazó.

-          Al parecer la peque tiene apendicitis… y si es así habrá que extirpárselo – Rubén. Azul se paró inmediatamente y lo miró como diciendo “¿¡Qué!?”.

-          ¿Extirpar? ¿Osea  que me van abrir con un cuchillo y me van a sacar todas las tripas? – Azul asustada. Smith la vio raro y Mauricio comenzó a reír.

-          ¿De dónde sacaste eso? – Mauricio aún riendo.

-          La abuela me dijo que ella también tuvo esa cosa y así le hicieron… mami yo no quiero que me saquen las tripas, que las laven y me las vuelvan a meter – Azul arrodillándose frente a su madre. Smith estaba muerta de la risa.

-          Mi amor, ¿cómo te van a sacar las tripas? Jajaja tu abuela es una exagerada, no te va a doler, ya vas a ver – Smith agarrando a su hija de los hombros, allí Mauricio vio la marca en su muñeca. No le dijo nada pero se quedó pendiente de ello.

-          Solo vamos a hacer un pequeño corte y sacarte eso que te duele, nada más – Rubén.

-          ¿Y cuándo sería la operación? – Mauricio.

-          Mañana por la mañana – Rubén. – Claro, si están de acuerdo.

-          Sí, perfecto, cuanto antes mejor – Smith. Azul traía una carita de “aish, no”.

Frank se entera de la operación de Azul y se lo notifica a Renata. Le ordena que vaya a la clínica a preguntar por su salud, que se haga la abuela preocupada y vaya ganando terreno. Así lo hizo Renata, llegó al hospital haciendo su escenita y Sara no le creyó nada, Mauricio tampoco, pero no podía correrla ni hacer un escándalo en la sala de espera de la clínica.

-          Mi hija está bien, gracias por preguntar… si no tienes nada más que decir te puedes ir – Smith molesta.

-          Entiendo que estés enojada por lo sucedido anteriormente, pero en verdad me preocupa la salud de la pequeña – Renata haciéndose la sufrida. Mauricio la veía serio. – Hijo… ¿cómo estás? ¿Cómo te sientes?

-          ¿Cómo crees que me pueda sentir? Preocupado, están operando a mi hija y no sé nada, nadie dice nada – Mauricio tomando la mano de Smith.

-          Todo va a estar bien, ya van a ver… Azul es una niña sana, fuerte, no le va a pasar nada – Renata actuando.

-          Perdón, voy a preguntar en recepción si no saben nada – Smith preocupada y tratando de evitar las escenitas de Renata-

-          Te acompaño – Renata.

-          No no, no hace falta, quédate con tu hijo, charlen o yo que sé – Smith caminando.

Cuando Smith iba a preguntar sobre su niña, la pasaban en una camilla hacia la habitación. Al verla a Smith se le llenaron los ojos de lágrimas y fue hasta la habitación donde ya estaba Mauricio. Azul estaba dormida.

-          Ey no llores, todo está bien, ella está acá, sana y salva – Mauricio consolando a Smith.

-          Es que me da cosa verla así, tan chiquita y ya en quirófano – Smith secándose las lágrimas. Azul de pronto despertó.

-          Mami, mamá – Azul susurrando con los ojos cerrados.

-          ¡Ay ya despertó! – Renata. Sara se acerca hasta su hija.

-          Hola mi amor, aquí estoy… ya vas a estar bien – Smith acariciando a Azul.

-          ¿Y mi papá? – Azul mirando a Smith.

-          Aquí, aquí está papi – Smith, Mauricio se acerca y le da la mano a su hija.

-          ¿Qué pasó princesa? Aquí estoy – Mauricio agachándose para estar a la altura de su pequeña. Smith le acarició la cabeza.

-          Me quiero ir a casa, papi dile a Rubén que me deje ir a casa o tu mamá, con tu arma le dices que me deje ir o si no lo matas –Azul llorando. Smith, Mauricio y Rubén reían. - ¿De qué se ríen? Es enserio.

-          ¿Me quieres ver muerto chapara? – Rubén con cara de ofendido.

-          Sí, porque no me dejas ir – Azul enojada.

-          Mi amor, ¿cómo crees que voy a matar a Rubén? Jaja – Smith muerta de risa.

-          Pero tú eres policía – Azul haciendo puchero.

-          Pues por eso mismo, es policía, no puede ir por ahí matando gente chiquita… - Mauricio tocándole la panza a Azul.

-          Ayayay… ¡Tonto! ¿No ves que duele? Aaaaayy maaaa me quiero iiiiir – Azul de berrinchuda.

-          Ya no seas mañosa, ya que nos diga Rubén que no hay problema nos vamos – Smith.

-          Rubén, ¿cuándo no va a haber problema de que me valla? – Azul.

-          Si todo sale bien, como esperamos en tres días – Rubén mirando a su mocosa favorita.

-          ¿¡Tres días!? Eso es mucho, ¿no puede ser más pronto? –Azul.

-          Ya no seas pesada, si haces todo lo que Rubén y las enfermeras te digan nos vamos a ir más rápido – Mauricio.

Pasaron esos tres días, Patricio intentaba comunicarse con Smith y no podía, ya estaba furioso porque ni siquiera le contestaba l celular. Finalmente se decidió y fue a verla a su oficina. Smith estaba hablando por teléfono con Mauricio, quien le informó que a la tarde le darían el alta a Azul. Smith estaba hablando muy romántica con su marido.
Patricio entró muy enojado y dio un portazo, al ver que estaba hablando por teléfono se quedó callado y le hizo una seña como para que cortara.

-          Sí amor, a las cuatro pm estoy por allá… sí… si quiero… okey, nos vemos… yo también, te mando besitos… ¡Mauricio! jaja, okey bye… - Smith coqueteando. Patricio la veía muy serio, estaba muy enojado. Smith cuelga.

-          ¿Se puede saber por qué no me llamabas? – Patricio sentándose.

-          Porque estaba ocupada –Smith tomando su café.

-          ¿Ocupada? La señora Cortés estaba ocupada… ¿y se puede saber en qué? ¿Haciéndole el amor a su esposo? – Patricio molesto y celoso, más aún con lo que había oído.

-          Cuidando a mi hija que está hospitalizada, ¿se te olvidó? Además, a ti qué si yo estoy o no con mi esposo, por algo es mi esposo… ni al caso tu escenita de celos eh – Smith un poco sacada de onda.

-          ¿A mí qué? ¿Cómo que a mi qué? Tú eres mía, y no se me apetece compartirte con nadie, mucho menos con un disque empresario que se las da de gran señor, que te compra con obsequios y detalles… ¿eso es lo que a ti te interesa? Regalitos, viajes, lujos, ¿es eso no? – Patricio parándose y acercándose a ella.

-          No, quítate – Smith lo corre. – Vaya que no me conoces… sí, eso es lo que me importa… sino, ¿por qué crees que me metí con Octavio? – Smith haciendo enfurecer aún más al Supremo.

-          Mientes, sé que mientes… lo veo en tus ojos – Patricio acercándose a ella.

-          Ya vete, ¿sí? No tengo cabeza para tus escenitas ridículas… ¿para qué me buscas? – Smith corriendo a Patricio de su oficina.

-          Para estar contigo, para estar juntos – Patricio.

-          ¿Qué? ¿Y tu esposa dónde está? – Smith. – Digo, porque si estuviese aquí, tú no estarías buscándome. Mira, mejor ya vete.

-          Okey, me voy, pero luego no te quejes – Patricio se fue y cerró la puerta.

-          Ay sí como no, luego él solito me vuelve a buscar - Smith.

Se hace la hora de ir por Azul a la clínica, Smith deja todo listo en la oficina y se va directo para allá. En el camino Patricio vuelve a llamarla.

-          Aish – Smith atiende la llamada con el manoslibres. - ¿Y ahora qué?

-          ¿Así atiendes? – Patricio haciéndose el ofendido.

-          ¿Qué quieres Patricio? – Smith cansada.

-          La hablo como agente, no como amante – Patricio con voz autoritaria.

-          Está bien, ¿qué se le ofrece Picasso? – Smith seca.

-          Quiero que me mande una copia del informe que hemos estado trabajando con Paul, si puede ser para hoy mucho mejor – Patricio también seco y aún autoritario.

-          Hoy no se va a Picasso, mañana lo va a tener en sus manos sin ningún problema – Smith agarrando sus cosas para bajarse del auto.

-          Mañana temprano agente – Patricio. Smith le cortó y se fue en busca de su hija.

Cuando llega a la habitación Azul ya estaba lista para irse. Llegaron a casa y se encontraron con que Bianca y Giuliana le habían organizado una bienvenida a la pequeña.

-          Monstruita, bienvenida a casa – Giuliana.

-          Ya extrañábamos tus gritos por toda la casa - Bianca.

-          Ya no puedo gritar, me duele cuando grito… ay, ¿saben qué? No me van a dejar comer casi nada, me van a dar toda la comida fea – Azul molesta.

-          Pero aso eso es para que mejores ponto – Bianca.

-          Igual no me gusta – Azul.

-          Okey, para que no te sientas mal yo voy a comer lo mismo que tú – Smith tratando de animar a Azul.

-          ¿Y papá también? – Azul con una gran sonrisa.

-          ¿Y yo por qué? – Mauricio. Azul lo vio con puchero. – Ay está bien yo también… ésta niña me puede.

Se hace de noche, Mauricio acuesta a Azul con Bianca (ella quería dormir con su hermana) y se va a su habitación, allí lo estaba esperando Smith. Ya que habían cenado sopa de verduras y que Smith vio la cara que él había puesto, le subió una pizza que había pedido por teléfono, helado y vino (Smith traía puesto un camisón negro, hasta la rodilla).

-          ¿Y esto? – Mauricio sorprendido. Smith estaba sentada en la cama ordenando las cosas en una mesita.

-          Tu cena – Smith se paró y se acercó a él, lo tomó por el cuello. – Como vi que no te gustó la otra, pues te traje esta.

-          Aaay, ¿ves por qué te amo? Me complaces en todo belleza – Mauricio besando el hombro de Smith. – Ya me dio hambre.

-          Esa es mi obligación, ¿no? Complacer en todo a mi maridito lindo – Smith besó a Mauricio. – Además, tú también me complaces.

-          Con todo gusto belleza… ¿vamos a comer? – Mauricio.

-          Vamos hambriento – Smith.

Terminaron de comer la pizza y Smith se puso a jugar con el helado, se lo embarró a Mauricio en la nariz.

-          Ah, estás de chistosa… bien, quieres jugar, juguemos – Mauricio le arrojó helado a Smith, le cayó en el pecho y parte del camisón. Smith se quedó con la boca abierta.

-          Ah no, yo te mato – Smith mirándose.

-          Y yo te como – Mauricio abalanzándose sobre ella. Comenzó a quitarle el helado del  camisón.

-          ¡No! ya quítate… Mauricio me haces cosquillas, ya oye jaja – Smith reía mientras Mauricio la besuqueaba.

-          Okey… esto está sucio – Mauricio refiriéndose al camisón. – Hay que quitarlo – Mauricio le saca el camisón a Smith, quedando en ropa interior. – Así mejor – Mauricio se sentó en la cama, apoyándose en el respaldar.

-          ¿Así me veo mejor? – Smith acercándose a él.

-          Mucho mejor – Mauricio. Smith se sienta sobre él.

-          ¿Aún con hambre? – Smith acariciando a Mauricio.

-          Sí – Mauricio mirando a Smith. - , pero de ti – Mauricio comenzó a besarla y acariciarle la espalda. Smith le quitó la camiseta y comenzó a besarle el cuello y el hombro. Mauricio le quitó el corpiño y pasó su mano por la espalda de Smith nuevamente.

Al día siguiente Smith estaba dormida sobre el pecho de Mauricio. Comenzó a sonar la alarma y Smith se asustó… vio la hora, se estiró, besó a Mauricio y se metió a la ducha.
Mientras ella se bañaba Mauricio se despertó, observó a los niños y fue al baño… al verla de espaldas no lo pensó dos veces y se metió con ella, la tomó por la cintura. Smith se asustó, luego volteó y lo abrazó.

-          ¿Qué pasa? – Mauricio.

-          No sé… tengo el presentimiento de que algo malo va a pasar… no me preguntes por qué, pero sí se siente feo – Smith angustiada.

-          No te preocupes, nada malo va a pasar – Mauricio tratando de tranquilizar a Smith. – ya quita esa carita, ¿sí?

-          Sí – Smith sonrió y besó a Mauricio. – Te amo.

-          Yo más, mucho más – Mauricio y Sara se vuelven a abrazar.

Lo que Smith presentía muy pronto se convertiría en un hecho. Frank le estaba comentando a un cómplice que tenía planeado matar a Mauricio en su casa, Patricio le llama a Smith y le dice que a las copias se las entregara después, luego llamó a Mauricio y le contó todo esto. Mauricio no entendía nada, el nunca había conocido a Frank… pero se acordó que su madre le había dicho que tenía un medo hermano que trabajaba en el SDI, inmediatamente sacó sus propias conclusiones.
Renata estaba nerviosa, tenía miedo de lo que su hijo Frank fuera capaz de hacer, no aguantó más los nervios y se dirigió a la oficina de Smith. Le contó toda la verdad.

-          Temo que Frank vaya a cometer una locura, no quiero que dañe a Mauricio, él es mi vida – Renata muy angustiada.

-          Voy a la casa – Smith preocupada.

Cuando Smith llegó a la casa Patricio estaba metiendo a sus hijos en el coche (Bianca y Giuliana estaban en la escuela), tenía las manos con sangre. Ella se bajó corriendo con un arma.

-          ¿Qué estás haciendo? ¿A dónde te llevas a mis hijos? ¿Dónde está Mauricio? – Smith preocupada, angustiada y nerviosa a la vez.

-          Los llevo a mi hotel, tranquila… ven, vamos… - Patricio sujetando a Smith. Se oyó un disparo. Smith miró a Patricio, Azul se asustó y comenzó a desesperarse.

-          Mami, mami, ¿qué fue eso? Ma tengo miedo – Azul queriendo salir del auto.

-          Tranquila chiquita, no pasa nada… – Smith tranquilizando a su hija. – Mi amor ya vengo, no te muevas de aquí, ¿okey?

-          No no no, no te vayas mami, no me dejes – Azul llorando. En eso salían Rosita y los demás empleados de la casa, aturdidos por el disparo.

-          No te asustes, todo está bien… Rosita, quédese con los niños por favor, no quiero que por ningún motivo salgan de ese auto, ¿quedó claro? – Smith apurada.

-          Sí señora, como usted diga – Rosita algo asustada.

-          Rubia no vayas, quédate aquí – Patricio tratando de detener a Smith, al ver que no le hizo caso fue tras de ella.

Smith entró a la casa y al no ver a nadie allí se dirigió al patio trasero, habían dos hombres tirados en el piso, cubiertos de sangre… también estaban Mauricio y Frank enfrentados, amos con armas. Smith se acercó a ellos.

-          Smith, no te muevas – Frank.

-          Vete amor, esto es solo entre éste y yo – Mauricio.

-          Yo no me voy a ir, las cosas se pueden arreglar de otra manera… bajen sus armas – Smith tratando de apaciguar las cosas.

-          De la única forma en que yo voy a bajar esta arma, va a ser que tu vengas aquí y me digas que te vas conmigo – Frank completamente fuera de sí.

-          No lo hagas, Sara no lo hagas – Mauricio. Smith le hizo una seña.

-          Está bien, me voy contigo… no me opondré ni resistiré – Smith. Mauricio le decía que no lo hiciera y Frank le hizo un gesto de aprobación.

-          Ven aquí, ponte a mi lado – Frank. Smith hace lo que le pide. – Bien… míralo, ¿lo ves?

-          Sí, si lo veo – Smith mirando a Mauricio.

-          Perfecto… despídete de él – Frank, a Smith se le caían las lágrimas. – Bésame – Smith lo mira. – Que me beses – Lo besa. - ¿Ves? Ya es mía… despídete de tu mujercita hermanito querido. Frank le dispara en el pecho a Mauricio y Patricio le da un disparo en la cabeza a Frank. Los tres caen al piso. Smith dio un grito al ver a Mauricio caer. Justo estaba entrando a la casa Bianca, oyó todo esto y salió, vio a su padre herido y se quedó en shock.

-          ¡Nooo! Mau no, no no no mi amor nooo – Smith corriendo hacia él. Mauricio aún estaba con vida.

-          ¡Papá! Pa… ¿qué pasó? Papi… – Bianca acercándose a su padre.

-          No no no… mírame mi amor, mírame – Smith tomando la cabeza de Mauricio. Patricio estaba allí parado, esto le dolió mucho, empezaron a asomarse y a asombrarse los empleados de la casa.

-          Ey, no lloren… mis dos mujercitas… de todos modos me tenía que ir… - Mauricio con muy poco aliento.

-          ¿De qué hablas papá? – Bianca desconcertada.

-          Por favor que alguien llame a una ambulancia – Smith desesperada.

-          Que tengo cáncer… de pulmón… y prefiero irme así… que morir de a poco… - Mauricio. Smith y Bianca se sorprendieron mucho con esta confesión.

-          ¿Qué? No puede ser… ¿desde cuándo lo sabes? – Smith tratando de recordar algún hecho clave.

-          Desde que volví de Japón… desde antes que me dijeras que íbamos a ser papás… - Mauricio llorando.

-          ¿Cómo no me di cuenta? ¿Cómo pude ser tan estúpida? – Smith reprochándose a sí misma.

-          Claro… esa vez que te descompusiste en el baño… ¿por qué no nos dijiste? – Bianca muy triste.

-          Porque no quería mortificarlas… pero ya vieron… no sirvió de nada… sólo les pido una cosa… - Mauricio agonizando.

-          ¿Qué amor? ¡La ambulancia! – Smith aún más desesperada al ver las reacciones de Mauricio.

-          Que sean felices… que cuiden a Giuli… a Azul… a mis niños… que les hablen de mí a esos dos… que sepan que yo fui su padre, y que los quise mucho… - Mauricio con sus últimos alientos.

-          Claro que sí, pero tú vas a estar bien, ¿me oyes? Vas a estar bien – Bianca.

-          No mi amor, no te engañes… este es el adiós… - Mauricio despidiéndose. Bianca y Sara llorando y Patricio muy sentido. – Las amo… las amo con mi vida… nunca lo olviden – Mauricio cerró los ojos y murió.

Bianca y Sara se pusieron a llorar, a abrazar a Mauricio, estaban desesperadas. Patricio se acercó a Smith, ella empezó a reclamarle.

-          No me toques, aléjate de mi… estos es tu culpa, ¿no ves lo que provocas?... si me hubieras dejado, si no me hubieras detenido nada de esto estaría pasando… esto es tu culpa – Smith gritándole a Patricio.

-          Yo no tengo la culpa de nada, sólo hice lo que Mauricio me pidió… que metiera a los niños en el auto y me los llevara… ni siquiera llegué a hacerlo – Patricio devastado.

-          ¿Por qué no me dejaste? Era mi deber… yo podría haber hecho algo y por tu culpa no hice nada… sí hice, claro que hice… dejar que mataran a Mau – Smith llorando. – Quiero que te vayas, que alejes de mí… no te quiero volver… lárgate de mi casa, lárgate de mi vida – Smith apuntando  Patricio con su arma.

-          Está bien, me voy… pero voy a volver – Patricio se va a su auto y se queda un rato con los niños hasta que Rosita los mete a la casa, luego él sacó el auto hasta la entrada y se quedó allí. En ello llegaba la policía.

-          ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo se lo vamos a decir a Giu y a Azul? – Bianca temblando.

-          No sé… la verdad que no tengo idea… ¿cómo se le dice a un niño que su padre murió? – Smith muy afectada. La policía entró al patio y levantaron el cuerpo de Mauricio y de los demás. Los subieron a una ambulancia y se los llevaron.

-          Voy a necesitar que rindan declaración de los hechos – Comandante.

-          ¿Lo podemos hacer aquí?... Es que están mis hijos arriba y mi otra hija en cualquier momento va a llegar, no me gustaría que le dieran la noticia de que su padre murió sin estar presente – Smith abrazando a Bianca para calmarla un poco.

-          Está bien, vengan por acá por favor – Comandante. Ellas les cuentan sus versiones, todo lo que ellas sabían, habían visto y escuchado. Patricio estaba haciendo lo mismo pero fuera de la  casa. Cuando terminan los interrogatorios Patricio le habla a Saúl y luego a Javier para contarles lo sucedido.

Saúl llega inmediatamente a la casa y se dirige hacia donde está Smith, ésta al verlo lo abraza y rompe en llanto (entre tanto ir y venir se hizo de noche).

-          Patricio me llamó, ¿qué fue lo que pasó? – Saúl muy preocupado.

-          Se murió… Mauricio se murió y no pude hacer nada por él – Smith llorando.

-          ¿Ya se lo dijiste a Azul? – Saúl.

-          No… no sé cómo hacerlo… ¿me ayudas? – Smith.

-          Sí enana, vamos – Saúl ve a Bianca y la abraza. Luego se van hasta donde está Azul con sus hermanitos. – Okey, ya es hora – Saúl apoyado en la puerta de Azul, Smith entró.

-          Mami, ¿qué pasa? Ya es tarde… ¿y papá? – Azul dejando su muñeca sobre la mesita.

-          Ven princesita, tengo que decirte algo importante – Smith muy seria.

-          ¿Dónde está papá? ¿Por qué no me contestas? – Azul preocupada. Smith se sienta en la cama.

-          Te dije que vengas, no estoy para tus caprichitos Azul, siéntate y escucha lo que tengo que contarte – Smith. Azul cayó y obedeció a su madre sin hacer berrinches.

-          ¿Qué pasa ma? – Azul seria, como si supiera lo que su madre le iba a decir.

-          Mi amor, ya no vas a volver ver a papá… - Smith mirando los ojitos de su hija.

-          ¿Por qué? ¿Pelearon? Si se pelearon, ¿por qué no se contentan? Yo le digo que te pida perdón – Azul triste.

-          No chiquita, no peleamos, ojalá fuera eso… papá ya no está aquí… - Smith mirando a Saúl.

-          ¿Salió a uno de sus viajes? Él siempre vuelve… a veces tarda mucho, pero vuelve – Azul tratando de no aceptar la realidad.

-          No Azul… no viajó, se fue para siempre, ya no está con nosotros, está en el cielo… - Smith alza a Azul. – A ver… ahora cada vez que quieras verlo tendrás que esperar a que se haga de noche y mirar al cielo, cuando veas a la estrella más brillante y grande, ese será papá saludándote, así podrás hablar con él.

-          ¿Por qué se murió mi papá? Yo no quería que se fuera al cielo, yo lo quiero conmigo, me hace mucha falta – Azul llorando y abrazando a su mamá.

-          Yo también lo quería y quería que se quedara con nosotros, pero no pude hacer nada para impedirlo – Smith, una lágrima corre por su mejilla. Azul llora desconsoladamente, Smith la abraza y Saúl se acerca.

-          Ey enanita… todo va a estar bien, tranquila que tu papá siempre va a estar con vos, y donde sea que esté te va a estar cuidando y amando mucho – Saúl acariciando el rostro de Azul.

-          Padrino, pero yo quiero que juegue conmigo, que me lleve a pasear, hasta que me regañe – Azul llorando. Smith la abrazaba y también lloraba.

-          Cariño, eso ya no va a poder ser, pero piensa en los momentos que viviste con él… seguramente a él le gustaría que hicieras eso… - Smith. Azul comienza a recordar hasta quedarse dormida mientras Smith le acariciaba el rostro. En eso Giuliana entraba en la casa, por la parte de atrás para no hacer ruido y vio toda la sangre, empezó a ver por todos y de repente ve a su hermana.

-          ¿Qué pasó? ¿Qué es todo esto? ¿Y papá? ¿Dónde está Sara? – Giuliana nerviosa y preocupada.

-          Sara está arriba con los niños… - Bianca no puede contener el llanto. – Y papá…

-          ¿Papá qué? ¿Dónde está mi papá Bianca? – Giuliana desesperada.

-          Papá murió, le dispararon en el pecho y no lo resistió… - Bianca llorando. Giuliana comienza a llorar y desesperarse, intentó entrar a la casa para buscar a Sara, pero Bianca la detuvo.

-          Papá no puede estar muerto, no se ir, no nos puede dejar como lo hizo mamá… no es justo Bi, yo quiero a mi papá – Giuliana cayó de rodillas. Bianca se agachó y la abrazó.

-          Tranquila, ahora está mejor… el siempre nos va a cuidar – Bianca tratando de consolar a su hermana.

Smith se quedó toda la noche con sus hijos en su habitación. Al día siguiente Bianca y Giuliana se levantan para arreglar las cosas para el funeral, Smith tenía los ojos cerrados, no había dormido nada y tenía a Azul abrazada. De repente Azul despierta.

-          Mami… ¿estás dormida? – Azul le susurró a Smith.

-          No mi amor, ¿qué pasó? – Smith abriendo los ojos.

-          Tuve un sueño – Azul acercando su carita a Smith. – Un sueño muy bonito.

-          ¿Así? ¿Y qué soñaste? – Smith acariciando su cabello.

-          Con papá… estaba vestido de blanco… así como los angelitos de los cuentos y las caricaturas, pero con traje… - Azul muy emocionada. A Smith se le llenaron los ojos de lágrimas.

-          ¿Y qué te dijo?... ¿qué hacían? – Smith muy intrigada.

-          Estábamos en un campo lleno de flores, era muy bonito sabes, habían mariposas y un río con peces – Azul sonriendo mientras le relataba su sueño a su mamá. – y él me dijo que me quería, que siempre nos iba a querer a mis hermanos y a mí… luego me dijo que siempre que lo necesitara ahí iba a estar… también me pidió que te ayudara a cuidar a los tres angelitos… - Smith la vio desconcertada.

-          ¿Tres angelitos? ¿Cuáles? – Smith besando la mano de su pequeña.

-          Pues Alma y Gian – Azul sentándose en la cama.

-          Pero esos son dos angelitos, ¿y el tercero? – Smith.

-          Pues no me acuerdo… él me dijo… quizás sea Giuli, a ella le decía mi ángel… - Azul asomando su nariz a la de Smith.

-          Debe de ser… - Smith abrazó a Azul y la colocó sobre ella, comenzó a besarla. – Eres lo mejor que me ha pasado sabes.

-          Te amo mami – Azul abrasando a su madre.

Van al funeral y luego al entierro, Patricio estaba allí pero en ningún momento se acercó, siempre mantuvo su distancia.
Pasaron dos meses de la muerte de Mauricio. Un juez hizo lectura del testamento y entregó lo que le correspondía a cada uno… Smith se quedó viviendo con las chicas y sus hijos en la mansión Cortés. Patricio quería acercarse a Smith pero no tenía valor de hacerlo.
Un día Smith estaba haciendo ejercicio en la terraza, luego de hacer pesas comenzó a sentir punzadas en el abdomen, puso sus manos sobre él y presionó, como el dolor seguía se sentó. Estuvo un rato así, luego se paró y fue a recostarse.
Bianca va a verla con los niños en brazos. Ella siempre trataba de levantarle el ánimo.

-          Hola hola, mi quien quiere verte – Bianca sentándose en la cama. Logró sacarle una sonrisa a Smith.

-          ¿Y estas cositas bellas? – Smith. Gian al ver a su mamá comenzó a reír (estaban por cumplir seis meses). – Hola mis amores, que bellos están.

-          Son hermosos… - Bianca se queda viendo a Smith. - ¿Estás bien? ¿Qué te duele?

-          Eeeh sí estoy bien… sólo me duele la panza – Smith cargando a Gian. - ¿Y tú? ¿Cómo estás?

-          Aquí andamos, tratando de seguir adelante – Bianca sonriendo con tristeza.

-          Ay mi niña… ven - Smith abraza a Bianca y a ella se le salen las lágrimas.

-          Ya no quiero estar mal, ya no quiero pensar en eso… pero no puedo evitarlo, trato de mostrarme fuerte frente a Giuli, pero siento que ella se da cuenta y se pone peor que yo – Bianca secándose las lágrimas.

-          Es difícil, era tu papá, ¿cómo vas a disimular que te duele? Au ssss aaaay – Smith sintió nuevamente una punzada.

-          ¿Qué tienes? ¿Qué te duele? – Bianca preocupada.

-          Nada nada, no es nada, es sólo una punzada en el vientre… aaaaah – Smith adolorida.

-          No, no, nos vamos a la clínica o mejor, llamo al médico – Bianca tratando de cuidar a Smith.

-          No me gustan los médicos y lo sabes, no los quiero en esta casa… aaaaaay Dios – Smith quejándose del dolor.

-          No me importa si no te gustan, si no quieres que vengan, entonces nosotras vamos – Bianca alzando a sus hermanitos. Smith la vio, se quedó así por unos segundos. – Dale, cámbiate, ¿o vas a ir toda chamagosa?

-          Bianca yo no voy a ir… - Smith. Bianca estaba en el pasillo.

-          Vas porque vas, sino te llevo a rastras – Bianca entrando a la habitación de los pequeños.

Finalmente Bianca lo consigue y van a la clínica. Smith estaba impaciente, finalmente Rubén la hace entrar al consultorio.

-          ¿Y ahora? ¿Qué las trae por aquí? – Rubén viéndolas. Smith se quedó cayada y Bianca la golpeó suavemente en el brazo.

-          Dile, ¿Qué esperas? – Bianca animando a hablar a Smith.

-          Atsh… okey… estaba haciendo ejercicio más temprano y me agarró un dolor fuerte en el vientre, me senté un rato, luego me recosté y Bianca me obligó a venir… - Smith con cara de “quiero irme, asique apúrate”.

-          Ajá, okey… a la camilla – Rubén ya sospechando. La revisó y le dio la noticia. – Ay mujer, tienes que cuidarte, esos dolores son de contracciones, tienes que cuidarte si no se producirá un sangrado y en el peor de los casos un aborto – Rubén sentándose. Bianca y Smith se le quedaron viendo asombradas.

-          Estás… - Bianca dirigiéndose a Smith. – Voy a tener… ¡Rubén! Dime que es verdad, dímelo – Bianca eufórica. Smith no entendía nada, solo quería llorar.

-          Sí, esta máquina de hacer bebés produjo uno más… - Rubén observa lo afectada que estaba Smith, se acerca a ella. – Ey, tómalo como un obsequio, él quería dejarte algo para que lo tuvieras presente o para aliviar un poco tu dolor – Smith lo vio, sonrió y lo abrazó, Rubén correspondió al abrazo y Smith rompió en llanto. Bianca los observaba y también se le llenaron los ojos de lágrimas.

Rubén le recetó reposo, eso fue lo primero que hizo Smith al llegar a casa. Estaba acostada en su cama llorando, Azul entró con mucha alegría a saludar a su mamá.

-          Hola linda – Azul subiendo a la cama. Smith le sonrió. – Ey, ¿por qué lloras?

-          Porque fui al doctor… - Smith secándose las lágrimas.

-          ¿Qué? ¿A ti también te dijo que te iban a destripar? – Azul sentándose en la cama. Smith rió.

-          No, no me van a destripar – Smith enderezándose.

-          ¿Y entonces? – Azul desconcertada.

-          Me dijo que… pues que voy a tener otro bebé… - Smith acabando de secar sus lágrimas.

-          ¡El tercer angelito! ¡Ya me acordé! Eso me dijo papá… que un angelito venía en camino – Azul sonriendo. Smith la veía desconcertada. - ¿Y por eso estás triste? ¿No se supone que deberías de estar feliz?

-          ¿Por qué no me dijiste eso antes? – Smith aún desconcertada. – No estoy triste por lo del bebé… si no porque papá no va a estar aquí conmigo, esperándolo, apapachándome y esas cosas.

-          Pues porque no me acordaba, daah – Azul haciendo una seña con la mano. – Yo también estoy triste, también lo extraño… pero vamos a tener a Ángel – Azul acostándose al lado de su madre y abrazándola.

-          Eso sí – Smith acariciando a su hija.

Patricio se divorció y se volvió a Las Vegas. Smith tenía muchas ganas de verlo, de abrazarlo, pero había algo que la detenía… se sentía culpable de la muerte de Mauricio, se sentía mal por no haber pasado suficiente tiempo con él, por haberle sido infiel con Patricio.
Una tarde llega el notario de Mauricio, pide que se reúna la familia ya que tenía cosas muy importantes que darles en nombre de Mauricio. Todos estaban intrigados y confundidos, ya que se suponía que Mauricio ya había entregado todas sus pertenencias en su testamento. Pero no fue así, le había dejado en pendiente al escribano entregar sobres con cartas a cada uno de sus seres importantes.

-          Bianca… - El notario le da su sobre. – Giuliana… - Ella se acerca hasta el notario y recibe su sobre. – Javier… - Él aún no comprendía el por qué Mauricio lo había convocado a él también, tomó su sobre y se acercó hasta su madre, la cual estaba sentada. - ¿Azul? – Él notario al no observar a la pequeña.

-          Mi hija está arriba, no consideré prudente el que estuviese aquí – Smith sentada.

-          Okey, se la doy a usted, y aquí tiene la suya. Eso es todo – El notario estaba ordenando sus cosas y Renata se le quedó viendo.

-          Disculpe, ¿y yo? ¿mi hijo no dejó nada para mí? – Renata.

-          ¿Usted es? – Notario.

-          Renata de Cortés – Renata.

-          Perdone pero no, no hay nada para usted, con permiso, buenas tardes - Notario. Renata se le queda viendo y todos comenzaron a dispersarse.

-          Javier me ayudas a subir, por favor – Smith. Javier se acerca a ella.

-          Claro ma, ven – Javier tomando de los brazos a su madre.

Smith al pasar por el cuarto de Azul se queda allí y le entrega su sobre.

-          ¿Qué es esto? – Azul observando el sobre.

-          Es una carta, creo… te la dejó tu papi guardada – Smith. Azul se emocionó y abrió el sobre.

-          ¿Me lees? ¿Me lees? – Azul eufórica.

-          Okey….
“Querida princesita… te escribo esta carta para que cada vez que necesites unas palabras de aliento, que quieras recordarme, que me extrañes o que simplemente quieras leerme, me busques aquí… te amé desde el primer instante en que te vi, supe que tú cambiarías mi vida, y así fue…
Chaparrita, no olvides que te amo, que siempre estaré contigo, que nunca te dejaré sola y que jamás me alejaré de ti.
No permitas nunca que nadie te tire abajo tus ilusiones, tus sueños, lucha por lo que quieras y por lo que creas correcto, pero sobretodo persigue tus sueños, no te rindas y sé feliz, muy feliz.
                                                                                                                         TE AMA PAPÁ.”
Al leer esto Smith no pudo contener sus lágrimas, Azul la abrazó y también se puso a llorar.

-          Entonces… cuando yo me sienta triste y lo necesite, ¿me la leerías? Quiero que me leas cuando lo extrañe – Azul sin soltar a su madre. Smith casi no podía hablar.

-          Sí… cla… claro que sí mi amor – Smith muy afectada.

Smith se queda con Azul hasta que se duerme, luego se va a su cuarto. Mauricio le había dejado palabras de aliento, recordatorios y mucho cariño en esas cartas, sobre todo a sus hijas. En la carta de Javier le pedía que estuviese al pendiente de su madre, que la ayudara a salir adelante y que tratara de acerca a Patricio, especialmente eso.
Ya en su cuarto y con sus dos pequeños en la cama (a Smith ya no le gustaba dormir en esa cama tan grande sola, siempre trataba de dormir con alguno de sus hijos) Smith se pone a leer su carta, la cual decía:
“Sara:
            Sé que te preguntarás para qué hice esta cursilería de las cartas… bueno, respondiendo a tu pregunta, para que mi ausencia no sea tan notoria y dolorosa… siempre pensé que me moriría de viejo, solo, con nietos e hijas que se acordaran de mí de vez en cuando y vinieran a visitarme (sé que era sumamente aburrido, pero eso pensaba), luego tú y nuestra princesa aparecieron en mi vida para devolverme esa esperanza que ya había perdido.
Sé que no te gustan las despedidas y que haces todo lo posible por evitarlas, por eso pensé que si no tenía la oportunidad de hacerlo esta sería una buena manera de decirte hasta pronto…
Bueno belleza, quiero darte las gracias por los momentos maravillosos que viví a tu lado, por tu alegría, por tu carácter, tus caricias, tus golpes, tus risas, tus gritos, tus celos, tus escenitas, tu odio, tu amor, gracias por todo.
Creo que está de más decirte que te amo… solo te pido que no te cierres, que no te niegues la posibilidad de volver amar, que rehagas tu vida, con Patricio o con quien quieras… sólo trata de ver que el hombre que elijas también te elija, con tus hijos… hablando de ellos cuídalos mucho, háblales de mí, hazles saber que siempre los amé, desde el momento en que supe que venían a este mundo.
Otra cosa, por favor cuida a mis hijas, que no se queden solas… no te pediré que te hagas cargo de ellas si no quieres, pero estate al pendiente, ¿sí?... Gracias.
                                                                                            TE QUIERO MUCHO BELLEZA… MAURICIO.”
Al leer esto Smith se puso a llorar, abrazó la carta en su pecho y giró observando a sus pequeños… sabía que tenía que descansar por el bebé, pero no podía dormir, no podía conciliar el sueño, no podía tomar pastillas tampoco, asique sólo esperaba hasta no poder más del cansancio y dormir después de tanto llorar… estaba muy deprimida.

Patricio también la extrañaba, no podía estar sin saber que era lo que pasaba, asique tuvo el descaro de llamar a Bianca. Ella no sabía si contarle o no lo que estaba pasando, finalmente, y después de tanta insistencia, Bianca le confesó todo a Patricio. Él no lo pensó dos veces y viajó a Houston para hablar con Smith.
Cuando llegó a la mansión de los Cortés, Bianca lo hizo subir hasta la habitación de Smith, primero se aseguró de que nadie estuviese merodeando por ahí. Patricio se escabulló como un ladrón y cerró la puerta con llave. Smith estaba en el baño, cuando salió vio a Patricio todo agitado, él se acercó a ella y la tomó del rostro, comenzó a besarle la frente, luego los cachetes y le decía que la amaba, Smith estaba quieta, como impactada y con los ojos cerrados.

-          Te extrañaba Rubia – Patricio muy alegre. Smith tenía los ojos llenos de lágrimas. - ¿Qué pasa? – Smith se le quedó viendo por unos instantes y luego lo abrazó.

-          Te amo te amo te amo, te necesito tanto mi Supremo – Smith abrazada muy fuerte a Patricio.

-          Ay Rubia, pensé que me ibas a echar, siempre me sorprendes – Patricio acariciando la cabeza de Smith. Cuando ella se calma un poco se sientan en la cama y hablan por un buen rato. Finalmente Patricio le confiesa que quiere volver con ella, ya le había dicho lo de su divorcio. Smith comenzó a dudar.

-          Patricio, no sé… yo no quiero ni puedo dejar a las chicas solas… - Smith. Patricio la observaba en silencio. – son parte de mi familia ahora… y mis hijos, yo no sé si tú me aceptes con los cuatro, porque una cosa era aceptarme con una… ahora son tres y uno de camino, ya de Javier no me preocupo… tú me dijiste que te hubiese gustado tener un hijo, pero que no querías adoptar, pues no adoptarías… no sé…

-          ¿Terminaste? – Patricio. Smith le dice que sí con la cabeza. - ¿Ya no hay más excusas? – Smith le dice que no con la cabeza. – Okey… yo te amo, con uno, dos, cuatro, veinte hijos… yo sí quería una familia grande, pero pues yo no puedo darle hijos a nadie… no me molestaría tener dos adolescentes, una mocosilla respondona, dos gordos latosos y un futuro latosillo en camino…  yo te amo y amo todo lo tuyo Rubia.

-          Yo también te amo – Smith besa a Patricio.

Smith y Patricio se quedaron un rato solos en la habitación. Bianca estaba esperando a Giuliana en la sala, quería explicarle lo que estaba pasando para que no se lo tomara a mal. Hablan sobre el tema y luego Smith y Patricio bajan, tenían que “charlar”.

-          Antes de que digan algo, yo quiero aclararles que Mauricio fue alguien muy importante para mí, lo quise mucho y la verdad si lo amé – Smith a Bianca, Giuliana y Patricio.

-          No hace falta que lo aclares, lo vivimos día a día… – Bianca. Hubo un silencio incómodo por unos segundos. – Bueno… nosotras sabemos que se aman y tan tan, nosotras lo entendemos y lo aceptamos, peero hay un pequeño inconveniente – Patricio se puso serio.

-          ¿Cuál? – Smith un poco preocupada.

-          Que quizás ustedes quieran rehacer sus vidas, viajar, criar a los peques… - Bianca. Guiliana se estaba cansando de las vueltas que daba su hermana para hablar.

-          Ay bueno ya… nosotras no queremos que Sara se vaya de esta casa, es lo más parecido a una madre que tenemos y sin papá nos vamos a quedar solas – Giuliana. Sara y Patricio la escuchaban con atención. – Por eso queríamos preguntarte si quieres venir a vivir aquí a la casa con nosotros – Patricio se sorprendió, no se esperaba esa oferta.

-          Eem, pues sí… si a ustedes no les incomoda – Patricio aún sorprendido. Smith estaba feliz con la propuesta.

-          No queremos estar solas ni lejos de ustedes – Bianca mirando a Smith.

-          Yo nunca las habría dejado solas mis niñas –Smith muy emocionada.

Más tarde Azul estaba llegando de la escuela y vio a Patricio en el patio.

-          ¿Y tú qué haces aquí? – Azul acercándose a Patricio. Él se puso en cuclillas.

-          Hola Rubiecita, ¿cómo estás? – Patricio.

-          Bien, ¿y tú? – Azul amable.

-          Muy bien, oye que linda mochila – Patricio tratando de acercarse a ella.

-          ¿Te gusta? Si quieres te la presto – Azul amigable.

-          Jaja, me encantaría Azul – Patricio.

-          No respondiste – Azul.

-          ¿A qué? Ah sí, ahora voy a vivir aquí – Patricio esperando la reacción de la niña.

-          ¿A poco ya eres el novio de mi mamá? – Azul sorprendida. Patricio se quedó helado.

-          ¿Qué? ¿Quién te dijo? – Patricio intrigado.

-          Aaah, yo me di cuenta solita… - Azul se acerca a la oreja de Patricio. – pero si me compras helados y me regalas una muñeca nueva, no digo nada hasta que mamá me cuente, ¿trato? – Patricio sonrió, la vio y extendió su mano.

-          Trato – Patricio. Azul estrechó su mano y la apretó, Patricio fingió dolor, ella rió. Luego Patricio también apretó su mano un poco fuerte.

-          Au au au, noo, me la vas a romper, aay mi manita ay – Azul quejándose. Patricio la suelta y ella se le tira encima, Patricio le hace cosquillas. Smith estaba observando esto desde el balcón de su recámara y reía, estaba muy feliz, las cosas se estaban acomodando.

Pasaron unos días y todos se estaban acostumbrando al nuevo ritmo de vida. Smith había ido al obstetra y le habían dicho que todo estaba perfectamente bien, que no había de que preocuparse y podía seguir su ritmo de vida normal.
Aún así Patricio no quería arriesgarse así que no permitió que Smith fuera a trabajar, hasta que su embarazo estuviese más estable. Sara se aburría ya que prácticamente Patricio se pasaba gran parte del día en la oficina y sus hijas en la escuela, no obstante podía pasar más tiempo con sus pequeños.
Una noche Patricio se animó a hacer la cena para todos, preparó pasta. A todos se les hacía agua  la boca. Estaban Bianca, Giuliana, Azul, Francisco y obviamente Smith, Patricio y los pequeños. Luego del manjar de cena, cada quien se va por su lado, Giuliana acostó a Azul y a los niños, Bianca salió con Francisco y Sara y Patricio se quedaron ordenando la cocina.
Smith tomó un poco de harina y la sopló en el rostro de Patricio dejándolo blanco, Patricio en venganza comenzó a echarle agua, Smith tomó un recipiente sucio y amagaba a tirárselo, Patricio la sujetó, la abrazó  la sentó en la mesada. Comenzó a besarla y ella correspondía a sus besos, Smith le quitó la camisa y sin darse cuenta lo llenó de harina, Patricio lo desabrochó el vestido, la cargó y la subió a la habitación. En la puerta de su recámara la bajó, ella seguía besándolo mientras él cerraba la puerta con llave.

-          Te amo Patricio – Smith.

-          Y yo a ti Rubia – Patricio comenzó a acariciar nuevamente a Smith. – Hay que aprovechar que aún está chiquito y no se nota.

-          Ay eres un tonto – Smith riendo. Patricio nuevamente la sujetó a él y l arrojó suavemente a la cama.

-          Vamos a ensuciar todo, vamos a hacer desastre – Patricio sobre Smith.

-          No importa, luego limpiamos, luego nos bañamos juntos, ¿Qué no? – Smith acariciando a Patricio.

-          Eso me gustó Rubia – Patricio comenzó a besarle el cuello a Smith, se entrelazaron entre las sábanas e hicieron el amor.

Más tarde Smith y Patricio estaban abrazados. Él estaba muy emocionado con el tema del embarazo, le hacía muchas preguntas a Sara, ella se las respondía sin ningún problema… él seguía preguntando sin darse cuenta de que Smith ya estaba dormida.
Fue pasando el tiempo y ellos lograron mantener una muy bonita relación, Patricio estaba fascinado con los niños, se habían convertido en su adoración. Siempre estaba pendiente de Smith, de lo que hacía, de sus gestos, sus quejidos todos.
Habían pasado tres meses, Smith estaba entrando en el quinto mes de embarazo, plena, muy feliz, rodeada de amor y mimos.
Un día Smith se había ido a la oficina, Patricio le había dicho que no, pero a ella le valió e igual fue a trabajar. Ya se había cansado de “no hacer nada” según ella. Entró a su oficina y vio todo desordenado, esto la enojó y su puso a ordenar murmurando.

-          No no no, nunca más le pido a Picasso que se haga cargo de la limpieza… no si esto no se le da al pobre… mejor mandarlo a Afganistán con un cuchillo, mataría a todos y vendría enterito, pero mándalo a limpiar y a las dos horas encontrarás el doble de suciedad que había… aaaay Dios mío – Smith limpiando su escritorio. En eso entra Patricio.

-          Me dijeron que andabas por… - Patricio cruzándose de brazos. - ¿Qué haces? – Smith lo ve enojada y sigue limpiando. – Deja, deja eso, ya basta.

-          Déjame limpiar quieres – Smith enojada.

-          No, no quiero – Patricio quitándole un trapo de la mano.

-          Te dije que aceptaba no trabajar aquí si mantenías limpia mi oficina, ¿esto te parece limpio? – Smith pasando el dedo por la silla y mostrándoselo.

-          Ay ya no te enojes, ya mando que limpien – Patricio.

-          Para eso mando yo – Smith aún enojada. Patricio se acerca a ella y la besa. Smith no corresponde entonces Patricio la vuelve a besar, ella saborea sus labios y lo ve seria, Patricio mira hacia el techo y le toca la pancita. Su mano comienza a pasar de la panza hacia la cintura y de allí a la espalda, y la vuelve a besar.

-          ¿Si te sigo besando se te pasa el enojo? – Patricio viendo a Smith con una gran sonrisa y su carita de pícaro.

-          No sé… quizás… - Smith acariciando el brazo de Patricio. Él la volvió a besar.

Al llegar a casa Bianca estaba toda eufórica y con la necesidad de hablar con Smith. Esto asustó un poco a Sara, Bianca la tomó del brazo y la llevó hasta su habitación.

-          Okey niña ya… ¿qué te pasa? Me asustas – Smith sentándose en la cama. Bianca le sonríe, Smith la ve como diciendo “ay qué”.

-          Tuve mi primera vez – Bianca con una gran sonrisa. Smith se quedó tildada.

-          ¿Qué? – Smith desconcertada. - ¿Cuándo? ¿Cómo? No, mejor el cómo no, ese ya me lo sé, pero… pero… aaay ya te me descarrilaste mocosa.

-          Jajaja ay ma, que exagerada eres – Bianca muerta de risa.

-          ¿Te trató bien? Mira que yo conozco perfectamente bien a Francisco y si te hizo algo malo o que no querías el chamaco lo desgreño – Smith un poco “molesta”.

-          ¿Quién dijo que fue con Francisco? – Bianca. Smith se le quedó viendo con cara de “te mato”, Bianca comenzó a reír. – Jajaja si vieras tu cara jaja, claro que fue con Francisco, ni que tuviera otro novio Smith, por Dios.

-          Quién sabe, no es por ti, pero quien sabe… - Smith muy metida en su papel de mamá.

-          Ay pero fue muy lindo, muy especial, muy aaah, perfecto – Bianca arrojándose a la cama. Smith reía. – Fue hoy, esta mañana, cuando te fuiste a la oficina.

-          ¿Acá? – Smith muy sorprendida y viéndola como “si fue aquí te mato”.

-          Nooo, acá no, tranquila… en la casa de Saúl, en el cuarto de Fran – Bianca entre apenada y contenta.

-          Te cuidaste, ¿no? – Smith. – Si no quieres terminar así – Smith apuntando a su linda barriga. – debes de cuidarte.

-          Sí, obvio… ay gracias por escuchar, por ser mi cómplice… te quiero mucho – Bianca abrazando a Smith.

Ya a la noche, Sara y Patricio estaban en su habitación. Hablaban de que pronto los mellizos cumplirían 8 meses, de que el tiempo pasaba muy rápido y cosas así. Smith no pudo evitar el recordar a Mauricio y ponerse triste por ello, Patricio lo notó y se acercó a ella, ella sonrió y lo besó. No se habían dado cuenta de que habían dejado la puerta abierta, se estaban besando fogosamente cuando de pronto entró Azul y los interrumpió (venía con el pijama puesto y arrastrando su oso de peluche).

-          ¡Ey! – Azul molesta. Inmediatamente se separan y Patricio se para de la cama, Azul lo veía entre-ojo muy seria y se subió a la cama.

-          Mi amor, ¿qué pasa? – Smith riendo. Azul la ve, no le dice nada y vuelve a mirar a Patricio.

-          ¿Tú qué eh? Es mi mamá… tú me quieres dejar sin mamá, ¿verdad? – Azul aún molesta.

-          ¿Por qué dices eso Rubiecita? – Patricio intrigado y riendo.

-          Porque casi te la tragas, la babeaste entera – Azul seria. Smith estaba muerta de risa y Patricio mordía su labio para no reír y que Azul se molestara más.

-          Los novios hacen eso, pero los novios mayores eh, ojo – Patricio sentándose en el piso.

-          ¡Guácala! ¡Qué asco! – Azul tapándose la boca con su osito de peluche. - ¿Y a ti te gusta? Diu – Azul mirando a su madre.

-          Jaja, pues… si jaja -  Smith un poco nerviosa. Azul la veía fijamente.

-          Oye, ¿no es hora de dormir? – Patricio tratando de deshacerse de Azul.

-          Sip… - Azul acomodándose al lado de su madre y abrazando a su oso. – bye, ya te puedes ir – Patricio la miró y sonrió. Smith no paraba de reír.

-          ¿Yo? – Patricio parándose.

-          Sí, ¿a poco crees que te voy a dejar con mi mamá después de lo que vi? Aah nooo mijito – Azul. Patricio pone sus manos en su cintura.

-          Ajá, entonces hazte para allá – Patricio levantando las sábanas.

-          Yo en el medio – Azul.

-          Mmm okey – Patricio se acerca a darle un beso a Smith  Azul lo detiene.

-          Eh eh eh eh nooo – Azul empujando a Patricio. – Nada de besos.

-          Pero yo quiero darle besos, ¿o te los doy a ti? – Patricio colocándose de costado.

-          ¡A mí no! Tienes barba y picas, ¿tienes muchas ganas de besar? – Azul. Patricio le dice que sí con la cabeza, entonces Azul le da el oso. – Ten, toma, al señor cariñoso sí le gustan los besos – Smith estaba muerta de risa, no paraba, Patricio observa al oso, lo tira para los pies y agarra a Azul.

-          Prefiero besuquearte a ti – Patricio comenzó a hacerle cosquillas con la barba en el cuello a Azul, ella comenzó a reír, a gritar ya dar de patadas.

-          Jajajajaja nohoho, ya basta… suéltame… mami ayúdame, aaayy jajaja no, basta, basta, por favor bastaa jaja, papi ya – Azul. Patricio se detuvo y se sorprendió con lo que escuchó.

-          ¿Qué dijiste? – Patricio emocionado.

-          Que basta, que me dejes – Azul aún riendo.

-          Me dijiste papá – Patricio.

-          No es cierto – Azul haciéndose la desentendida.

-          Sí le dijiste papi – Smith.

-          Que no es cierto, les va a crecer la nariz por mentirosos – Azul se acuesta,  se tapa hasta la cabeza y abraza a su mamá. – Ya apaguen las luces – Patricio se tapa y se queda sentado con su brazo sobre su cabeza. – Mami – Azul bajo las sábanas.

-          ¿Qué pasó ahora? – Smith con algo de sueño.

-          Estás muy gorda, ya no te puedo abrazar – Azul. Patricio comenzó a reírse y Smith le dio  con una almohada.

Así fue pasando el tiempo (dos meses más), las cosas iban cada vez mejor. Patricio había logrado encajar en la familia, las niñas estaban muy cómodas con la presencia de Patricio, Saúl se fue a Argentina por un llamado urgente que tenía, Francisco se había ido con él por lo que Bianca estaba un poco triste, Javier tenía vacaciones entonces vino de visita a Houston a ver a su madre.
Todo estaba bien, hasta una noche que Smith estaba muy intranquila, cuando por fin se logró dormir soñaba con su pasado. Tenía flashes de recuerdos con sus parejas más importantes o las que habían dejado huella en ella, lo pasado con su hijo y cosas por el estilo. Soñaba con cuando conquistaba a Gerardo (creyendo que era Octavio), su primera vez con él, los viajes que hicieron juntos, cuando nació Javier, cuando lo abandonó en la iglesia… cuando conoció a Patricio, con todas esas noches que pasaron juntos, sus peleas y reconciliaciones… cuando murió Octavio y se enteró de la verdad, de que quien ella creía Octavio de Rosas era Gerónimo, su hermano impostor, cuando indiscretamente Octavio quería conquistarla pero no se pasaba de la raya, cuando abusó de ella, cuando nació Azul… cuando conoció a Mauricio y se enamoró de él, con las cosas que hizo para ganarse la confianza de las hijas de Mauricio, con el nacimiento de sus hijos, con su relación que mantenía con Patricio y Mauricio, cuando murió Mauricio… de pronto se encontró sola en un bosque, escuchaba una voz a lo lejos que le decía que se cuidara, que cuidara al bebé, ella se tocó y notó que no tenía barriga, miraba para todos buscando a su bebé… escuchó un llanto, ella supo inmediatamente que era su bebé, comenzó a buscarlo, pero no lo encontró… sabía que estaba en peligro, que le harían daño, pero no lo encontraba. Comenzó a desesperarse y llorar, cuando ve un mantillón bajo un árbol, va hacia el corriendo y cuando lo toma entre sus manos estaba sólo… sigue escuchando el llanto de su hijo y comenzó a lo gritos.
De pronto Smith despertó muy nerviosa, con sudor y asustada… le dolía el vientre, quiso pararse para ir al baño y cuando lo hizo se le rompió la fuente, se asustó mucho y habló a Patricio, el cual estaba dormido.

-          Patricio… ¡Patricio! – Smith con muchos dolores. Él al escucharla se levantó en el aire.

-          ¿Qué pasó? ¿Estás bien? – Patricio muy preocupado.

-          No, no estoy bien… me duele mucho… ya va a nacer – Smith nerviosa.

-          ¿Qué? ¿Ya? Pero faltan dos meses – Patricio.

-          Sí, pero ya va a nacer – Smith. Patricio agarró unas cuantas cosas y se fueron a la clínica… no tenían nada preparado, no esperaban que se adelantara el parto.

De camino a la clínica los dolores se hicieron más intensos y frecuentes, Sara le repetía a cada minuto a Patricio que le dolía mucho y no podía. Como si fuese poco, a unas cuantas cuadras de la clínica había ocurrido un siniestro vial, por lo cual no se podía pasar… Patricio hizo un desvío y pudo llegar a emergencias de la clínica, él veía muy mal a Smith. Patricio fue inteligente y pudo llamarle a Rubén, por lo que cuando llegaron los estaban esperando con todo listo en la sala de partos.

-          A ver Sara, ven por acá – Rubén junto a un enfermero ayudaron a Smith a ponerse de pie y sentarse en una silla de ruedas.

-          No te vayas lejos, quédate conmigo por favor – Smith tomándole la mano a Patricio.

-          Aquí estoy Rubia, no te preocupes – Patricio. Entraron a la clínica e hicieron caminar un rato a Smith para que dilatara. La dilatación no era suficiente como para que naciera el bebé y necesitaban sacarlo lo antes posible.

-          Sara… vamos a preparar el quirófano, vamos a hacerte cesárea porque no dilatas y el bebé quiere nacer ya – Rubén. Smith estaba muy nerviosa y angustiada, no le soltaba la mano a Patricio. – No te preocupes, todo va a salir bien y Patricio puede entrar contigo.

-          Muchas gracias Rubén – Patricio preocupado.

Ingresaron a Smith en la sala de parto con todo listo para la cesárea. Al principio ella estaba despierta, sintió el primer corte, no le dolió pero lo sintió, unos instantes después se durmió producto de la anestesia. El bebé nació. Se veía muy frágil y chiquito, lo colocaron en una incubadora. Smith seguí anestesiada y dormida, a la hora desertó y pidió ver a su hijo, Patricio estaba a su lado.

-          Rubia… tranquila, todo está bien – Patricio acariciando a Smith. Ella no podía hablar mucho.

-          Mi… el… bebé… el bebé… - Smith mirando a Patricio.

-          Lo están atendiendo tranquila, mejor tápate ¿sí? – Patricio. Smith toma las sábanas y las sube (acostumbrada a hacerlo por la barriga), vio que no tenía barriga, abrazó las sábanas y se puso a llorar – Ey no, no llores si está bien… está en la incubadora pero lo están cuidando, no te preocupes.

-          Yo quiero a mi bebé, quiero a mi hijo – Smith llorando y un poco más despierta.

-          Ya después lo vas a poder ver – Patricio tratando de tranquilizarla.

-          ¿Pero es que no te das cuenta? No lo conozco, aún no lo he visto, y hasta que yo pueda moverme le puede pasar algo – Smith angustiada.

-          No le va a pasar nada, yo lo voy a cuidar, te lo prometo Rubia… ya no llores – Patricio acariciando el rostro de Smith y secándole las lágrimas. – Oye… si me dejan en los cuneros le saco una fotografía y te la traigo, ¿quieres? Así lo vas conociendo.

-          Sí por favor, yo quiero ver a mi bebé – Smith un poco más tranquila.

Smith se había quedado todo el día en compañía de Javier y Bianca, ellos le levantaron un poco el ánimo. De pronto, y ya de noche Patricio llegó con una gran sonrisa y se acercó a Smith.

-          Mira lo que te traigo – Patricio le dio un beso en la frente a Smith y le dio una foto. – Ahí está el bebé.

-          ¿Es enserio? ¿Mi hijo? – Smith tomó la foto, la vio y sus ojos se llenaron de lágrimas. El bebé estaba dentro de la incubadora y con respirador artificial. – Mi chiquito, no me gusta verlo así, pobrecito… lo que daría por que estuviera bien…

-          Tranquila mamá… ya verás que pronto lo tendrás contigo – Javier tomando la mano de Smith.

-          ¿Y con qué nombre lo tienen?... porque me imagino que debe de tener algo con que identificarlo, ¿no? – Bianca.

-          Eso… ¿le pusieron algún nombre a mi hijo o cómo? – Smith.

-          No tiene nombre aún, pero está registrado con tu apellido – Patricio.

-          Deberíamos de escogerle un nombre, ¿no? - Sí, no es bonito llamar al bebé “bebé” – Bianca.

-          ¿Y qué nombre le ponemos? A Azul le gusta Ángel… así llamaba a su hermanito, pero no sé si lo decía por decirlo o porque quería que se llamara así… ¿A ti que nombre te gusta? – Smith tomándole la mano a Patricio.

-          ¿A mí? ¿Quieres que yo escoja un nombre para tu hijo? – Patricio un poco sorprendido.

-          Sí… ¿no quieres? Necesito opciones… - Smith animando a Patricio a participar.

-          Pues a mí me gusta Fernando – Patricio. Javier lo mira como diciendo “¿Esto es enserio?” - ¿Qué? Siempre me gustó ese nombre.

-          Me gusta… a ver, ¿tú qué? – Smith a Javier.

-          ¿Yo? ¿Qué de qué? – Javier desconcertado.

-          ¿Qué nombre te gusta? Sonso – Smith dándole un pequeño golpe a Javier.

-          ¡No mamá! Yo soy pésimo para los nombres – Javier riendo.

-          Okey, entonces Ángel Fernando… ¿les gusta? – Smith.

-          Sí, me encanta – Bianca. - Perfecto – Patricio.

-          Por mí bien – Javier. En eso entra Rubén a la habitación.

-          Hola mamá, ¿cómo estamos? ¿Cómo te sientes? – Rubén.

-          Un poco adolorida… ¿pasó algo con Ángel? – Smith un poco preocupada.

-          Eso es normal por la cesárea… ¿Ángel? Qué bonito nombre… no el niño está bien, estable por el momento y eso es bueno, para las condiciones de cómo venía y como nació tendría que estar peor… es muy fuerte y tiene muchas ganas de vivir, eso y el amor de todos ustedes, sobretodo el tuyo Sara, van a hacer que se recupere muy pronto, te podría decir que más de lo que todos esperamos – Rubén dando esperanzas y apunto de revisar la herida de la cesárea.

-          Ojalá y todo sea así… muchas gracias Rubén – Smith.

-          Pero estate tranquila, si todo sigue así de bien contigo, mañana por la tarde vengo con algún enfermero y una silla de ruedas, así conoces a tu bebé – Rubén terminando de revisar la herida de Smith.

-          ¿De verdad? Rubén, ¿enserio? Te juro que no me muevo, hago lo que me pidas, mira, ni siquiera respiro, pero ya quiero conocer a mi bebé… sentir su pielcita, acariciarlo aunque tenga todas esas cosas conectadas – Smith mucho más animada y ansiosa.

-          Okey okey… ya mañana, no comas ansias mujer – Rubén.

-          No te desesperes Rubia, para mañana a la tarde no queda tanto – Patricio.

-          Sí, tú porque ya lo viste, todos ya lo vieron menos su madre – Smith un poco molesta.

-          Ya no te enojes, después no te va a separar nadie de tu hijo – Rubén. - Eso si jaja - Smith.

Smith no durmió prácticamente en toda la noche, estaba muy ansiosa, Patricio se quedó toda la noche con Smith, se quedaron conversando. Por la mañana Smith por poco e iba a buscar a Rubén a su consultorio, Patricio hacía todo lo posible para que se quedara quieta, que no se le corrieran los puntos de la herida y tranquilizarla.
Ya en la tarde Smith estaba peor, dele repetir que quería ver a su hijo.

-          Rubia, son dos de la tarde – Patricio saliendo del baño.

-          Exactamente, las dos DE LA TARDE, él dijo a la tarde y ya es de tarde – Smith respaldada en la cama y poniendo sus manos sobre su panza.

-          Que ya, él se desocupa a las cinco, aún falta – Patricio saliendo al pasillo.

-          Ay ajá… oye… quedé muy hinchada, ¿no? – Smith mirándose.

-          Tuviste un bebé – Patricio con cara de “es lógico”.

-          Sí, pero con Azul no quedé así, que nació con nueve meses y con Gian y Alma, que fueron dos, un poco, pero no así – Smith aún viéndose.

-          Ya para… - Patricio estaba apoyado en la pared del pasillo mirando para un costado, cuando de pronto venía corriendo Azul. – Ey Rubiecita.

-          ¿Ya nació el bebé? – Azul muy contenta.

-          Sí chaparra, mira, allá está mamá – Patricio.

-          Hola mami – Azul acercándose a la camilla donde estaba su madre.

-          Hola mi amor… te extrañaba, ¿y tus hermanitos? – Smith besando a su hija.

-          Ay que cargosa… en la casa, ¿dónde está el bebé? – Azul. Smith vio a Patricio como diciendo “¿qué le digo?”, patricio se acerca, se sienta en el sillón y llama a Azul, ella va.

-          Mira mini-rubia… los bebés tienen que estar nueve meses en la barriga de sus mamás, al bebé le faltaron dos meses, entonces los doctores lo pusieron en una cajita de cristal para que se cumplan los nueve meses – Patricio tratando de explicarle lo sucedido a Azul. Smith lo observaba atentamente.

-          ¿Y por qué nueve? – Azul sentada en la falda de Patricio.

-          ¿Te acuerdas de cuando estaba embarazada de Gian y Alma? – Smith. Azul le dijo que si con la cabeza. – Bueno, ¿te acuerdas que te dije que la barriga crece porque el bebé crece como tú lo haces? – Azul dijo nuevamente sí. – Bueno, por eso, tienen que ser nueve meses y al bebé aún le faltaba crecer un poquito para nacer.

-          Bi dijo que no podíamos verlo, ¿es porque está en la cajita? – Azul.

-          Sí, es por eso amor – Smith.

-          ¿Y cuándo lo voy a poder ver? – Azul.

-          Cuando se sienta mejor – Patricio.

-          ¿Y es bonito? – Azul preguntándole a Patricio.

-          Es hermoso – Patricio muy emocionado. – Se llama Ángel, ¿sabías?

-          No, ¿de verdad? Me gusta mucho ese nombre – Azul.

-          Ángel tiene tu nariz, y se parece un poco a Gian – Smith.

-          ¿Enserio? Entonces es hermoso - Azul.

-          Oye, ¿y a ti quién te trajo? – Patricio. Smith lo vio como diciendo “si, es cierto”.

-          Javier, pero se quedó en la puerta de allá hablando por celular, me dijo que viniera y aquí estoy – Azul.

-          Ya lo voy a regañar, ¿cómo te deja venir sola? – Smith. – Pero dime algo… ¿tú me ves gorda amor? – Azul se le queda viendo y mira a Patricio.

-          Prefiero no contestarte – Azul abrazando a Patricio.

-          ¿Ves? Sí estoy gorda, hasta ella lo sabe, no me lo quiere decir porque sabe que me molesto, ¡pero lo sabe!

-          No yo no sé nada, ¿verdad que no está gorda? – Azul a Patricio.

-          Ay, ¿por qué me meten a mí? – Patricio. Smith lo vio algo enojada. – ¡No estás gorda mujer!

Luego entró Javier y se quedaron un rato conversando esperando a que viniera Rubén con la silla de ruedas, para que Smith pudiese conocer a su hijo.
Finalmente vino Rubén, la llevó a conocer a Ángel y ella iba muy emocionada. Al llegar a los cuneros lo primero que hizo fue tomarle la mano a Patricio. Luego apoyó su mano en el vidrio de la ventana y se le calló una lágrima al ver a s bebé dentro de esa incubadora.

-          ¿Entramos? – Rubén. Sara le dijo que sí con la cabeza. Al entrar todos tomaron las medidas de higiene necesarias para no afectar al bebé. – Ahí lo tienes.

-          ¿Puedo… tocarlo? – Smith mirando a su bebé.

-          Claro que sí… sólo ten cuidado con los cables – Rubén.

-          ¿No lo voy a lastimar? – Smith un poco preocupada.

-          No no… estate tranquila con eso, no hay como lastimarlo – Rubén. Smith mete la mano en la incubadora y toca la barriga de bebé (él tenía los ojitos tapados con unos parches por la luz, así no dañaban su vista), con la otra mano tapa su boca y llora. – Hola chiquito… hooola mi vida, yo soy mamá, soy tu mami… estás hermoso… tenía muchas ganas de conocerte, de verte, tocarte… allí fuera están Javier y Azul, tus hermanos… te quiero tanto mi vida… yo te voy a cuidar y no voy a dejar que nada malo te pase, que nadie te lastime… siempre voy a estar contigo Ángel…

-          ¿Ves? Te dije que dentro de todo está bien – Patricio tratando de tranquilizar un poco a Smith. – Y no te preocupes, yo también voy a estar al pendiente de él.

-          Gracias mi amor, te amo – Smith.

-          Para serles sincero, el bebé está respondiendo efectivamente al tratamiento, mucho más de lo que nosotros pensábamos… si sigue así como mucho en un mes ya podrá irse a casa con ustedes – Rubén con una gran sonrisa y viendo a bebé.

-          ¿De verdad? Muchas gracias Rubén – Smith. Se quedaron un rato ahí con el bebé y luego volvieron a la habitación, aún estaban allí Javier y Azul.

-          Mami, ¿ya lo viste? – Azul estaba haciendo un rompecabezas con Javier, cuando vio a su madre lo dejó allí.

-          Sí mi niña, está muy bonito – Smith mientras un enfermero la ayudaba a recostarse en la camilla. – Oigan… no hemos organizado las cosas para la fiestita de Azul, hacen dos meses que cumplió cinco años mi princesa.

-          Sí, pero yo ya no quiero fiesta – Azul ordenando sus cosas. Smith la vio como diciendo “¿Es broma?”.

-          ¿Por qué no quieres chaparra? – Javier.

-          Porque no quiero que mamá esté triste pesando en el bebé… mejor ya que el salga de la cajita y hacemos una sola fiesta, ¿vale? – Azul.

-          Vale – Patricio. Smith la vio con mucha ternura.

-          Ya estás hecha toda una señorita – Smith. Azul le sonrió.

Así fue pasando el tiempo, Sara estaba cayendo en cuentas que para el cumpleaños de Alma y Gian, Ángel ya estaría en casa… nunca se imaginaron lo que iba a pasar.
Había pasado un mes, Ángel ya no tenía las vendas en los ojos y tenía el respirador con menos potencia. Una noche Renata, resentida y con odio hacia Smith fue a los cuneros a “conocer a su nieto”. Demostró que era la abuela del niño y la dejaron pasar por unos instantes ya que no era hora de visitas.

-          Hola bestia… yo soy Renata, tu abuela… eres muy parecido a mi hijo, tienes sus ojos, celestes… que pena la madre que te tocó… – Renata metiendo su mano a la incubadora. – por su culpa tu papá y tu tío murieron, ella los mató… que pena que seas tú quien deba pagar por los errores de tu madre – Renata le sacó el respirador y desconectó la incubadora. Leyó el nombre del bebé en el borde. – Que tengas lindos sueños Ángel, ahí me saludas a mi hijo – Renata se va y cierra la puerta la puerta.

Al día siguiente Smith va a ver a su hijo como todos los días, ya que a ella ya le habían dando el alta. Entró a ver a su pequeño y notó que no tenía el respirador y la incubadora no funcionaba, lo tocó y notó que estaba frío. Comenzó a llamar a las enfermeras, éstas vinieron de inmediato y una doctora que estaba de turno lo sacó de allí y comenzó a revisarlo… la doctora se quedó callada y miró a Smith.

-          ¿Qué pasó? ¿Cómo está mi hijo? – Smith muy angustiada.

-          Su hijo no tiene nada – Doctora.

-          ¿Qué? – Smith no entendía nada.

-          Que su bebé siguió respirando perfectamente sin ayuda – Doctora sorprendida.

-          ¿Enserio? ¿Está bien mi bebé? ¿No tiene nada? – Smith mirando y tocando a su hijo.

-          Está perfecto, haciéndole unos últimos estudios ya mañana podrá llevárselo a casa – Doctora terminando de revisar a Ángel. – Si quiere puede cargarlo.

-          ¿De verdad? Ay sería la primera vez que lo hago sin cables – Smith.

-          No hay cuidado, cárguelo – Doctora. Smith carga a su bebé y se emociona mucho.

-          Hola mi amor, hola chiquito… hoola… estás hermoso tú – Smith muy emocionada. – Pero… no me explico por qué todo estaba desconectado…

-          No lo sé… pero le prometo que vamos a investigar, esto no está nada bien – Doctora.

-          Se lo agradecería mucho, igual lo voy a hacer yo por mi parte – Smith cargando a su bebé, se quedó con él todo el día y efectivamente al día siguiente le dieron el alta.

Patricio había acompañado a Smith a la clínica para poder traerse a Ángel sin ningún problema. Rubén le dio una lista de cuidados especiales como higiene, ambientación, alimentación, vacunas, sueño, visitas, salidas y paseos, estimulación y seguimiento médico, todo para ayudar al crecimiento y desarrollo del niño.
Smith le había comentado a Patricio lo sucedido y él les había ordenado a unos agentes que investigaran el caso, que hicieran todo lo necesario para encontrar al responsable.
Después de todo un mes de lucha en la incubadora Ángel finalmente llega a su hogar, con su familia. Azul estaba feliz de que su hermanito por fin estuviera en casa, las chicas también lo estaban y los mellizos estaban a punto de cumplir el año.
Ángel se había adaptado muy rápido los primeros días, no hubo ningún problema con él y Smith estaba muy contenta con ello. Francisco y Saúl volvieron de Argentina por lo cual Bianca estaba  feliz y ya con todo organizado para ingresar a la universidad. Patricio logró averiguar quién había sido la culpable del incidente en la clínica, pero no sabía como decírselo a Smith… ella estaba sentada en el jardín cargando a Ángel, Alma y Gian estaban en el piso sobre una manta, le estaba dando el pecho al bebé y Patricio se asomó.

-          Hola Rubia, ¿tiene hambre esta cosa hermosa? – Patricio tocando el cachete del bebé. Se sienta al lado de Smith, ella lo ve y lo nota raro.

-          ¿Qué tienes? ¿Qué pasa? – Smith mirando seria a Patricio.

-          Pues pasa que ya sé quién es la responsable de lo sucedido con Ángel – Patricio. Smith se le quedó viendo.

-          Dime quien fue  la desgraciada – Smith enojada.

-          Tu suegra, Renata… adentro tengo los videos de seguridad – Patricio. Smith se paró y comenzó a caminar de un lado a otro.

-          ¿Qué? Maldita vieja, ahora si la mato. Es una… una… ¡una desgraciada! ¿Cómo pudo? Es su nieto, ¿Qué tiene en la cabeza? – Smith enfurecida. Patricio se paró.

-          Rubia, Rubia… vas a ahogar al niño. Cálmate, ven… ya tomé cartas en el asunto y la mandé a apresar, si quieres luego me acompañas a las celdas – Patricio.

-          Claro que voy contigo, pero voy a matarla – Smith quitándole el pecho a Ángel. Patricio cargó al niño.

-          Mamá está loca, te quiere ahogar… después dices que el niño no quiere comer, le pones semejante goma y lo traes de aquí para allá – Patricio. Smith rió.

-          No son tan grandes – Smith.

 Al día siguiente que Smith estaba un poco más calmada y van a ver a Renata a las celdas. Patricio trató de dejar vigilancia, pero Smith se deshizo de ella. Renata estaba acostada boca arriba leyendo, cuando Smith entró sorpresivamente y dio un portazo, Renata se asustó e inmediatamente se sentó en la cama.

-          ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? Vete – Renata muy asustada.

-          Vengo a “hablar” contigo, y quiero saber ¿por qué querías matar a mi hijo?... es tu nieto, el hijo de tu hijo preferido… no entiendo la verdad… - Smith cruzada de brazos, acercándose hacia Renata.

-          Pues fíjate que no quiero hablar contigo del tema… - Renata soberbia.

-          ¿Así? Pues fíjate que lo vas a hacer quieras o no – Smith toma a Renata del cabello y la jalonea. - ¿Por qué quisiste matar a mi hijo? ¿Por qué maldita vieja desgraciada?

-          ¡Para que sufrieras! – Renata agarrando las manos de Smith para que la soltara. – Tú tenías que sentir lo que yo sentí cuando vi a mi hijo muerto, en la morgue… y no sólo a Mauricio, también a Frank… los dos muertos, y por tu culpa – Renata gritando y llorando.

-          Yo no tuve la culpa… yo no tuve la culpa de que tu hijo fuera un enfermo – Smith refiriéndose a Frank. – Él mató a Mauricio no yo… él de verdad merecía morir- Al escuchar esto Renata se abalanzó hacia Smith, ella se defendía.

-          ¡Tú los mataste! ¡Maldita! Ese engendro, esa bestia también merecía morir… ¡todos los tuyos merecen morir! – Renata. Smith le dio una bofetada y ella se tiró al piso llorando. – ¡Quiero a mis hijos! ¡Quiero que me los devuelvan! Devuélveme a mis hijos – Smith se quedó en shock observándola, en ello Patricio entró y sacó a Smith.

-          Rubia, ¿estás bien? – Patricio. Smith lo vio y lo abrazó. – Todo está bien.

-          Yo no quiero perder a mis hijos… no quiero terminar como ella, con ese dolor – Smith muy afectada. Patricio la abrazó más fuerte.

-          No lo vas a hacer, yo no lo voy a permitir – Patricio.

Al llegar a casa Bianca estaba organizando las cosas para el cumpleaños de Giuliana (que era un mes antes que el de los mellizos) en la sala, Smith ya había encargado un pastel y tal. Sara ya estaba mucho más tranquila.

-          ¿Qué haces? ¿Qué falta para pasado mañana? – Smith acercándose a Bianca.

-          Nada, ya tengo todo para los diecisiete años de Giuli – Bianca. Smith se le queda viendo.

-          Wow, ¿quién lo diría? Ya diecisiete y tú diecinueve… como pasa volando el tiempo – Smith un poco nostálgica.

-          ¿Qué? ¿Ya vamos a empezar con las depresiones? – Bianca se para y se pone un poco seria. Smith agachó la mirada, luego la vio y sonrió.

-          Pues cuesta, en momentos así no puedo evitar acordarme de Mauricio… - Smith un poco bajoneada. – Pero hay que acostumbrarse a vivir con esto… y ahí vamos.

-          Pues sí, es muy difícil… sé que no quieres mostrarte débil frente a Giuli, Azul, Patricio y todos… pero yo sé que te duele y te afecta mucho – Bianca.

-          ¿Para qué te digo que no si sí? Por eso es sólo contigo con quien puedo hablar del tema… porque por más que yo estoy con Patricio y que lo amo, no es coherente ni prudente hablar sobre Mauricio con él… no sé si me comprendes – Smith sentándose.

-          Claro que sí… lo viví con papá… él tampoco encontraba prudente hablar sobre mamá contigo. Por más que fue nuestra madre, lo hacía con nosotras, pero no contigo – Bianca también sentándose. – Pero ánimo, se supera… o más bien se acostumbra uno a vivir con ese dolor, yo ya me hice a la idea que así va a ser mi vida… no me sirve de nada llorar, gritar, enojarme con el mundo si de todos modos él no va a volver…

-          Realmente me sorprendes, eres una señorita, prácticamente una niña aún para mí y hablas con una madurez que creo que ni yo tengo… - Smith. Bianca le sonrió.

-          Sí, yo también pienso a veces que tengo alma de vieja jajaja – Bianca tratando de animar a Smith con sus chistes. Logró sacarle una sonrisa.

-          Entonces yo tengo alma de adolescente jaja – Smith riendo. En ello entra Patricio a la sala.

-          ¿Qué hacen? ¿En qué ayudo? – Patricio. Bianca se para y comienza a ordenar unas cosas que tenía sobre la mesa.

-          Bueno… podrías llevar estas cajas al escritorio, si no es mucha molestia – Bianca. Patricio se le quedó viendo, eran como veinte cajas.

-          ¿Es enserio? ¿Todas estas cajas? Sabes… lo decía de cortesía nada más – Patricio. Bianca lo miró y se comenzó a reír.

-          Ay que flojo jajaja, ¿entonces para qué te ofreces? – Bianca. Smith le toma el brazo.

-          Ya no seas perezoso y sé caballeroso con una dama pues… no te cuesta nada – Smith. Patricio la ve y luego mira a Bianca.

-          ¿Ustedes me vieron cara de montacargas o qué? – Patricio. Smith lo ve de arriba abajo.

-          Pues sí, pinta tienes eh – Smith. – Ándale lleva eso.

-          A ver, ayúdame tú – Patricio a Bianca. ella comienza a colocar las cajas sobre los brazos de Patricio.

-           Gracias Patricio, de verdad que eres el supremo – Bianca. Smith comenzó a reír.

-          Jah jah jah, que graciosa la mocosa – Patricio renegando. Bianca y Sara no podía más con la risa.

Llega el cumpleaños de Giuliana y todos la festejan. Patricio le regaló un perrito, el cual ella adoró. Fue pasando el tiempo, pasó un mes y también el cumpleaños de Gian y Alma. Todo parecía estar bien, hasta que un día Giuliana comenzó a sentirse más cansada de lo común, sin apetito y hasta pálida. Smith notó esto y decidió llevarla al médico para evitar cualquier cosa, Giuliana no quería ir, pero Sara prácticamente la obligó a ir.

-          ¿Pero para qué venimos a un médico? Debe ser estrés, no más que eso… ven, vámonos – Giuliana. Smith la tomó del brazo y la sentó de nuevo.

-          Tú te quedas aquí sentadita… es mejor prevenir que curar querida – Smith. En ello salió el doctor y las llamó. – Ven, vamos.

-          Aish no quiero – Giuliana. Smith la vio seria.

-          ¡Dale! No seas caprichosa que te meto de la oreja, dale – Smith un poco enojada. Giuliana se para y entra. El doctor comienza a hacerle algunas preguntas, a hacerle unas pruebas y le mandó a hacerle unos estudios para esa misma tarde.

-          ¿Ves? Ahora vamos a tener que estar  toda la tarde aquí, para mañana traer a las ocho los estudios… todo para nada – Giuliana quejándose. Smith se paró y comenzó a alejarse. - ¿A dónde vas?

-          A la cafetería, prefiero tomar algo que seguir aquí escuchando tus quejas – Smith se fue. Giuliana al ratito se paró y fue tras ella. Comenzó a correr y se agitó.

-          Espérame – Giuliana muy agitada. Smith la sostuvo.

-          ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? – Smith preocupada.

-          No, nada… me agité tantito… - Giuliana tranquilizándose un poco.

-          ¿Quieres agua? Te voy a dar agua, por favor véndame un botella de agua – Smith al vendedor de la cafetería. – Aquí tienes.

-          Gracias, ya no te preocupes… estoy bien – Giuliana.

-          Okey, me asustaste chamaca – Smith suspirando.

Le hicieron los estudios a Giuliana, como vieron que eran con urgencia les dijeron que se los entregarían al otro día en la mañana, por lo cual Smith le dijo a Giuliana que irían a retirar los estudios y de allí nuevamente al médico. Así lo hicieron, el médico revisó los estudios  y se quedó callado unos momentos. Giuliana estaba con su celular y Smith muy preocupada.

-          Es muy difícil decir esto, pero al parecer su hija tiene leucemia – Doctor. Smith se puso seria, Guiliana dejó el celular y se le llenaron los ojos de lágrimas, se quedó en shock.

-          ¿Qué? ¿Cómo que al parecer? ¿Tengo o no esa cosa? ¿Estoy o no enferma? – Giuliana desesperada. Smith trataba de sujetarla.

-          Giu, Giuli, mírame… cálmate – Smith tratando de tranquilizarla.

-          ¿Cómo quieres que me calme si me voy a morir? ¿No te das cuenta? Tengo leucemia, y no me digas que no es nada… yo sé perfectamente que es cáncer, que mucha gente se muere por eso… - Giuliana llorando. Smith la abrazó y logró calmarla un poco.

-          Voy a recomendarle un especialista, Michael Rojas… es un colega… - Doctor. Smith lo interrumpe.

-          Conocemos al doctor, es amigo de la familia… - Smith muy afectada.

-          Okey, le voy a dar una derivación, ahorita mismo le hago sacar un turno con mi secretaria para hacerlo más rápido… cuanto antes sepamos y tratemos todo mejor – El doctor le da unos papeles a Smith, ésta lo toma, agradece y se van.

-          Tienes turno para esta tarde, no te asustes… ya vas a ver que todo va a salir bien – Sara. Giuliana la ve y nuevamente llora. – No chiquita, no llores…

-          Tengo mucho miedo – Giuliana abrazando a Smith.

Ellas decidieron no comentarle nada a nadie hasta no estar seguras de lo que en verdad tenía Giuliana. A la tarde van a ver a Michael y éste se sorprende mucho. Revisa los estudios anteriores de Giuliana y da su diagnóstico al respecto.

-          Bueno… teniendo en cuenta lo aquí presente, no hay mucho de qué preocuparse… - Michael muy alentador. Smith suspiró, como si se hubiese sacado un gran peso de encima, Giuliana seguía atenta.- sí tienes leucemia, pero apenas está despertando, por lo cual si empezamos el tratamiento de inmediato podríamos destruir a las células cancerígenas, los leucocitos, y no tendrías esta enfermedad nunca más… eso si haces todo lo que se te indique – Giuliana se alegró mucho con la noticia.

-          Sí, claro que sí, haré todo lo que me pidas Michael – Giuliana entusiasmada. Smith también se alegró mucho.

-          ¿Podrías explicarme un poco más que es lo que tiene Giuli, el tratamiento y todo eso? – Smith muy atenta.

-          Claro que sí… - Michael le muestra unas maquetas y afiches que tenía en su consultorio mientras les explicaba, ambas escuchaban atentas. – Giuliana presenta leucemia crónica leve, osea que es más lenta… los leucocitos (mostrándoles un afiche) no permiten que el organismo genere los glóbulos rojos, las plaquetas o glóbulos blancos saludables que se necesitan… las células cancerígenas se propagan al torrente sanguíneo y al sistema linfático, también pueden trasladarse al cerebro, a la médula espinal, como también a otras partes del cuerpo.

-          ¿Y eso me va a pasar a mí o cómo? – Giuliana.

-          No… - Michael. Smith se calmó aún más. – para ello está la quimioterapia o quimio, es un tratamiento que usa medicamentos contra el cáncer que se toman por vía oral o que se inyectan por una vena o en el músculo para destruir o controlar las células del cáncer. Se da en series, en como mucho tres o cuatro semanas. Eso es lo que vamos a hacer y si todo sale bien, vamos a destruir definitivamente a los leucocitos. Nosotros vamos a inyectarlos en el líquido cefalorraquídeo, para hacerlo más rápido y directo.

-          Yo escuché que hay efectos secundarios en la aplicación de las de las quimios, ¿es así o no? – Smith.

-          Pues sí… se le podría caer el pelo, perder el apetito, tener náuseas y vómitos, pero eso es común… - Michael. Giuliana abrió muy grandes los ojos. – no te preocupes… no creo que se te caiga el pelo, tú nada más vas a tener tres semanas como mucho de sesiones, esto a para largos plazos…

-          Ay muchas gracias Michael… de verdad gracias – Giuliana con muchas esperanzas.

-          Te debemos mucho, principalmente yo… - Smith.

-          No me debes nada Sara… es lo menos que debo hacer por mi amigo, cuidar a sus hijos y hacer lo posible por que estén bien – Michael. Nuevamente agradecieron y se fueron.

Al llegar a casa ambas le contaron todo a la familia... Bianca no pudo evitar el preocuparse, pero no lo demostraba ya que sabía que eso afectaría mucho a su hermana, Patricio por su parte también se afectó.

-          ¡Ey! Pero aún no me voy a morir – Giuliana riendo, todos la miraron.

-          No digas estupideces niña – Patricio un poco molesto.

-          Ay ya, no te enojes – Giuliana abrazando a Patricio. Él se quedó quieto.

Pasaron tres semanas en las cuales Giuliana fue a las quimioterapias. El horario no coincidía ni con los de Smith ni con los de Bianca, por lo cual Patricio era quien la acompañaba. Ninguno de los dos se la pasaba muy bien que digamos, Giuliana porque eran muy agotadoras y Patricio porque Giuliana se descomponía y muchas veces no sabía qué hacer.
En la última sesión Patricio estaba sentado en la silla del acompañante mensajeándose con Smith, cuando de pronto Giuliana comenzó a volver el estómago, al principio no le pareció raro a Patricio ya que usualmente le solía pasar, hasta que ella se desmayó… Patricio se asustó y comenzó a llamar a Michael, a las enfermeras, a todo mundo, Michael vino corriendo, le tomó el pulso, inyecto otra droga al coctel que ya tenía Giuliana y ésta despertó.

-          Ay, ¿el último día me tenías que asustar? – Michael riendo.

-          ¿De qué te ríes tarado? Ay me duele todo – Giuliana quejándose.

-          ¿Me pueden explicar qué está pasando? – Patricio desorientado y confundido.

-          Qué esto es normal, y la nena estaba fingiendo – Michael. Patricio vio con cara de “te mato” a Giuliana. - ¿Y la droga?

-          No me hace nada – Giuliana riendo.

-          Es la última porción que debía darle – Michael.

-          ¿Y por qué así? – Patricio un poco enojado.

-          Ya no te enojes supremito – Giuliana riendo. – Pato me aburría, me tenía que divertir de algún modo… ya me encariñe con la gente de aquí y hoy es mi último día…

-          Sí, pero recuerda que tienes que venir a control todos los meses – Michael despeinando a Giuliana. Patricio se puso serio y se sentó.

Después del chistecito de Giuliana y de despedirse de todos se van a casa. Al llegar estaba allí Bianca con Smith (ella estaba muy seria, como enojada), Francisco (nervioso) y Saúl (también enojado), ambos notaron esto y se preocuparon un poco.

-          ¿Hola?... ¿todo bien? – Giuliana. Patricio entró en silencio.

-          Por favor siéntense… los NENES tienen algo muy importante que decirnos – Smith sentándose al lado de Patricio con Ángel en brazos.

-          ¿Qué pasó? – Patricio no entendía nada. Francisco tomó la mano de Bianca, Saúl estaba para al lado de ellos con los brazos cruzados.

-          Pues pasa que… pues que nos mandamos un moquillo… nada del otro mundo pero… - Francisco dando largas, Saúl lo miró muy serio y habló. – tipo que vamos a tener un bebé… - Giuliana se quedó boquiabierta y Patricio se preocupo y enojó un poco, como si Bianca fuese su hija… esto desconcertó un poco a todos.

-          ¿Qué? ¿Cómo? – Patricio parándose.

-          Pues sí, tuvimos un descuido y quedé embarazada… vamos a ser padres – Bianca firme, pero un poco angustiada. Smith lo notó, dejó su enojo y preocupación de lado, le dio a Giuliana a Ángel y se acercó a ellos.

-          El hecho de que estén aquí, asumiendo sus culpas y responsabilidades, demuestra que son dos jóvenes maduros, comprometidos y dentro de todo responsables – Smith tomando por el hombro a Bianca. Saúl y Patricio se le quedaron viendo. – No me vean así… cualquier parejita joven a su edad, lo primero que hubieran hecho sería buscar la salida fácil, abortar, pero ellos están aquí dando la cara – Tomó la mano de Francisco.

-          Pues sí tenés razón… pero de todos modos yo no me yo como abuelo, ¿qué quieren que les diga? – Saúl. Todos rieron.

-          Pues a mí me alegra, que padre tener un sobrinito o sobrinita – Giuliana muy feliz.

-          Ay gracias, gracias por todo su apoyo, por estar y acompañarnos – Bianca muy emocionada. Francisco la abrazó.

-          En tanto yo no tenga que cambiar pañales, todo bien – Patricio. Smith lo golpeó suavemente y él la besó.

-          Qué bonita familia tenemos – Giuliana.

-          Sí… pero a ti esto te pasa por no hacerme caso, yo te dije – Smith a Bianca. ella ríe y la abraza.

-          Jajaja ya no te enojes… de todos modos yo quería esto – Bianca.

-          Ah bueno, si es así pues sí – Sara.

Fue pasando el tempo… Giuliana estaba completamente restablecida, Bianca estaba muy entusiasmada con su pancita al igual que Francisco, Patricio y Sara seguían con su relación, más enamorados y fogosos que nunca, Javier y Reina seguían juntos con sus hijos y Saúl había vuelto con su ex mujer, la madre de Francisco, esto sorprendió realmente a todos, principalmente a Francisco.
Smith estaba muy tranquila ya que Ángel estaba totalmente fuera de peligro, por lo cual decidió hacer un viaje con Patricio, los dos solos.

-          ¿Y adónde quieres que nos vamos? – Smith acostándose al lado de Patricio.

-          No sé, tú elije… por mí cualquier lugar está bien, siempre y cuando estés conmigo – Patricio volteando y abrazando a Smith. – vámonos a París, España, un crucero, Argentina, Las Vegas, Acapulco, a un motel, aquí a la vuelta, donde tú quieras… pero lleva un lindo pijama y ropa interior sexi – Smith comenzó a reír.

-          ¿De verdad? ¿si los llevo me van a durar puestos? – Smith acariciando el brazo de Patricio, éste se quedó pensando.

-          No, pues tienes razón… mejor no lleves nada – Patricio. Smith lo ve.

-          ¿Entonces salgo a la calle desnuda? – Smith sarcástica.

-          Oh no pues, tú quieres todo o nada… lleva para salir y para la noche no lleves nada, ¿ya? ¿Contenta? – Patricio. Smith se coloca sobre él.

-          No tan contenta – Smith comienza a besarlo y él corresponde.

-          ¿Y ahora? – Patricio tocando su espalda.

-          Un poquito más – Smith. Patricio la besa, le saca el camisón y hacen el amor.

Al día siguiente Patricio saca los boletos pero no le dice a Smith adónde iban, salían en tres días, esto les dio tiempo de ordenar sus cosas para poder viajar tranquilos.
Llega el día del viaje y Sara estaba un poco intrigada, recién cuando los llaman para abordar el avión se entera de que se iban de viaje a Dubái, ni más ni menos que un mes por allá.

-          ¿Estás loco? – Smith completamente sorprendida.

-          ¿Loco por qué? – Patricio “desconcertado”.

-          ¿Cómo que un mes a Dubái? ¿Y los niños? – Smith un poco preocupada, pero a la vez entusiasmada.

-          Recuerda que están con sus hermanas, en todo caso nos vamos por tres semanas si quieres… - Patricio tratando de tranquilizar a Smith.

-          Sí, está bien… - Smith subiendo al avión.

Al llegar allá, prácticamente al poner los pies en Dubái a Smith se le olvidó todo, estaba muy impresionada y con ganas de conocer todo, cada espacio, cada rincón de ese bello lugar. Cuando llegaron al hotel donde se iban a hospedar por algunos días, Smith no pudo con la emoción y comenzó a besar a Patricio en pleno lobby, él no la detuvo, al contrario, correspondió a sus besos… el botones llevó su equipaje hasta la habitación, ellos seguían muy acaramelados, cuando éste se fue Patricio tomó a Smith y la arrojó a la cama.

-          ¿Te gustó la sorpresa Rubia? – Patricio sobre Smith.

-          No – Smith seria.

-          ¿Cómo que no? – Patricio alejándose.

-          No me gustó, me encantó – Smith quitándole la camisa a Patricio. – Te amo Supremo.

-          Ay Rubia, te gusta asustarme condenada – Patricio comenzó a besarla. – Yo también la amo agente.

Pasan dos semanas en las cuales ambos recorrieron muchos lugares, se tomaron muchas fotos y compartían cada momento con su familia que los esperaba en Houston… una mañana Patricio despierta a Smith y le comunica algo que la desconcertó mucho…

-          Rubia… despierta Rubia… - Patricio. Smith estaba despertando. – Dale, tenemos que abandonar el hotel. – Smith se despertó.

-          ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó? – Smith un poco dormida aún.

-          Porque te tengo una sorpresa – Patricio besa a Smith. – Vamos a alojarnos en otro hotel, uno más bonito – Smith se le quedó viendo.

-          ¿Más bonito que éste? ¿Enserio? – Smith sarcástica.

-          Sí señora uno mucho más bonito… - Patricio. Smith se levanta, se ducha, se cambia y se van… cuando llegan Smith de verdad se quedó boquiabierta, no podía creer lo que estaba viendo.

-          Patricio – Smith observando a su alrededor. - ¿Qué es todo esto? ¿Esto… esto es enserio? – Patricio la abrazó por detrás.

-          Sí amor, esto es de verdad… quise traerte a un lugar tan especial y maravilloso como lo eres tú para mí – Patricio. Smith volteó y lo besó. Un empleado de allí les hizo un tour por todo el hotel y ambos se impresionaron con la vista, con todo lo que allí había. Finalmente llegaron hasta su suite.

-          Es impresionante que hayan lugares así – Smith. – Pero más impresionante es compartirlos contigo, te amo… te amo más que a mi propia vida – Smith comenzó a acariciar a Patricio.

-          Oye Rubia… la verdad si me da tantita cosa hacer el amor y que tanto vicho nos esté viendo, ¿a ti no? – Patricio mirando las “paredes” de su habitación. Smith comenzó a reír.

-          Sí jaja… la verdad si se siente raro, pero es una nueva experiencia, ¿no? ¿No que a ti te gustaban las cosas por descubrir, que nunca antes viviste? – Smith acercándose a Patricio.

-          Pues sí, ¿no? – Patricio.

-          Sí… - Smith.

-          Pues entonces ven – Patricio toma a Smith por la cintura y nuevamente hacen el amor.

Al día siguiente Patricio se levanta, Smith lo nota y lo habla.

-          ¿Adónde vas? – Smith tapándose con las sábanas.

-          A comprar algo en el buffet, ya es la hora de almorzar Rubia – Patricio acabando de arreglarse.

-          ¿Y qué? ¿Piensas dejarme sola con todos estos animales aquí fuera? – Smith un poco asustada.

-          Ay Rubia, ¿qué te pueden hacer los pobres animalitos? – Patricio con un tono burlón.

-          ¡Mucho! ¿Qué tal si un tiburón me ataca aquí debajo? – Smith haciendo puchero. Patricio se acercó y le dio un enorme beso.

-          Hay un vidrio Rubia, imposible que lo traspase – Patricio. Smith se puso seria. - ¿Crees que los arquitectos no pensaron en eso?

-          Bueno, ve, pero trae muchas cosas ricas – Smith. Patricio fue y le cumplió el caprichito a Smith. Pasaron dos semanas más y finalmente ellos volvieron a Houston con su familia… los niños estaban sumamente contentos por ver a sus padres nuevamente.

-          Te extrañábamos mami – Azul abrazando a Sara quien tenía en brazos a Ángel.

-          Yo también mi vida – Smith besuqueándola.

-          ¿Sólo a ella? ¿A mí no? – Patricio.

-          También – Azul abrazó a Patricio quien tenía a los mellizos.

-          La verdad es que sí los extrañábamos, y mucho – Bianca.

-          Sí, no saben la falta que hacían en la casa – Giuliana.

-          Oigan, a final de cuentas… qué bonita familia tenemos… - Patricio.
 

-          Sí mi amor… somos un gran equipo – Smith. Patricio la besó y luego todos se abrazaron con mucho cariño.

                                                                                                                                                     FIN.

Escrita por Guada.

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